Emilio Viramonte Olmos presentó este viernes su renuncia indeclinable al cargo de secretario administrativo del Senado, apenas un mes después de haber asumido la función. En una carta dirigida a la presidenta de la Cámara Alta, la vicepresidenta Victoria Villarruel, el abogado cordobés explicó que no cuenta “con las facultades necesarias para el ejercicio del cargo”, motivo que lo llevó a dar un paso al costado.
“Razones de decoro y de ética republicanas me impiden permanecer ostentando el cargo que me fuera conferido”, expresó en la misiva fechada el 6 de junio.
Viramonte Olmos, hombre de confianza de la vicepresidenta, había sido convocado para gestionar áreas clave del Senado, incluyendo aspectos presupuestarios. Sin embargo, en medio de una reestructuración interna, Villarruel decidió redefinir su círculo de colaboradores, lo que implicó el recorte de atribuciones a varios funcionarios y la designación de nuevas figuras.
Entre los nombres que ganaron protagonismo en esta nueva etapa figuran Claudio Gallardo, Iris Speroni, Mario Russo, María Eugenia Tasende y Juan Manuel Gestoso Presas. Este recambio dejó fuera a funcionarios como el propio Viramonte Olmos, Juan Martín Donato, Gonzalo Izurieta y previamente, María Laura Izzo.
La salida de Viramonte se produce en un contexto de tensiones internas en el oficialismo, marcado por la desconfianza entre Villarruel y el presidente Javier Milei, así como con su hermana Karina Milei, secretaria general de la Presidencia.
Cabe recordar que el abogado cordobés había sido designado con amplio respaldo del Senado, incluso con el apoyo del bloque kirchnerista. En la misma sesión del pasado 7 de mayo, también se aprobaron otras autoridades: Agustín Wenceslao Guistinian como secretario parlamentario; María Dolores Martínez como prosecretaria parlamentaria; Lucas Clark como prosecretario administrativo; y Manuel Chavarría en la Secretaría de Coordinación Operativa.
Ese día se logró destrabar una sesión que había fracasado en febrero por la falta de quorum, tras intensas negociaciones con sectores del peronismo y bloques aliados. Sin embargo, apenas treinta días después, una de las piezas clave del armado original decidió renunciar.
En las últimas semanas, Villarruel hizo varios cambios en el organigrama del Senado. Aislada y en guerra con el Gobierno que integra, la vicepresidenta se refugia en un elenco renovado de aliados. Uno de ellos es un ex militar acusado de destruir pruebas de delitos de lesa humanidad llamado Juan Manuel Gestoso Presas. Pero no es el único. La vice nombró, hace un par de días, a una figura conocida en el cosmos libertario como su flamante jefe de Asesores: Mario “Pato” Russo, el consultor político que impulsó la candidatura de Javier Milei allá por 2021.
Russo integra, ahora, el círculo íntimo de la vice, y trabaja en tándem junto a Claudio Gallardo, quien fue designado como director de Seguridad del Senado en 2024. Gallardo fue director de Inteligencia del Ejército durante la gestión de Cesar Milani, en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y es identificado como el responsable de que varios militares retirados hayan desembarcado en el Senado en las últimas semanas.
Russo no es el único que se sumó, en las últimas semanas, al círculo de poder de la vice. Otra novedad fue la incorporación del militar retirado Juan Manuel Gestoso Presas como subdirector general de Control de Auditoría y Control de Gestión. Gestoso Presas, que asumió oficialmente a partir del 1 de junio, es un ex jefe de Inteligencia que ordenó destruir documentación del Hospital Militar de Salta que tenían información sobre los nacimientos ocurridos durante la dictadura cívico militar.
El capitán al que Gestoso Presas le encomendó la tarea de quemar los libros, sin embargo, desobedeció la orden, los escondió en su domicilio y, tiempo después, los entregó al Ministerio de Defensa. La entonces ministra, Nilda Garré, destacó la decisión del capitán y, acto seguido, denunció penalmente a Gestoso Presas y, finalmente, lo pasó a retiro.