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EN EL SUR DE VENEZUELA

Así se investigó la minería ilegal en la Amazonía y se descubrieron más de 3000 pistas aéreas clandestinas en la selva

Aeronave encontrada por los piaroa en las adyacencias de San Pedro del Orinoco del estado Amazonas.

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Minería ilegal, pistas aéreas clandestinas y grupos criminales en control del territorio quedan expuestas en “Corredor furtivo”, una investigación sobre la Amazonía venezolana, una de las joyas naturales de Sudamérica, realizada por los periodistas Joseph Poliszuk, María Antonieta Segovia y María de los Ángeles Ramírez y publicada por Armando.info (Venezuela) y El País (España).

En base a imágenes satelitales y el desarrollo de Inteligencia Artificial (IA), los periodistas pudieron identificar 3.718 puntos de actividad minera, la mayoría de ellos ilegales, en los estados de Bolívar y Amazonas; demás de pistas clandestinas utilizadas por el crimen organizado para el transporte de oro y droga, según revela el proyecto periodístico. 

La investigación ganó en septiembre último los premios Global Shining Light Awards (GSLA) en la 13ª Conferencia Global de Periodismo de Investigación (GIJC23, por sus siglas en inglés), y  encumbró así al periodismo latinoamericano y de habla hispana en uno de los principales galardones en investigación a nivel internacional. 

El certamen, que este año se realizó en la ciudad de Gotemburgo, Suecia, premia al periodismo de investigación que vigila la corrupción y los abusos de poder en países en desarrollo o en transición, realizado bajo amenaza o en condiciones peligrosas. 

La investigación de los periodistas expuso la extensión de la explotación minera en la Amazonía venezolana, donde la actividad extractiva está vedada, y resumió dos ejes centrales de la conferencia global: el avance de la Inteligencia Artificial (IA) y el avance sobre medio ambiente y los derechos humanos en el mundo, una combinación letal para la humanidad.

A través del uso de imágenes satelitales e Inteligencia Artificial (IA), los periodistas pudieron ingresar virtualmente a un territorio controlado por grupos criminales, de extrema dificultad geográfica y en plena pandemia. Contaron con el apoyo del Pulitzer Center (Estados Unidos) y la organización Earthrise Media (Noruega).

Poliszuk había cubierto casos puntuales de minería ilegal en la zona, pero buscaba la forma de trascender la crónica y obtener el panorama completo. Durante la pandemia, comenzó a recibir alertas de sus fuentes en el territorio, que le advertían sobre la actividad ilegal en la selva. Fue cuando acudió al Centro Pulitzer con una idea: utilizar imágenes satelitales e IA para obtener la ubicación de la mayor cantidad de pistas aéreas clandestinas y minas ilegales en un territorio inabarcable y en un momento en el que era imposible movilizarse. 

Las imágenes satelitales que se utilizaron como base para estudiar el territorio fueron obtenidas gracias al satélite Sentinel-2 de la Unión Europeo.

El algoritmo que desarrolló el equipo fue lo que les permitió a los periodistas construir el mapa de pistas aéreas clandestinas y minas ilegales. La tecnología recibía un comando específico: encontrar todas aquellas imágenes satelitales en la Amazonía venezolana que coincidieran con un mismo patrón: una mina y una línea recta en la tierra. “Gracias a la tecnología pudimos demostrar no sólo la deforestación sino la violación de derechos humanos”, aseguró Poliszuk. “No sabía si el algoritmo iba a funcionar pero el Pulitzer Center creyó más que nosotros en la idea y por eso estoy muy agradecido”, agregó el periodista.

“Más allá de las denuncias y de las noticias que salen de Venezuela, otra vez en el sur del país están pasando cosas muy graves que no se habían visto y a partir de nuestro trabajo los informes de Naciones Unidas si le han puesto el ojo”, explicó Poliszuk a elDiarioAR. Como consecuencia de la investigación, además, el algoritmo desarrollado para el reportaje fue abierto en Open Data y ha sido utilizado en Brasil.

–¿Cómo llegaste a la conclusión de que debías recurrir a la inteligencia artificial para desarrollar esta investigación? 

–Dicen que los periodistas tenemos obsesiones o temas que nos persiguen y este es uno de los temas que más me importan. En 2006, me enviaron a cubrir la masacre de la Paragua, cuando un grupo de militares del Teatro de Operaciones número 5 asesinó a seis mineros al sur de Venezuela, cerca de Brasil. Entonces los militares bombardearon una mina ilegal. Un exceso, un exabrupto que ahora entendemos que iba más allá. Lo que estaban esperando era su comisión –soborno–; y a partir de ese momento, al darse cuenta de que no podían intervenir directamente han cedido el territorio a mafias. Siempre había cubierto estos temas yendo a una o dos minas ilegales, pero la idea era justamente trascender la denuncia, trascender la crónica. Cuando el periódico El Universal me envió en 2006 a cubrir la masacre de la Paragua, empecé a ver el periodismo de investigación y que el periodismo iba más allá. Hace un par de años, decidí buscar la inteligencia artificial para trascender la denuncia. No estaba seguro de que iba a funcionar, pero sí sabía que de otra manera de seguro no iba a funcionar. El hallazgo es que a partir de allí tuvimos un mapa para poder ir a terreno y constatar las invasiones de estos grupos irregulares, y las violaciones a los derechos humanos que están sufriendo los indígenas de la zona, quienes incluso están siendo esclavizados. Fue una mezcla de metodologías.

–Entre las historias de violaciones a derechos humanos, ¿cuáles fueron los casos que más te impactaron?

–Lo que más me impresionó es que los indígenas están siendo esclavizados o que algunos de ellos, incluso, se están uniendo a estos grupos irregulares. Se están dividiendo y están siendo afectados tanto quienes se unen a los grupos irregulares como quienes están siendo víctimas, forzados a incurrir otra vez en trabajos forzosos. Hay incluso casos de matrimonios mixtos, pues están cambiando todo el tejido social de la selva. El mundo se impresiona y se rasga las vestiduras porque en el sur de China hay campos de concentración con población islámica, pues a mí el gran hallazgo y una de las cosas que más me han sensibilizado de esta investigación es que de este lado del mundo no nos hemos dado cuenta que eso está pasando con los indígenas del Amazonas, en este caso venezolano.

–¿Qué recursos necesita un periodista de investigación para desarrollar su historia con IA?

–Creo que un periodista de investigación lo que tiene que saber es cómo funcionan las cosas. O sea, cuál es la metodología, la mejor metodología para llegar a probar una conclusión, una hipótesis. No soy un geek ni soy un experto en Inteligencia Artificial. Simplemente empecé a averiguar si era posible lograrlo. Y es así como con ayuda de expertos, el Pulitzer Center y Earthrise Media, además de El País de España, empezamos a engranar un equipo multidisciplinario en el que pudimos programar un algoritmo, ver que esta metodología funcionara y probar así los hallazgos. No se trata de un juguete para usar las nuevas tecnologías. Se trata de que se complementen las metodologías. Primero recurrimos a Inteligencia Artificial, pero después fuimos al campo y el trabajo no fue menor, sino que a partir de ese mapa que logramos tener sabíamos a dónde ir. Estamos hablando de un territorio vasto, lleno de accidentes geográficos peligrosos, invadido por estos grupos irregulares y con escasez de todo. Si en Caracas hay escasez de gasolina, imagínate en la selva. Entonces todo este mapa nos permitió hacer una preproducción para saber a dónde ir y sobre todo, cómo ir y con quién contar.

–Además del impacto internacional de la investigación, ¿las autoridades venezolanas han tomado alguna medida a partir de la publicación?

–La Fuerza Armada Nacional Bolivariana dijo que había dinamitado algunas pistas clandestinas después de que nosotros señaláramos dónde estaban y qué papel estaban jugando. Las autoridades lo twittearon, lo sacaron en redes, lo informaron, pero no tenemos constatación de esto ni estamos seguros. En el sur del país, en la selva, está ocurriendo una invasión progresiva y sistemática y las autoridades son ambiguas. Por un lado, dicen que están haciendo, que están desalojando estos grupos, pero por otro lado vemos que continúa la invasión en nuevos territorios. En los últimos informes de la Misión de Determinación de Derechos Humanos, nuestro trabajo ha sido citado y nos han entrevistado. Ha servido para registrar otras violaciones a los derechos humanos que no se habían visto.

Premiadas

“Corredor Furtivo” fue la investigación ganadora en la categoría Medios Grandes. En la misma categoría fue distinguida la investigación “Los bandidos señores de la guerra de Zamfara”, de BBC Africa Eye (Nigeria), un trabajo de dos años que expuso el conflicto en el estado de Zamfara, en el noroeste de Nigeria, que mató a cientos de personas en 2022 y desplazó a cientos de miles más. Tuvo una particularidad: el principal periodista del equipo no pudo recibir en forma presencial su premio porque Suecia le negó la VISA para ingresar al país y acudir a la ceremonia, explicó uno de sus colegas, quien subió a recibir el premio.

“Corriendo un gran riesgo personal, un joven periodista y estudiante de derecho nigeriano, Yusuf Anka, visitó a líderes de bandidos en campamentos remotos en todo el estado, incluido a uno de los hombres que en febrero de 2021 secuestraron a casi 300 niñas de una escuela secundaria en Jangebe”, señaló uno de los integrantes del jurado del certamen. “Demostró una valentía extraordinaria al ir al corazón del conflicto entre grupos étnicos en Nigeria, y estuvo en el lugar casi tan pronto como sucedieron algunos de los acontecimientos. Realmente nos llevó al corazón de una historia que no he visto a nadie más contar”, expuso otro juez del certamen.

Este año, el concurso estuvo abierto a reportajes publicados o emitidos entre 2021 y 2022, e incluyó trabajos sobre una prisión secreta en Bangladesh y fosas comunes en Ucrania. También sobre cómo un hospital de Macedonia del Norte realizó tratamientos de purificación de sangre no autorizados e inseguros a numerosos pacientes con Covid-19, al tiempo que ocultaba información vital sobre los pacientes y presuntamente manipulaba datos sobre infecciones. Este último trabajo (Bad Blood o Sangre Mala) ganó en la categoría de Medios Pequeños.

ED/MG

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