De publicar hasta el desayuno a las cero fotos: por qué mucha gente ya no comparte su vida en redes

“En Instagram rara vez me suelen salir cosas de mis amigos. No suelen subir fotos. Sobre todo lo que me aparece es contenido. Y yo a día de hoy me meto, pero no publico”, dice Isabel, de 55 años. “Tengo solo una publicación, una foto mía. Antes tenía cero”, cuenta Anna, de 18 años. “Tengo cuatro publicaciones en Instagram, pero son fotos que subí hace mucho tiempo”, expresa Lucas, de la misma edad que Anna. Cristina (35 años) analiza también su perfil digital, y expone: “El año pasado subí seis posts. Antes eran muchísimos más. Cambió mucho mi manera de consumir redes y también de mostrarme”.
Estos testimonios resumen un cambio en la forma de usar las redes sociales, marcado por un hastío crónico y generalizado, que esta temporada señalaba el analista de cultura digital Kyle Chayka desde su columna en el New Yorker. Y es también uno de los fenómenos que el mismo periodista ponía encima de la mesa con Mundofiltro: Cómo los algoritmos han aplanado la cultura (Gatopardo Ediciones). “Instagram dejó de ser una corriente lineal de fotos subidas por amigos para convertirse en un chorro de videos, publicidades y publicaciones recomendadas”, analiza Chayka en uno de los capítulos.
“Si hoy Facebook es una autopista frenética con desvíos e incorporaciones cada pocos segundos, en la década de 2000 era más bien como una sala de recreo de una escuela secundaria donde solo pueden reunirse unas cuantas personas a la vez”, cita también en el ensayo.
Instagram dejó de ser una corriente lineal de fotos subidas por amigos para convertirse en un chorro de videos, publicidades y publicaciones recomendadas
Isabel, por ejemplo, explica que para ella actualmente Instagram es como “una especie de revista”, y que sus amigas la usan de forma similar. Cristina lo expresa de forma parecida: “Mi generación [millenial] la usa para ver contenido, posts sobre libros, sobre noticias... Digamos que antes leías un diario, y ahora entrás en Instagram. Ahí seguís a diferentes medios. Es una fuente de ‘conocimiento’ y además te sugiere cosas”.
Y es que, efectivamente, estas plataformas ya no son aquellos espacios virtuales a través de los que meramente nos relacionábamos con nuestros amigos, profundiza Liliana Arroyo, doctora en sociología especializada en innovación social digital y docente de ESADE (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas). “Aún seguimos a nuestros amigos, pero es cierto que sobre todo usamos las redes como lugares donde descubrir contenidos que nos interesen, que nos entretengan”.
De la ‘plaza pública digital’ al entretenimiento pasivo
La empresa estadounidense de análisis de datos y sondeos de opinión Morning Consult, publicó un estudio en 2023 que mostraba que en torno al 60% de los usuarios de redes sociales afirmaba haberse vuelto más selectivo con lo que publicaba. Este año, otra encuesta de la misma empresa sostiene que un 28% de los adultos declara haber posteado menos en el último año. Es en la Generación Z en la que más se observa esta tendencia: el 33% así lo asegura.
“La ambición original de las redes sociales podría haber sido servir como una plaza pública digital, pero [...] se están convirtiendo cada vez más en una forma de entretenimiento pasivo producido por unos pocos. Cada vez más, los usuarios las ven como un pasatiempo, en lugar de como un medio para compartir proactivamente sus propios pensamientos, opiniones y experiencias”, se razona en el informe.
Cada vez más, los usuarios ven las redes como un pasatiempo, en lugar de como un medio para compartir proactivamente sus propios pensamientos, opiniones y experiencias
Mundofiltro desgrana cómo se fueron transformando redes como Instagram o Facebook. Al principio el contenido era “más o menos cronológico”, pero a partir de la década de 2010 la llamada algoritmización comenzó a intensificarse. “En 2015 Instagram incorporó publicidad [...] y pasó de ser un flujo de imágenes fijas a añadir las historias, unas publicaciones efímeras que imitaban a Snapchat; Instagram TV, para videos más largos; y finalmente Reels, para videos cortos que copian a TikTok”, relata Chayka.
“El primer gran cambio fue el del feed cronológico al personalizado porque de repente las redes empiezan a ofrecernos solamente contenido que nos interesa, por lo que se originan las cámaras de eco y las ‘burbujas de filtro’ [estado de aislamiento intelectual provocado por los algoritmos de las plataformas de Internet] y cambia nuestra percepción sobre lo que hay dentro y lo que hay fuera de las redes”, desarrolla la socióloga Liliana Arroyo.
El primer gran cambio fue el del 'feed' cronológico al personalizado porque de repente las redes empiezan a ofrecernos solamente contenido que nos interesa, por lo que se originan las cámaras de eco y las ‘burbujas de filtro
Por qué cada vez publicamos menos
Con todos estos cambios, y con la expansión de las comunidades de usuarios, nace un tipo de vértigo: “Al principio yo no tenía el conocimiento de que esas fotos, al tener el perfil público, las podía llegar a ver, por ejemplo, toda España. Ahora me da respeto, pudor. Es mi vida privada. Eso de que personas que no conozco de nada del otro lado del mundo puedan ver que yo estoy, por ejemplo, de viaje, no me gusta. Puede llegar a seguirte y a hablarte algún desaprensivo”, explica Isabel. “Instagram y Facebook se han hecho ya algo muy grande, demasiado grande”, resume.
Al principio yo no tenía el conocimiento de que esas fotos, al tener el perfil público, las podía llegar a ver, por ejemplo, toda España. Ahora me da respeto, pudor. Es mi vida privada
Y es que antes el alcance de Instagram era limitado, por lo que sabías que solo unos cuantos amigos verían tus publicaciones, pero ahora es diferente. “Hemos desarrollado expectativas sobre cómo viaja por la red el contenido que publicamos; es decir, por lo general esperamos que viaje lo más lejos posible”, reflexiona el periodista en el ensayo. Ahora existe la posibilidad, o la amenaza, de la fama viral.
Con ello se perdió cierta espontaneidad. “Antes no tenían un propósito, no había influencers. Se trataba de subir tu día a día y ya está. No te pensabas tanto el qué subo, cómo lo subo. Ahora todo se planifica más”, detalla Cristina. “En redes como Instagram la construcción de la identidad ya está muy manufacturada”, sostiene Arroyo.
Y subraya que también se fue agrandando la presión estética y social a la par que lo hizo la ventana de exposición, un problema que se agudizó con la llegada de los filtros, continúa la experta. Anna lo ratifica: “Influye el hecho de que haya tantas personas dedicándose profesionalmente a las redes sociales, subiendo fotos muy profesionales y cuidadas. Cada día en la escuela mis amigas me dicen que cuando ven a una influencer que publica fotos y que sale lindísima, eso les baja mucho la autoestima”.
Yo siento que las publicaciones ya no tienen sentido cuando existen las historias
Ahora se opta, por tanto, por lo volátil y se huye de la permanencia. Muchos también tienen más presente la privacidad. “Yo siento que las publicaciones ya no tienen sentido cuando existen las historias. Además, si subo alguna historia un poco más seria, de algo más personal, la subo a ‘Mejores amigos’. Mis stories públicas suelen ser más impersonales”, explica Lucas.
En una generación se redujo el volumen de contenido que los usuarios publican sobre su día a día: El 20% de los millenials tiende a publicar fotos o videos sobre sus actividades cotidianas, en comparación con el 13% de los Gen Z.
“Las publicaciones a veces tienen que cumplir con ciertos estándares que nosotras mismas nos impusimos”, prosigue Anna. A Cristina, pese a ser casi 20 años más mayor, le pasa lo mismo: “La mayoría de fotos que hago no quiero que se queden en el feed porque muchas de ellas no siento que me definan. Sin embargo, las historias son efímeras. Solo subo como publicación cosas muy concretas. Por ejemplo: fotos de mi cumpleaños, o momentos clave (si hice una excursión con amigas, etc.)”.
La ansiedad asociada a las redes sociales
Además de una fuerte dependencia, las redes también pueden generar ansiedad: “Antes no ocurría, pero ahora sí, porque te comparás todo el tiempo. Pensás: ‘Cuánto va esta de viaje, o cuánto lee, o cuánto hace en su día a día…’. Nos causa mucha más angustia porque la red ahora todo el tiempo te lleva a pensar sobre cómo podés hacer mejor tu vida”, profundiza Cristina.
Las enfermedades mentales en jóvenes de hasta 20 años en España, a partir de 2012, sufrieron un ascenso explosivo, en especial en niñas, y hay estudios que lo correlacionan directamente con el (mal) uso de Internet y las redes sociales. En la encuesta de Morning Consult citada, el 27% de aquellos que publicaban menos lo atribuía a problemas de salud mental.
En la encuesta de Morning Consult el 27% de aquellos que publicaban menos lo atribuía a problemas de salud mental
“Antes era todo más espontáneo. Subías una foto sin pensarlo mucho. Ahora hay mucha más comparación, más presión por likes, por cuidar la estética del feed y por mantener una imagen. Eso genera dudas en una misma”, prosigue Anna. Chayka lo resume de esta forma: “Extrañaba la vieja sensación de intimidad, Internet como lugar privado, como escondite frente a la vida real, y no como una fuerza que la condiciona. [...] Todo se producía a menor escala. No había ejércitos de trolls o bots que hostigasen al usuario individual”.
“Tienen una afectación directa en el estado de ánimo y la autoestima, porque juegan con los contenidos que podemos ver, con los referentes, con los cánones de belleza y de lo que es esperable. Está demostrado que el 30% de las personas que tienen algún cuadro de ansiedad o depresión, especialmente las chicas, cuando tienen un tiempo de larga exposición a redes sociales, se sienten todavía peor. Pero cada vez es más importante para los chicos también la presión estética ejercida por ellas (sobre todo en cuanto a lo que tiene que ver con la musculatura)”, abunda Arroyo.
Así como construir una presa en un río altera todo un ecosistema, todos estos cambios del mundo virtual tuvieron “consecuencias culturales vastas, inesperadas para los usuarios y tal vez también para las propias empresas”, sintetiza Chayka.
0