Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Astronomía

El planeta enano Ceres tuvo un océano rico en energía química: así pudo ser habitable en el pasado

El planeta enano Ceres se muestra en estas representaciones con colores mejorados, basadas en imágenes de la misión Dawn de la NASA. Nuevos modelos térmicos y químicos basados en los datos de la misión indican que Ceres pudo haber tenido hace mucho tiempo condiciones propicias para la vida

Ada Sanuy

0

Un nuevo estudio publicado en Science Advances sostiene que el planeta enano Ceres, situado en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, pudo haber albergado condiciones habitables durante un largo periodo de su historia. El trabajo, firmado por investigadores de la NASA y varias universidades estadounidenses, concluye que la transformación mineralógica en el interior rocoso de Ceres liberó fluidos ricos en hidrógeno y dióxido de carbono capaces de generar la energía química necesaria para sustentar comunidades microbianas primitivas.

Los autores explican que las observaciones de la misión Dawn ya habían revelado que Ceres albergó un océano global en su pasado. Sin embargo, hasta ahora persistían las dudas sobre cuánto tiempo se mantuvo líquido y si dispuso de fuentes energéticas aprovechables para la vida. Según el nuevo modelo químico y térmico, entre 500 millones y 2.000 millones de años después de su formación el núcleo alcanzó temperaturas superiores a 550 kelvin, provocando un metamorfismo que liberó agua y gases al océano interno. Ese desequilibrio redox habría permitido procesos como la metanogénesis, un metabolismo conocido en microorganismos terrestres.

Dependía de la energía química

El estudio señala que la habitabilidad de Ceres dependía menos de la mera presencia de agua líquida y más de la disponibilidad de energía química. Durante el pico de actividad, el flujo de fluidos desde las profundidades pudo albergar una comunidad de cientos de billones de microbios, aunque en concentraciones mucho menores que las registradas en los fondos oceánicos de la Tierra. Los investigadores subrayan que no se trata de pruebas de vida, sino de una evaluación de la “ventana temporal” en la que el planeta enano habría reunido las condiciones necesarias.

Temperaturas demasiado bajas

Hoy en día, Ceres apenas mantendría una fina película de aguas saladas muy frías bajo su superficie helada, con temperaturas de entre -63 y -23 ºC, demasiado bajas para albergar vida en las condiciones que conocemos en nuestro planeta. El progresivo enfriamiento de su interior en los últimos mil millones de años habría reducido la actividad química hasta hacerla prácticamente inexistente. Aun así, en la superficie se observan depósitos de sales y carbonatos que revelan la persistencia de líquidos salinos en tiempos geológicamente recientes.

La investigación plantea que este tipo de procesos no serían exclusivos de Ceres, sino comunes en otros cuerpos helados de tamaño medio del sistema solar, como algunas lunas de Saturno y Urano. Estos mundos, con diámetros de entre 500 y 1.000 kilómetros, podrían haber vivido fases de habitabilidad dinámica gracias al calor interno y a la liberación de fluidos desde sus núcleos rocosos. De hecho, los autores consideran que constituyeron el ambiente habitable más abundante en los primeros tiempos del sistema solar.

Ceres, un laboratorio natural privilegiado

El trabajo también explora escenarios alternativos en función de la composición inicial de Ceres. Si el planeta enano se formó con mayor abundancia de material orgánico, el calor interno habría sido menor y el proceso de metamorfismo menos intenso, lo que reduciría sus posibilidades de habitabilidad. En cualquier caso, los investigadores insisten en que comprender estos mecanismos es esencial para evaluar la potencial biología de otros mundos oceánicos.

La comunidad científica ve en Ceres un laboratorio natural privilegiado porque, a diferencia de lunas como Europa o Encélado, no está sometido a fuerzas de marea que compliquen su evolución. Por ello, estudiar sus registros geológicos y químicos puede ofrecer claves extrapolables a muchos otros cuerpos helados. Una misión de retorno de muestras de sus depósitos salinos, propuesta en la hoja de ruta de exploración planetaria de la NASA, podría confirmar si los fluidos metamórficos dejaron huellas detectables en la superficie.

El hallazgo refuerza la idea de que la vida no requiere necesariamente océanos superficiales cálidos y bañados por la luz solar. En su lugar, podría surgir y mantenerse en ambientes oscuros y salinos, siempre que exista un flujo constante de energía química. Ceres, el mayor objeto del cinturón de asteroides, se perfila así como un ejemplo clave para repensar qué mundos del sistema solar pudieron ser habitables y durante cuánto tiempo.

Etiquetas
stats