Entre datos difusos y el fantasma del 2015, Kicillof se sube a la campaña de Massa
A diez días de la elección general que mostró una remontada de Unión por la Patria (UxP) y a 17 del balotaje, el peronismo trata de ordenar sus próximos pasos. Bajó la espuma del triunfo y, desde el 22-O, todas las novedades políticas se registraron en un solo bando, La Libertad Avanza: del pacto con Mauricio Macri a la fuga y crisis interna en el espacio de Javier Milei.
Pero no todo es tan lineal. El ruido por la fusión con el PRO, que todavía no decantó hacia adentro de LLA, puede leerse como vitalidad de un espacio que quedó shockeado tras una derrota inesperada pero, además, como una reacción de Milei —aun sometiéndose a Macri, con lo bueno y malo que este le aporta— para redefinir su hoja de ruta de cara al balotaje luego de toparse con un resultado adverso.
Hasta acá, según los sondeos que circulan en UxP y en el PRO, el acuerdo con el PRO más que un daño electoral derivó en un beneficio para Milei. Zubán-Córdoba difundió este miércoles una encuesta en la que Milei está solo tres puntos atrás de Sergio Massa. Otros estudios, que circulan en la mesa de arena del peronismo, presentan empate o una leve ventaja para el libertario. En el equipo de Patricia Bullrich hablan de una diferencia a favor de Milei que, según sus cuentas, retiene todo el voto propio y el de JxC, más la mitad de los que fueron a otras opciones: es decir, Juan Schiaretti y Myriam Bregman.
Los números operan, hacia dentro del peronismo, como una alerta. Son datos difusos cuando, más allá de los mensajes, en muchos sectores de UxP hay sensación de “partido ganado”. Eso fue acompañado por una campaña inercial de Massa y cierta quietud del resto del dispositivo de UxP que desplegó, la semana pasada, dos acciones públicas —reunión del candidato con gobernadores y reunión con intendentes bonaerenses— pero que eligió quedarse quieta para dejarle el centro del ring a los idas y vueltas de Milei.
Pero en las últimas 24 horas hubo, como contrafuego, una serie de episodios en los que UxP trató de salir a jugar. A simple vista, expresa algo: que el oficialismo entiende que debe activar la campaña porque el resultado es una moneda en el aire aunque muchos crean, incluso en el entorno íntimo de Massa, que hay una tendencia a favor del ministro de cara a las elecciones del 19 de noviembre. Sobre todo a partir de dar por hecho que el pacto Milei-Macri es dañino para LLA, algo que todavía no se verifica.
Aparece, en medio de esos escenarios brumosos, otro componente que es determinante: la matemática electoral que empieza a establecer techos y pisos, necesarios y posibles, para llegar con un margen de certeza a la elección del 19 de noviembre. En este último aspecto se lee la aparición de Axel Kicillof en la campaña, que se subió al hashtag #7decada10 que activó en redes la campaña nacional.
El rol de Kicillof se vuelve, en este proceso, esencial por la importancia que tiene la provincia de Buenos Aires, factor que se magnifica cuando se mira la última experiencia de balotaje, la del 2015, cuando Daniel Scioli perdió con Macri a nivel nacional y ganó en la provincia pero por un número muy reducido: apenas 60 mil votos. Tras el 45% que sacó Kicillof en la provincia, casi en línea con Massa, que arrastró al peronismo y pudo ganar más de 10 municipios, el protagonismo local del gobernador es necesario para consolidar el número pero, sobre todo, para tratar de crecer por encima de los 50 puntos, con la mayor diferencia posible respecto a Milei.
Es un puzzle que requiere una ingeniería a varias puntas y que tiene como único antecedente el balotaje entre Macri y Scioli, en el que el fundador del PRO logró una victoria, en algunos casos con amplísimo margen, en la zona centro del país. El caso más recordado es Córdoba, donde rozó los 72 puntos pero tuvo números altos, también, en provincias como San Luis donde superó los 64. Macri ganó en 9 de los 24 distritos —entre ellos CABA— y el peronismo, con Scioli y Carlos Zannini, no pudo despegarse en la provincia de Buenos Aires lo suficiente como para compensar y dar vuelta esa victoria amarilla. Aquel fantasma vuelve, ahora, y aparece como experiencia que el peronismo no quiere repetir.
PI/JJD
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