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Minería de criptomonedas, el nuevo boom de los que quieren ser millonarios desde sus casas

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Delfina Torres Cabreros

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Una habitación completa de su casa familiar en Resistencia, Chaco, está tomada por las máquinas. Placas de video acomodadas en la posición precisa para que no se arrojen unas a otras el aire caliente, cables de colores, sistema de refrigeración, una pantalla negra en la que brillan códigos cambiantes las 24 horas del día. Y un zumbido, que Joy Koloff dice que es leve y que no molesta. Koloff tiene 26 años, es desarrollador y diseñador gráfico e invierte en criptomonedas desde que tiene 21, pero hace algunos años, en una conferencia sobre el tema en Córdoba, conoció a una persona que le dijo que además de comprarlas podía participar activamente del sistema y obtener un rédito por eso. Lo que se dice, en la jerga, “minar” criptomonedas. 

La tecnología detrás de las criptomonedas (de las cuales Bitcoin y Ethereum son las más populares) se denomina blockchain o cadena de bloques. Según detalla en un estudio del especialista Marcos Zocaro, la blockchain se puede imaginar como “un gran libro electrónico de actas donde se registran operaciones o sucesos, pero en lugar de existir un escribano que certifique estas actas una a una, esta validación la efectúan ciertos usuarios del sistema (mineros), sin necesidad de agentes externos o intermediarios”. Es una red global y descentralizado: sin Bancos Centrales, Estados ni territorios. 

Los mineros, conectados al sistema con equipos informáticos y determinado hardware, son los responsables de verificar e incorporar al blockchain todas estas “transacciones” y reciben una recompensa por eso, en la misma moneda que minan. Esa ganancia se puede utilizar luego para hacer otras transacciones (Joy pagó su nuevo celular con Ethereum) o se pueden convertir a dólares, entre otras opciones. 

La minería se puede hacer a gran escala y, de hecho, hay empresas argentinas especializadas en eso como Bitpatagonia, que invirtió US$10 millones en dos enormes “granjas” en Tierra del Fuego, una zona convenientemente fría que permite ahorrar gastos en refrigeración de los equipos. Pero puede hacerse también en cualquier lado que disponga de  servicio de internet y electricidad, y cada vez más hay personas que lo hacen en sus casas, incentivados por la suba en la cotización de las criptomonedas y el bajo costo de la energía en la Argentina. 

“Cuando empecé tenía el rig [el equipo con todos los componentes ya montados] en mi habitación y muchos chicos lo tienen en el living, en la cocina, donde sea que esté más fresco. Las madres lo ven ahí y dicen ‘es el emprendimiento de mi hijo’. Cuando ven que con eso pagás la factura de luz, internet y que te comprás un celular, ya no tienen mucho para decir”, cuenta Joy. 

¿Es posible hacerse millonario minando? Joy dice que sí y que muchos efectivamente se hicieron millonarios, pero que es una inversión que tiene también mucho riesgo (cambios en la cotización, en el hardware, problemas en los equipos, posibles aumentos en el costo de la energía) y que además hay que contemplar que se demora alrededor de un año en recuperar la inversión. Él lo define como un “emprendimiento exponencial”. “A mí la minería me da para vivir y me deja totalmente tranquilo, pero yo uso mis ganancias para invertir en las máquinas, porque a medida que crece el equipo crece la ganancia. Yo me armé máquinas que tienen el valor de una propiedad, pero tengo amigos que lo usan en cosas y lo están disfrutando muchísimo”. 

—¿En qué cosas lo usan?

—Están buceando en el Caribe, viviendo en Panamá, viajando a Japón. Porque además esto es algo que uno no lo hace solo, siempre se suman amigos que pagan una comisión y entran. Entonces después termina siendo un grupo de cinco amigos con una mina enorme que se va de viaje a Las Vegas o a donde quieran.

Según sus números, una máquina que consume 2.000 kWh al mes [el promedio del consumo de energía eléctrica promedio en los hogares argentinos va de 150 a 300 mensuales], da una ganancia de 0,57% Ethers [la moneda de Ethereum]. “Son US$1.365 mensuales y a eso le deberíamos descontar unos US$103 de electricidad acá en el norte argentino. Desde mi punto de vista hoy no hay otro negocio que te pueda dar esta rentabilidad”, dice Joy, que como la mayoría de los mineros es estudioso de las criptos y hábil con la tecnología.  

Si bien pueden hacerse comentarios desde el punto de vista ambiental (y, de hecho, Bitcoin se desplomó luego de ser cuestionada por Elon Musk por ese tema y Ethereum prometió cambiar sus sistema de generación en el corto plazo), desde el punto de vista del costo, quienes minan coinciden en que el gasto de energía no es un problema. Al final del día, es una tarifa subsidiada y en pesos contra una ganancia diaria en dólares.

Pablo* tiene 41 años y entró a la minería para buscar una alternativa de ingresos a su negocio de cabecera, siempre fluctuante: la producción de televisión. En enero, cuando la cotización de Bitcoin y Ethereum estaba en plena escalada, su socio le sugirió comprar las máquinas y a eso se dedicaron durante días, porque conseguir los elementos les resultó muy difícil. “Había escasez de componentes. Compramos un rig armado que tardó en llegar y otro lo armé yo, que entiendo bastante de computación pero igual me pasé noches sin dormir, mirando tutoriales en YouTube. Teníamos que ponerlas a trabajar rápido para no perder plata”, relata.  

“Nos recontra endeudamos, pero ya recuperamos el 60%. La idea es estar saldados en octubre y que a partir de ahí sea ganancia, pasa que es un negocio que cambia todo el tiempo”, dice Pablo, que busca “desalentar” a todos los que quieren entrar pero no están completamente seguros. “Hay tanta variable impredecible que casi que es un poco sentirla y creer que va a funcionar: una corazonada”, dice. 

Mientras terminaba de acomodar las máquinas y probarlas, Pablo las tuvo en su casa. Él hacía homeffice al lado de una y su mujer al lado de la otra. Después alquiló una oficina específicamente para tener los equipos y llevó un electricista para asegurar las conexiones. También empezó a ofrecer el servicio de armado y mantenimiento para otros. Uno de sus primeros clientes fue el padre de Pablo, un ingeniero jubilado de 75 años;  le encargó una máquina que desde hace tres meses tiene funcionando las 24 horas en el garaje de su casa y que monitorea con obsesión. “Se pasa el día investigando”, cuenta Pablo. 

José y Nicolás tienen un negocio de insumos de computación que en el último año se “dejó llevar por la corriente” y terminó convirtiéndose en una tienda virtual llamada Minero Corneta. Los mismos insumos que les vendían antes a los gamers los compran ahora personas que se dedican a las criptomonedas, dado que la mayoría son genéricos de computación.

“Hoy lo que mueve la aguja es el valor de las placas de video, que es el 90% de la inversión. Además, hay una escasez impresionante, lo que genera que los precios y stocks se muevan como locos”, explica José. Según completa su colega, en octubre de 2020 las placas rondaban los $23.000 y con el salto en la cotización de las monedas digitales pasaron al orden de los $160.000.

Según la estimación de los vendedores, para comenzar se necesita gastar alrededor de $140.000 en componentes y a eso sumarle las placas de video. Una, seis, ocho; la cantidad que se pueda. Las más codiciadas son las “3070” —tienen buena potencia, gastan poca energía y no calientan tanto, explican—, que rondan los US$2.400 cada una. Este insumo solo se fabrica en China (el principal país minero, por otra parte) y como “literalmente, todo el mundo está minando”, llegan pocas a la Argentina. 

Si bien al principio el público de la tienda era mayoritariamente chicos muy jóvenes con inquietudes vinculadas a la computación, las finanzas descentralizadas y cierta ideología liberal, eso se fue ampliando. “Hoy puede venir un pibe de un barrio humilde en colectivo que compra tres partes, se la lleva en la mochila, ve como lo arma y vuelve después a buscar otra cosa o también alguien que escuchó de esto y no tiene mucha idea, pero sí algunos dólares guardados y le interesa como inversión”, detalla Nicolás. Por eso en su tienda venden, entre otras cosas, rigs “llave en mano”, listos para enchufar. 

Hoy muchas personas llegan a la minería atraídos por las cotizaciones, pero quienes están más metidos en el negocio repiten que se pierde de vista lo más importante: que es una tecnología que está revolucionando el mundo. “Con un rig en tu casa, desde Hong Kong o Argentina, sostenés un sistema financiero descentralizado, sin intervención de Estados, bancos centrales ni ninguna institución. Cuando la gente toma conciencia de eso, se distancia un poco del dato de la cotización”, aseguran los dueños de la tienda. El economista Pablo Mira lo describió esta semana en una columna sobre la “psicología Bitcoin”: “Como en un comic de Marvel, estos avengers pelean por la libertad y, según prometen, ella traerá beneficios económicos potencialmente infinitos para la sociedad toda”.

*Algunos nombres fueron cambiados a pedido de las fuentes.

DT

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