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Días de cristal, mil rutas hasta un padre

Una escena de Superman ante la temible kryptonita.

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Uno. Sé que exagero –somos también eso que decidimos exagerar– y a la vez me muevo en una suerte de vaivén. Noto que se puso un poco de moda en estos días un tipo muy particular de acusación: decirles a otros que son de cristal. Entonces le doy vueltas, me río y me enojo (y de un plumazo la palabra se convierte en un espejo: ahí levanto el dedo, señalo, me veo reflejada). Ni de vidrio, ni de cartón, ni de porcelana. Cristal, directo. Una superficie sofisticada, particular, ñoña. Preciosa por un lado y al mismo tiempo irritante de tan delicada. Al principio era para hablar de manera despectiva de una generación, de los nacidos cerca de los 2000. En poco tiempo la flecha salió en otras direcciones.

Dos. En un episodio reciente del podcast español Deforme semanal ideal total (uno que me divierte bastante y comentamos hace un tiempo por acá) eligieron hablar de la kryptonita de cada una de las conductoras, en referencia a esa sustancia ficticia y radiactiva que dejaba de cama a Superman. “Ese material que es capaz de debilitarnos, de anular nuestros poderes”, dijeron. Una de ellas eligió la risa. Me gustó porque lejos de pensar a la debilidad como un problema, prefirió ir por el lado de la debilidad en el sentido de la atracción, de eso que nos derrite, que nos desacomoda y nos saca de cualquier campo de expectativas. Algo que en esa capacidad de cancelarnos por un rato (¡una cancelación que sí!) habilita un hueco para lo estimulante. En este caso, las personas o las situaciones que le provocan risa, señaló la conductora, son para ella una suerte de kryptonita vital. O una tentación cristalina. Después hizo un repaso muy atractivo por un libro que me dieron ganas de leer, La risa de las mujeres, de la francesa Sabine Melchior-Bonnet, donde la autora hace una historia cultural alrededor del poder de hacer reír y cómo eso por mucho tiempo estuvo alejado de lo esperable en los comportamientos femeninos.

Tres. Algunos usos suaves que fui anotando: una persona de cristal es alguien que pone en primer plano cierta inestabilidad, que no esconde ningún tipo de emoción, que se jacta de algo parecido a la transparencia. Otros menos flexibles: alguien que no tolera ninguna crítica, que se pone siempre en primer plano, que no quiere ir a trabajar porque se le murió el perro (y a este lo dejo ahí porque con estas sentencias que esconden modos de explotación espantosas me vuelvo a enojar, ¡y otra vez me cristalizo!). Algo similar pasó con la palabra tóxico: en algún momento un predicador televisivo la usó para describir vínculos y enseguida aprovechó para vender su expertise única que ayuda a ahuyentar, a cambio de plata, esa nube de radiación peligrosísima. El término pasó después a otros espacios, sirvió para capturar algún sentido más o menos común y el efecto creció hasta lugares insólitos. Una deriva infinita que reúne personas, matrimonios, trabajos, edificios (quien no tenga un grupo de amigos en el que alguien se refiera a algún personaje o a sí mismo como El Tóxico o La Tóxica –parejas, amantes, jefes, parientes, vecinos: vale todo– que tire la primera piedra. Con una amiga lo llevamos a un extremo y directamente nos referimos a alguien como El Chernobyl). Antes radiactivos, sucios, venenosos. Ahora de cristal.

Cuatro. Pero más que la palabra –o tal vez desde la palabra– me quedo en el dedo que señala a ese otro, al frágil, al precario, al que se rompe supuestamente por cualquier cosa: ¿de qué material estará hecho? ¿En qué espejo se mira? ¿A qué dirección apunta?

Cinco. Desde que escuché el podcast veo kryptonitas por todos lados (esas que nos hacen tambalear y también nos sacuden del lugar común). Desde que empecé a anotar las situaciones en las que se acusa a otros de ser de cristal veo crujidos por todos lados.

Seis. Nuestra vida es un lecho de cristal, un lecho de cristal para los dos, escucho en repeat. Y canto.

Arranca una nueva edición de Mil lianas. Esta vez con un cartel que previene: tratar con cuidado.

1. A través del bosque, de Laura Alcoba. “Este libro se inspira en hechos reales. Las identidades fueron cambiadas de manera voluntaria, al igual que ciertas circunstancias, para preservar la vida actual de las personas involucradas en esta historia”, se lee en A través del bosque (Alfaguara, 2023), el nuevo libro de Laura Alcoba que acaba de editarse en español con traducción de Eduardo Berti (más abajo, si se quedan, volveremos a él).

Es que la escritora, tal como apuntamos por aquí, nació en la Argentina pero vive desde los 10 años en Francia, donde debió exiliarse junto a su madre durante la dictadura militar. En esta oportunidad, la autora de La casa de los conejos se aproxima a aquellos tiempos de su infancia y destierro, pero no para concentrarse en su círculo familiar, tal como planteaba en sus libros El azul de las abejas y La danza de la araña, sino para recuperar una historia de otros exiliados argentinos. Una mañana helada de 1984, una mujer que en el libro se llama Griselda llena la bañera y ahoga allí a sus dos hijos menores (en el relato, Sacha y Boris), quienes mueren en el acto. Empapada y con lo puesto, cruza la calle para retirar de la escuela a su hija mayor, Flavia, de apenas seis años. 

A partir de esa escena estremecedora, Alcoba reconstruye tres décadas después aquellos hechos, va y viene en el tiempo, habla con todos los protagonistas (Flavia, la hija sobreviviente hoy fotógrafa de profesión, describe a Griselda como una madre “presente y muy amorosa”) y, sobre todo, hace preguntas. A partir de una narración deslumbrante, la escritora logra aproximarse de esta manera a eso que parece inconcebible y atraviesa ese bosque perturbador más interesada en los resquicios que en las respuestas. Como si maniobrara aros de fuego, con delicadeza y precisión logra darle forma a un enigma y, en ese movimiento sutil, a un libro extraordinario.

En una entrevista reciente con la agencia Télam, Alcoba aseguró: “(El libro) se publicó hace un año y medio en Francia, tuve devoluciones muy cálidas de escritores que admiro como Annie Ernaux. Encontré en varias reacciones o lecturas gente que me decía 'con un tema así, no nos esperábamos cerrar el libro y quedarnos con un sentimiento de paz' y fue una satisfacción (que eso sucediera). Yo misma tenía miedo del tema”.

A través del bosque, de Laura Alcoba, salió por Alfaguara.

2. Un hijo extranjero, de Eduardo Berti. “¿Puedo romper lo lineal de mi historia familiar? ¿Puedo examinar la tierra de la infancia de mi padre sin hacerlo desde el futuro que hoy ocupo en calidad de descendiente? Lo más importante, cavilo, es separar la infancia de mi padre del presente de Rumania”, dice el autor. En Un hijo extranjero (Híbrida Editora, 2023) el escritor Eduardo Berti ofrece la bitácora de un viaje lleno de escollos y al mismo tiempo una suerte de coda de Un padre extranjero, un libro que había publicado en 2016. Ocurrió que, luego de que saliera a la luz esa publicación, en la que indagaba sobre algunos secretos de su progenitor, un amigo le envió un material que venía a completar el cuadro familiar. O a remendar algunos de sus agujeros: se trataba del legajo que su padre, nacido en Rumania, presentó ante las autoridades locales en la década de 1950 para naturalizarse argentino. 

Con ese documento como puntapié, que traía entre otros datos la dirección de la casa natal de su padre en la ciudad rumana de Galați, Berti decide ahora ir a esa tierra para seguir indagando en un pasado que, lejos de seguir líneas o direcciones unívocas, se propone como un conjunto de trazos incompletos, con mil rutas posibles. Mediante observaciones sobre el pasado, la memoria y la escritura, con una prosa fluida y también con fotografías que complementan su recorrido, el escritor sigue así un itinerario detrás de huellas que se van borrando y que, en esa evanescencia, logran capturar con palabras escenas indelebles.

El libro Un hijo extranjero, de Eduardo Berti, salió por Híbrida Editora.

3. Escritores y documentales. En la Argentina, cada 13 de junio, en homenaje a la fecha en la que nació el poeta, cuentista, novelista y ensayista Leopoldo Lugones, se celebra el Día del escritor y de la escritora. Aproveché esa fecha esta semana para rescatar algunos documentales, registros históricos y especiales de televisión que de modos sorprendentes celebran la obra de grandes autores del país. De Manuel Puig a Aurora Venturini, pasando por Ricardo Piglia, Jorge Luis Borges y Alejandra Pizarnik, entre otros, todos los materiales están disponibles en distintas plataformas para ver online.

El repaso por ocho documentales online sobre la obra y la vida de grandes autores de Argentina se puede leer por acá.

Banda sonora. Leí con muchísimo gusto esta columna que escribió Alexandra Kohan, donde cruza asuntos alrededor del juego, la lectura, lo sagrado y la profanación para rescatar, afortunadamente, la noción de versión. Eso que es incertidumbre, que irrumpe y se choca contra las paredes del tedio, que juguetea, que sin solemnidad suena, como cita la autora, “un solo rato no más”.

Por estos días estuve, justamente, escuchando varios discos de versiones. El de Fito Páez que ella nombra en su texto (me engancharon especialmente Detrás del muro de los lamentos y La rueda mágica de EADDA9223; el resto más o menos). Pero también, como comentamos en otras entregas de esta banda sonora, Hotel Miranda! y sus versiones con invitados especiales (en particular, la de Tu misterioso alguien con Andrés Calamaro). Por último, como volvió a los escenarios el último fin de semana para dar su primer show completo después de más de 20 años, también escuché a Joni Mitchell y varias de sus canciones en vivo.

Un poco de todo esto se suma a nuestra lista compartida que todas las semanas crece y pueden escuchar por acá. Aprovecho para agradecerles que cada vez seamos más en ese espacio también.

Bonus track. Cuando me fui no me alejé, para seguir citando canciones. Me tomé unos días de descanso, pero esos asuntos a los que siempre estamos volviendo no dejan de acompañarnos, incluso cuando creemos estar en pausa. En este caso, otra historia de la saga de impostores que escribo y pueden leer completa por acá. Esta vez me metí para indagar un poco en la curiosa vida de uno de los máximos falsificadores de artes plásticas de todos los tiempos. Pueden encontrar el texto en este enlace. La nota, además, viene con comentarios sobre un documental, un libro y un podcast que pueden servir como complementos si se enganchan con el personaje.

Bonus track II. Como imagino que algunos de ustedes tendrán jornadas de tranquilidad y tiempo libre por los feriados que se vienen, les dejo como recordatorio algunas listas si necesitan planes: cinco documentales de los Oscar 2023 para ver por streaming; una selección con trece películas y series ganadoras en los Golden Globes disponibles online; un rescate con doce libros de no ficción de 2022 destacados: de Walsh a Malvinas, del cuerpo a las memorias eclécticas; un repaso por algunas series esperadas que están volviendo por estos días.

¡Hasta la próxima!

AL

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