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Alberto ensaya el “formato Duhalde” y Cristina define su plan: ser o bendecir

Alberto Fernández, Axel Kicillof y otros dirigentes en la sede del PJ

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Antes de la medianoche, los comensales se fueron y Alberto Fernández quedó solo en el comedor de la quinta de Olivos. Lo vieron liviano y hasta alegre, cómodo en un oficio que alguna vez fue su don, el de armador, y que ahora quiere volver a ejercer. Al desistir de buscar su reelección, Fernández encara un camino incierto y escarpado: tratar de ser Eduardo Duhalde, el bonaerense interino que priorizó una táctica para que el peronismo -su versión de peronismo, porque había tres candidatos de ese ADN- conserve el poder antes que su propio destino.

La mesa, con el hipocalórico menú de la dieta presidencial, traficó un simbolismo político: Fernández cenó con Victoria Tolosa Paz y, su pareja y “jefe de campaña con cama adentro”, Enrique “Pepe” Albistur; y con Agustín Rossi y su mujer. El jefe de Gabinete y la ministra figuran como dos piezas de en el ajedrez fatal de la interna peronista. El rosarino irrumpió como precandidato presidencial, la platense como potencial duelista de Axel Kicillof.

Fernández sostiene que cada vez que le pregunta a Massa si quiere ser candidato, el ministro le asegura que no

-“Ya dije que no voy a ir por la reelección, ¿dónde están los candidatos que decían que no se lanzaban porque estaba yo?”, ironizó Fernández en la sobremesa.

El texto de renunciamiento que grabó al anochecer del jueves lo tenía escrito, en borrador, desde el fin de semana anterior. La matriz del mensaje sintetiza, como graficaron los contertulios de la cena de Olivos, la táctica albertista: avanzar en una negociación con el cristinismo sobre una propuesta de realización de primarias, en particular para la fórmula presidencial, pero en caso de desencuentros extenderla a otros niveles, como la gobernación bonaerense o las listas de legisladores.

Debilidades

Fernández sostiene que la mayor debilidad de Cristina Fernández de Kirchner es que no tiene candidato presidencial. Minimiza a Eduardo “Wado” De Pedro como la oferta K. “Está pegado a la peor marca política: La Cámpora”, apunta. No visualiza, tampoco, una figura que pueda convertirse en el candidato de síntesis. En el lejano diciembre, antes que rebote la inflación, ese rol parecía el destino dorado de Sergio Massa, el ministro de Economía. Más allá de los espasmos de la economía, la estampida inflacionaria y del dólar, Fernández invoca otro argumento: sostiene que cada vez que le pregunta a Massa si quiere ser candidato, el ministro le dice que no.

No se entiende, salvo que se trate de un empeño académico, el despliegue del gurú catalán, Antoni Gutiérrez Rubí, quien elabora escenarios, mensajes y hasta eslóganes en los que Massa flota como candidato emergente. El ministro, que en teoría se enteró el propio viernes del renunciamiento de Fernández, aparece en el cajón de arena del peronismo como candidato de la unidad. En la tesis albertista, ante la sequía de figuras propias, Cristina es la principal impulsora del tigrense como candidato, pero detecta un ruido: sabe que el histórico votante de Massa, que estima en 8 o 9 puntos, se fugaría a otras ofertas si el ministro se convierte en el candidato de Cristina.

En rol de armador, frente a sus colaboradores, el presidente sintetiza su plan con un dictamen que hace varias semanas se contó con esta columna de elDiarioAR. “El candidato que le gane una primaria a un candidato de Cristina es el próximo presidente”. De arranque, la afirmación introduce un optimismo sobre la suerte electoral del FdT que no valida ninguna encuesta y que no existe, a simple vista, en ningún otro lado que en la atmósfera de Olivos. Respecto a un hipotético triunfo en una primaria frentodista, en Olivos citan resultados del último domingo. “En Río Negro fueron con una colectora que sacó 10 puntos, en Neuquén sacaron un poco más de 10 puntos y en Trelew hicieron un papelón. Y todo eso ocurrió en la Patagonia, el lugar que siempre fue el más poderoso para ellos”, detallan en el entorno de Fernández.

Scioli aplica una lógica matemática: ¿qué lo vuelve más competitivo en una PASO? ¿ser el candidato de Alberto o ser el candidato de Cristina?

Esquema y nombres

El diseño electoral que despliega Fernández, además de requerir de algunas pautas que están en veremos, se topa con una dificultad objetiva: al esqueleto teórico de una PASO entre un candidato de Alberto y uno de Cristina, hay que ponerle nombres. La novedad de los últimos días fue que Daniel Scioli, que figuraba como muletto perfecto de Alberto, se mostró con la intendente de Quilmes, Mayra Mendoza, integrante de la mesa chica camporista. Esa cita, una más en una gira del exgobernador que en 48 horas se vio con Juan José Mussi, Omar Perotti y Gustavo Bordet, indigestó a Fernández. Tuvo que intervenir, en persona, Santiago Cafiero, el sciolista de la mesa albertista, para apaciguar el malestar presidencial que así y todo apuró la aparición de Rossi como precandidato.

“Daniel, vos tenés que borrar el recuerdo del 2015 cuando todos veían que eras maltratado por Cristina. A vos te conviene aparecer lo más lejos posible de ellos”, le dijo Fernández. Scioli, que en la foto con Mayra explicitó que no asume a La Cámpora como enemigos y se anotó la cucarda de que La Cámpora no lo asume como un sujeto ajeno, escuchó la sugerencia. Aplica, el embajador, una lógica matemática: ¿qué lo vuelve más competitivo en una PASO, ser el candidato de Alberto o ser el candidato de Cristina? La respuesta correcta no puede prescindir de la realidad: la oferta para ser el candidato de Alberto existió y está vigente, la oferta para ser el candidato de Cristina todavía no fue, hasta acá, realizada.

En el ecosistema del FdT, incluso en sectores de La Cámpora, el plan A de la vice es Massa, no Scioli. El ministro se guarda, todavía, una carta: ser el hacedor de un entendimiento con el FMI para “repensar” el acuerdo firmado a principios del 2022, sobre la base del artículo 11 que contempla, dicen en Gobierno, discutir retoques frente a factores exógenos. El próximo paso, luego de lograr retoques en la meta de reservas, es pedir cambios en el déficit y la la emisión. Fernández habla de una relación preferencial con Joe Biden para lograr el OK determinante de EEUU.

Una cuestión de verbos. ¿Por qué repensar y no rediscutir? Porque los tres ejes del acuerdo inicial, respecto a acumular reservas, bajar el déficit y reducir la emisión se sostienen como objetivos medulares pero ante los imponderables como la sequía, se busca ajustar de otro modo los calendarios y las metas.

Pacto de convivencia

“¿Una primaria entre un candidato de Alberto y uno de Cristina? Nadie puede tener dudas que eso lo ganamos nosotros. ¿Y de qué lado piensa, Alberto, que jugará Sergio?”, desmerece la osadía albertista un operador K que entiende que, ahí y ahora, la variable más probable es una PASO. Quedan, sin embargo, más de 60 días hasta el cierre de listas. Por lo pronto, hay algunas pautas mínimas de acuerdo. Hay voluntad para fijar un Pacto de Convivencia en una eventual interna, donde no haya golpes bajos ni operaciones contaminadas. Algo así como invitar a un grupo de caníbales a comer ensaladas.

El otro expediente que debe resolver es logístico: cómo será el reparto de las listas -el PJ siempre usó que la minoría es de 25%, pero eso se cambiaría-. En Mendoza, cuenta un camporista, se dispuso una pauta de que entrar en la distribución las boletas que superan los 10%. En Casa Rosada proponen un esquema más extremo: sistema D´Hont. Puede haber un mix.

En el mundo K, poco proclive a las PASO, abrazan el diagnóstico de un consultor que hace tiempo los nutre de datos, según el cual una primaria le agrega al cristinismo 4 o 5 puntos a los 28 que tiene Cristina. La complicación es de otro orden: si la vice sostiene su posición de no ser candidata, su manera de intervenir en el proceso electoral será bendecir a otra figura y, sea cual fuere, tener que ponerle el cuerpo a la campaña para lograr que sus votos migren hacia el bendecido.

Un estudioso de las dinámicas cristinistas apunta que si bien hay una mitad de seguidores de la vice que son militantes con perfil ideológico, que en general obedecerían una indicación de Cristina, hay otro porcentaje, no menor, de votantes de perfil peronista, más emocionales, que la ven como una figura unívoca, sin extensiones. “Son los que ni saben, o no les importa, que Máximo es el hijo”, apunta y recuerda que la experiencia del traslado de votos, en 2019, se dio gracias a que ella estuvo como vice en la fórmula.

De acá salen dos derivadas. Una: en el micromundo del Senado, insisten en bajarle la espuma a cualquier tesis de que finalmente sea candidata y señalan que en tres ocasiones Cristina dijo que no competiría. Según la enumeración de la fuente, lo hizo dos veces en el mes de diciembre -post sentencia y luego en un acto en Avellaneda, donde introdujo con más fuerza la idea de proscripción- y volvió a hacerlo el 29 de marzo, con un hilo de Twitter en el que respondió al senador trumpista Ted Cruz, al vincular a Comodoro Py con YPF y Vaca Muerta. “¿Te das cuenta porque nos dejaron afuera de la cancha?”, dice, retórica, en un tuit.

Dos. Hay dirigentes, como Axel Kicillof o “Wado” De Pedro -el primero bastante más que el segundo- que retienen gran parte del voto de la vice pero hay otros que genera mucho ruido, en particular Massa. Juan Grabois expresa eso o pareció detectar que hay una veta donde capturar adhesiones en el caso de que Cristina gire hacia la derecha y bendiga al ministro. En Rosario, esta semana, dijo que desoirá una eventual indicación de la vice para votar a Massa. “Ni en pedo vamos a votar a este sin vergüenza”.

“Ella va a intervenir porque es la gran electora. No hay nada que haga pensar que no cumpla la palabra empeñada de no ser candidata. Después se verá lo que hace y cuándo”, apunta el operador cristinista y agrega, al menú de posibilidades que hasta acá tienen a Kicillof y De Pedro, un tercer nombre: el de Máximo Kirchner. Una consultora que habitualmente trabaja para el PJ y para intendentes del conurbano, hizo un sondeo en La Matanza y confirmó que la vice es, por lejos, la figura más atractiva en ese bastión del peronismo pero que sin ella en el menú su voto tiene un comportamiento casi random: Scioli es quien logra capturar el mayor porcentaje de votos que deja libre Cristina.

Boleta única

En las últimas dos semanas, en medio de la crisis total, se produjo un reseteo: todas las certezas, por la positiva o la negativa, parecen volver a cero. Como nunca, el laboratorio electoral del peronismo se llenó de teorías y versiones, muchas de las cuales parecen alocadas pero son resultado, en verdad, de la desesperación ante un escenario que proyecta un resultado en las urnas que un dirigente calificó como “una masacre”.

Mayo será un mes clave para medir la profundidad de la crisis: el 7 y el 14 de ese mes habrá ocho elecciones provinciales, donde se medirá el impacto sobre los oficialismos y, en especial, el FdT. La caída del MPN en Neuquén, aunque el ganador sea un MPN bis -que logró la magia de que lo ayuden, de varios modos, Massa y Mauricio Macri- y un resultado mucho menos holgado de Alberto Weretilneck en Río Negro, instalan ese fantasma. En Casa Rosada miran con atención lo que pueda pasar en San Juan donde ni siquiera la restitución de la ley de Lemas, que permite competir a Sergio Uñac y a José Luis Gioja juntos, garantiza una victoria del peronismo.

Las proyecciones temerarias reactivaron la propuesta de Máximo para que Kicillof vaya a la nacional, lo que dejaría una vacante en la provincia que algunos completan Cristina y otros con Massa. O la más previsible rotación Axel presidente, Wado gobernador

El desdoblamiento de la elección general en la provincia -jurídicamente posible, política y operativamente casi inviable- resultó, en la confusión, un arma muy eficaz para precipitar lo que Cristina quería hace tiempo: que Fernández se baje de la aventura de la reelección. Las proyecciones temerarias reactivaron, además, la propuesta de Máximo para que Kicillof vaya a la fórmula nacional, lo que dejaría una vacante en la provincia que algunos completan, quizá como mero ejercicio fantasioso, con Cristina y otros, más interesados, con Sergio Massa. O la más previsible rotación Axel presidente, Wado gobernador.

El espanto frente una derrota arrolladora es tierra fértil para todo tipo de alquimias. El silencio público de Cristina deja brotar la expectativa. Hay varios actos en proceso, uno para el 27 de abril en el teatro Argentino de La Plata y otro para el 25 de mayo, quizá en la 9 de Julio. Sobre el primero, Máximo confirmó este sábado que estará su madre. Se trata de dos fechas sensibles en la efeméride K: las dos remiten al 2003, la primera a la elección en la que Kirchner logró entrar en el balotaje tras desplazar a Ricardo López Murphy, la segunda fue su jura como presidente.

Convivencias

Hay otro factor delicado en la vida interna del FDT. ¿Pueden cohabitar Massa y Scioli, uno como ministro con el otro como candidato? El tigrense no contempla, en su menú, una primaria contra Scioli, algo que en cambio seduce al “Pichichi” porque le permitiría validarse como candidato. La duda adicional es sobre si Massa ¿se sacrificará como ministro de Economía para sostener una campaña con Scioli como candidato? La conversación, luego de una semana inquietante en materia de dolar y mercados, y frente a un panorama abierto y denso, aporta un elemento extra: la definición de la táctica electoral del FDT, y su oferta de candidatos, debería estar orientada más a aportar gobernabilidad para los meses que quedan de gestión que con fines de competitividad electoral.

“Todos piensan en el 14 de agosto, el día después de las PASO, como el dia D. Pero hay otra fecha anterior que es más importante: el lunes 26 de junio. ¿Quién le va a seguir roleando deuda a un gobierno que lleva como candidatos a Scioli, Wado y Grabois?”, fija posición un dirigente del entorno de Massa. Maridan, desde ahí, dos criterios interesados: los beneficios, en materia de gobernabilidad, que tendría un candidato de unidad, butaca se le reservaría a Massa aunque éste le diga a Fernández que no piensa ser candidato.

La gobernabilidad es un bien preciado ante la acechanza de versiones cada vez más extremas. El jueves, a la cima del gobierno llegaron datos de varias consultoras, entre ellos de Zubán Córdoba donde Javier Milei aparece cerca de los 30 puntos de intención de voto con lo que se recorta de manera nítida la posibilidad de que entre en un, a esta altura inevitable, balotaje. Aparece otro elemento: la bajada de Mauricio Macri engordó el caudal electoral del libertario, porque los votos que iban al expresidente migraron, en partes iguales, a Milei y a Patricia Bullrich.

El fenómeno es interesante: sin Macri, y con JxC enroscado en una guerra de guerrillas, el principal frente opositor pierde volumen y fortalece a Milei que se recorta como la figura más novedosa y atractiva. Articulat, la encuestadora que hizo el estudio en Matanza, aporta datos a esa tendencia: los votos que nutren a Milei en ese distrito del conurbano provienen en parte casi similares de votantes del FdT y de JxC.

PI

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