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La expropiación del lugar de la masacre

Cromañón será un espacio para la memoria: “Su conservación y su permanencia física podrá trascender nuestra propia existencia”

La ley fue celebrada por las organizaciones de los familiares y sobrevivientes.

Ana Breccia

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“Cuando la expropiación de Cromañón sea Ley será porque todas las fuerzas políticas de nuestro país coincidieron en la importancia de que no se olvide lo ocurrido el 30 de diciembre de 2004, para que Nunca Más se repita”, decía Raúl Morales, padre de Sofía, mientras que el Senado debatía la iniciativa que declara de utilidad pública y sujetos a expropiación el local bailable de Balvanera. Y así fue. Horas más tarde la norma obtuvo 60 votos a favor y uno en contra para convertir el inmueble en un espacio para la Memoria Colectiva.

Entre abrazos y lágrimas, organizaciones de los familiares y sobrevivientes, portando fotos de las víctimas, acompañaron los discursos desde los balcones del recinto parlamentario con mucha atención el pasado jueves por la tarde. A la espera de la aprobación, otro grupo de personas ligadas a la masacre aguardaba en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Avenida Entre Ríos. Allí tampoco faltaron los abrazos entre quienes se reencontraban después de mucho tiempo y tampoco las imágenes y banderas en homenaje a los fallecidos que colgaron en las inmediaciones del Congreso. 

Morales perdió a su hija esa no­che de fin de año cuando la joven fue con sus her­manos y amigos al recital de Callejeros. Momentos previos a que se sancionara la ley, habló de una nueva etapa de lucha que lleva casi 18 años de “golpear un sinfín de puertas, de las más diversas, de todos los sectores de la administración pública que puedan imaginarse y para cada entrevista o reunión nos hemos tenido que preparar, investigando, escribiendo, acordando y también trazando nuestros objetivos. Destinamos horas de trabajo en la construcción de consensos, porque estamos convencidos y convencidas de que este proceso debe tener fuertes cimientos para construir colectivamente”. 

El edificio pertenecía a la sociedad “Nueva Zarelux”, cuyo dueño es Rafael Levy -el mismo propietario que al momento del incendio-, y fue restituido en octubre del 2018 por decisión del Tribunal Oral Criminal 24.

“Dicha devolución no fue correctamente notificada a familiares y sobrevivientes impidiendo la posibilidad de retirar del lugar numerosas pertenencias, tanto de víctimas sobrevivientes como de las víctimas fatales”, agrega Morales que apunta que, dentro de Cromañón, quedaron diversos objetos como “zapatillas, documentos, billeteras, banderas -hasta una bicicleta- de altísimo valor simbólico y afectivo que no sólo no fueron devueltos, sino que fueron desechados por empleados de Rafael Levy”.

Al recibir la noticia de que las llaves de Cromañón volverían a las manos de Levy, familiares y sobrevivientes decidieron interpelar a distintas instituciones con el objetivo de que el establecimiento no funcionara otra cosa que no fuera un Espacio para la Memoria. Por esa razón, “inmediatamente entendimos que la expropiación era la única forma de lograrlo”.

El largo camino comenzó en la Legislatura Porteña, con la presentación durante dos períodos consecutivos, en 2019 y en 2021, de proyectos de expropiación y patrimonialización “que lamentablemente en esa cámara no prosperaron”.

Entre otras instituciones públicas consultadas, “transmitimos en 2020 nuestro reclamo a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación”. Fue a comienzos de este año que, con el acompañamiento de la Secretaría, comenzaron un proceso de diálogo con la diputada Paula Penacca, quien presentó el proyecto de ley que fue acompañado con un consenso contundente por todas las fuerzas políticas hasta lograr la media sanción por unanimidad en la Cámara de Diputados. 

Dónde consultar e informarse sobre Cromañon

Ahora, con la aprobación de la Ley, los allegados a las víctimas confían en que el Poder Ejecutivo la promulgará y reglamentará con la participación de todas las organizaciones de familiares y sobrevivientes que formaron parte del proceso y así continuar con la materialización del “Espacio para la Memoria por la Masacre de Cromañón”.

Celeste Oyola, sobreviviente e integrante de Coordinadora Cromañón, destaca que, al cumplirse 18 años de la Masacre, “prácticamente la totalidad de las y los jóvenes en edad escolar en la actualidad, no habían nacido cuando sucedió Cromañón”, por lo no pueden apelar a la memoria histórica. “Sin lugar a dudas, esta es una ley para la juventud, para la educación y para la cultura”.

Por otro lado, es una ley dirigida al barrio de Once, epicentro no sólo de esa noche, “sino que también de otras masacres ocurridas en las cercanías a Cromañón, cuyos vecinos y vecinas siguen manifestando su apoyo incondicional. Entienden, como lo hacemos también nosotros y nosotras, que el ex boliche forma parte de una unidad de sentido territorial para la memoria que está conformada a su vez por el Santuario ubicado en el contínuo de la calle mitre entre Ecuador y Jean Jaurés, símbolo de organización y resistencia”, cierra Oyola.

“Expropiar este inmueble para transformarlo en un espacio colectivo para la memoria, nos permite asegurarnos que su conservación y su permanencia física podrá trascender nuestra propia existencia, preservar nuestros testimonios como testigos directos de la masacre, y darle la posibilidad a las generaciones venideras de encontrar un lugar donde problematizar relatos hegemónicos y poder consultar e informarse sobre Cromañon”, reflexiona por su parte María Luján Rossi, sobreviviente de la noche que ahora se inmortalizará en un Espacio para la Memoria Colectiva.

AB

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