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Postales de hielo, la magia lenta del libro

Debbie Harry en el video de "Heart of Glass" de la banda estadounidense Blondie.

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Uno. Debbie Harry contó en una entrevista que en 1974 vivía con algunos integrantes de Blondie en un departamento tan frío del Bowery, en Nueva York, que tenían que estar adentro con guantes. Así escribían, así ensayaban y así apareció Heart of Glass. O un corazón helado en una casa glacial para un grupo de punks. Un tema, sin embargo, que no terminaba de encontrar su forma: “Fue una de las primeras canciones que compusimos como Blondie, pero no la grabamos de manera adecuada hasta mucho tiempo después. La probamos como balada, como reggae, pero no terminaba de funcionar. En ese momento ni siquiera tenía título. Simplemente la llamábamos ‘el tema disco’”, dijo la cantante. La banda tenía potencia y era parte de una escena, pero no despegaba. En el ‘78 un productor les pidió que le mostraran todo el material que tenían para ver si podía trabajar con ellos. Nada cuajaba hasta que un poco resignados intentaron con ‘el tema disco’ que había permanecido por años guardado (sí, como en un freezer). Probaron, de paso, “un juguete nuevo, una pequeña drum machine Roland”. El productor quedó fascinado. De ese accidente salió un sonido poderoso: un pasaje al new wave. (También la letra era un juego, “una queja lastimera sobre un amor perdido”: Harry reveló que durante mucho tiempo cantaron “pain in the ass” en lugar de “heart of glass” y en alguna versión incluso quedó el chiste dedicado “a nadie en particular”). Del frío a las olas nuevas y luminosas –una forma de combustión, al fin– nació uno de los mejores temas de la historia. Una canción que derrite cuerpos y los hace bailar.

Dos. Lo contamos por acá: la fotógrafa argentina Adriana Lestido viajó a la Antártida pensando que iba de aventura al continente blanco. Pero un contratiempo meteorológico la llevó a quedar atrapada en uno de los lugares más insólitos del planeta: la Isla Decepción, un fragmento de tierra engañoso que en su interior oculta un volcán con forma de herradura. Sí, un volcán en medio del frío del Océano Antártico. Todo quedó, por supuesto, registrado en una serie de fotografías alucinantes que se pueden ver ahora mismo en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires (de paso: también está en cartel el documental Errante, su primera película como directora, donde registra su particular travesía por el Círculo Polar Ártico). Aquellos días en Decepción decantaron a la vez en su libro Antártida negra. Los diarios (Tusquets, 2017). Una suerte de bitácora del desconcierto, la búsqueda de una nueva luz –una forma de desprendimiento, al fin–: el tránsito de la imagen a la palabra

“Ya en la Isla Decepción. El viaje fue bello, momentos de luz mágica. Pero la isla hace honor a su nombre: una desilusión. La fantasía del blanco, el continente blanco, será para otro viaje. Decepción es el lugar menos blanco de la Antártida: es negra. Como la tierra es volcánica, el calor derrite la nieve al toque. Sólo en pleno invierno está blanca. Pero igual tiene lo suyo, es extraña. ¡Fuego bajo el hielo!”, escribió.

Tres. En Hechizo del tiempo, Groundhog Day, El día de la marmota o como sea que hayan llamado a la película por ahí, el meteorólogo televisivo Phil Connors (Bill Murray siempre en nuestros corazones) tiene que viajar para cubrir el llamado Día de la Marmota a un pueblo que detesta. Una fiesta tradicional que atrae a los pobladores y a los medios: se juntan para ver los movimientos de una marmota que determina cuánto tiempo queda para que se termine la estación más fría del año. Esta vez el animal anuncia que la primavera tardará en llegar. Connors graba su nota rápido y, acompañado por un camarógrafo y por su entusiasta productora Rita (Andie MacDowell), emprende el regreso. Pero una tormenta de nieve que ni un experto como él pudo prever lo obliga a quedarse a pasar la noche en el pueblo. La historia –hermosa, de las que más me gustan– nace de ese imprevisto que lo hace meterse en un loop, en un hechizo del tiempo que se repite: el hombre se levanta cada mañana con el despertador cuando marca las 6, suena I Got You Babe en la radio, protesta por el frío o por el desayuno del hotel, camina por el pueblo, se cruza con los mismos habitantes, se enoja, hace su cobertura del Día de la Marmota (“Si quieren una predicción sobre el clima, le están preguntando a la persona equivocada. Les voy a dar una predicción sobre el invierno: va a ser frío, va a ser gris y va a durar hasta el fin de sus días”, dirá en el pico de su ira) y así. Hasta que empieza a ver en la repetición una salida posible del laberinto. Tanto que se vuelve experto en moldear figuras heladas y es la estructura la que le marca que tiene que empezar a ser más cordial, a correrse del centro, a bajar barreras, a aflojarse. También el amor –una forma de deshielo, al fin– y el destello de Rita. 

Me gusta guardar papeles, esquelas, postales o cartas adentro de libros. Una ilusión doméstica: que algún tipo de huella se proyecte, que un pedacito de algo que fue se cuele en lo incierto de los días por venir; que yo misma o alguien abra esas páginas en el futuro y se cruce, como si fueran pisadas en medio de la nieve, con ese rastro misterioso que viene de antes.

Vuelvo a estas imágenes de accidentes, de fríos que duran toda la vida o apenas ratos, de corazones gélidos que, contradiciendo cualquier pronóstico, se animan al deshielo: todas se me cayeron de ese libro misterioso que es la memoria. Sí. Ahora que empezó el invierno y ahora que, de a poco, la luz pareciera hacer más fuerza para estirar los días.

Dejo todo adentro de las páginas de esta nueva entrega de Mil lianas y empezamos.

1. Huesera, de Michelle Garza Cervera. Valeria y Raúl son una pareja que lleva un tiempo con ganas de tener un hijo. O eso parece, desde el comienzo de Huesera, la ópera prima de la cineasta mexicana Michelle Garza Cervera: se los ve modernos, jóvenes, compinches, en un departamento colorido que ella misma decora porque se dedica a la carpintería. Después de varios intentos, lo logran. Pero, lejos de un escenario idílico, desde la confirmación de la noticia Valeria empieza a experimentar distintos crujidos. Primero, en su cuerpo, un territorio mutante a partir del embarazo. También en sus huesos, que parecen tronar cada vez más fuerte. Más adelante, también en su casa, en su pareja, con su familia y en las noches de insomnio, cuando empieza a tener visiones aterradoras que la llevan a angustiarse y a tener todo tipo de problemas.

Con una leyenda popular como punto de partida y también con interrogantes alrededor del deseo de las mujeres, de las imposiciones sociales, de las expectativas y de la maternidad como un destino siempre chirriante, Huesera es un largometraje que transita el género del terror a partir de una historia pequeña y cautivante. De gran calidad técnica y un sonido de impacto, se convirtió en poco tiempo en un éxito del cine mexicano.

Después de su estreno mundial en el prestigioso Festival de Tribeca en 2022, el largometraje llegó a las salas de México y circuló por distintos festivales internacionales, donde tanto la película como su joven realizadora recibieron varios premios. Desde este mes está disponible en Amazon Prime Video.

La película Huesera, de Michelle Garza Cervera, está disponible en Amazon Prime Video.

2. Máquinas de escribir. Desde hace unos días, la editorial y librería porteña Eterna Cadencia lanzó su podcast Máquinas de escribir. Una propuesta sencilla y muy atractiva: se trata de entrevistas realizadas por la periodista y escritora Valeria Tentoni –a cargo, también, del blog del sello–  a distintos autores y autoras. Las conversaciones, tal como cuentan los realizadores, fueron grabadas “en casi todos los rincones de la librería, desde el bar hasta los depósitos”, por lo que en cada entrega se filtra de algún modo el audio de esos espacios de tránsito y de lecturas.

La primera temporada arranca con Alejandra Kamiya (si no la vieron, les recuerdo que en este enlace pueden leer la entrevista que le hice para elDiarioAR) a partir de la salida de su libro La paciencia del agua sobre cada piedra

A lo largo de la charla, la escritora habla de sus inicios, de un curioso concurso literario que ganó ¡en un supermercado!, de sus jornadas de taller con Abelardo Castillo, del tiempo y de eso que, rescatando su tono parecido a esa fluidez del agua sobre lo rígido, eligen nombrar en el podcast como la magia secreta de los libros.

El podcast Máquinas de escribir, de Eterna Cadencia, se puede escuchar en Spotify. La entrevista de elDiarioAR con Alejandra Kamiya está disponible en este enlace.

3. Fotos. Con imágenes inquietantes, con el eje en los 40 años de democracia, con recorridos históricos, con lecturas notables sobre distintos fenómenos sociales. Por estos días se inauguraron en la ciudad de Buenos Aires varias muestras fotográficas con entrada libre y gratuita y de gran calidad en distintos espacios porteños. Una buena oportunidad, además, para acercarse a miradas de grandes fotógrafas y fotógrafos contemporáneos desde distintos ángulos.

Les dejo por acá un repaso que armé, con horarios y la información de cada una de ellas, por si tienen ganas de darse una vuelta.

La nota sobre cinco muestras de fotografías gratuitas para visitar en Buenos Aires se puede leer por acá.

Banda sonora. Hablábamos de Blondie más arriba y algo de su música –y más: el perfume de su época– aparece en uno de los libros que estuve leyendo por estos días. Se trata de Los destrozos, de Bret Easton Ellis (sí, el mismo de American Psycho, que después de más de una década volvió con una historia inquietante). En próximas entregas de Mil lianas les contaré más, pero en este espacio musical quiero detenerme en la banda sonora que acompaña al protagonista de la novela, que está situada a comienzos de las década de los ‘80 y tiene en primer plano a unos adolescentes ricos y cancheros de Los Ángeles en su último año del secundario. Entre tardes en el cine, fiestas en piletas, viajes en descapotables, noches de drogas y encuentros sexuales, se filtran muchísimas canciones de solistas y grupos de esos tiempos, que el autor repone con todo detalle para sumar más elementos a una atmósfera que, a contramano de la ligereza de esas vidas supuestamente acomodadas, se va poniendo cada vez más densa. Alguien se tomó el trabajo de compilar por acá varias de las canciones que se mencionan (hay más o menos una por página, todas buenísimas). Para nuestra banda sonora compartida elegí, entre otros, temas de The Tubes, The Clash, Tom Petty, Elvis Costello y por supuesto Blondie. Como siempre, se escucha en este enlace.

Algo más: por estos días se anunció que en septiembre vendrá Morrissey a la Argentina. Una buena oportunidad para sumar algo de su repertorio a nuestra lista e ir calentando motores.

Por último, mientras algunos tiritamos, otros empiezan a vivir días de recitales al aire libre, calor y baile. Es el caso de Beck y la banda indie Phoenix que se juntaron y, además de salir de gira muy pronto, grabaron un tema súper veraniego que les dejo por acá y también agrego a la playlist.

Bonus track. No tiene fecha de estreno, aunque todos dicen que sucederá “durante el segundo semestre de 2023” y ya se pueden ver imágenes de adelanto que les comparto. El plan parece prometedor: la cineasta Sofia Coppola dirigió la película Priscilla, basada en el libro de  memorias de Priscilla Presley, la ex esposa de Elvis. Cailee Spaeny (tal vez la recuerden por Mare of Easttown) encarna a la protagonista y Jacob Elordi (quizá lo ubiquen por su rol en Euphoria) interpreta al mítico cantante de Memphis.

¡Hasta la próxima!

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