Sin dinero para la hipoteca, las facturas y la comida por el cierre del gobierno: así son las colas de empleados públicos en EEUU para buscar alimentos
 
            
            Estados Unidos es ese país en el que el presidente, Donald Trump, dispone de 20.000 millones para rescatar a la Argentina de Javier Milei antes de las elecciones, pero no libera 5.000 millones para prorrogar los subsidios a la compra de alimentos para las familias vulnerables (SNAP). El país cumple este viernes 30 días de cierre del gobierno (shutdown), que supone una limitación de los gastos federales por la no aprobación de las cuentas en el Capitolio. Y eso supone que se cortan los fondos públicos para partidas como el SNAP, pero también para el programa WIC para los recién nacidos, así como los salarios de funcionarios federales, con la excepción de algunos puestos de trabajo esenciales como los militares.
Y, en ese momento, aparecen las colas del hambre por las ciudades, los programas sociales se quedan sin fondos, hay millones de familias que no tienen para comer, niños sin leche en polvo y escuelas infantiles que se cierran. Del mismo modo, hay controladores aéreos que ya no reciben sus salarios, y los parques dejan de cuidarse, los museos llevan semanas cerrados y los correos no llegan a sus destinos.
EEUU es ese país en el que mientras no hay dinero federal para programas sociales por el cierre del gobierno, sí lo hay para lanzar una campaña de contratación para agentes antimigración del ICE y para que el Departamento de Seguridad Nacional compre dos aviones privados Gulfstream para su responsable, Kristi Noem, con un coste de 172 millones de dólares en pleno cierre del gobierno. También es ese país en el que hay recursos para demoler el Ala Este de la Casa Blanca para construir el salón de baile de Trump; para asesinar extrajudicialmente a 61 personas en el Caribe y el Pacífico... Incluso para movilizar un portaaviones hasta esa zona y así intimidar aún más a los gobiernos de Venezuela y Colombia.
EEUU también es ese país en el que hay colas de empleados públicos en bancos de alimentos porque no tienen para comprar comida, pero al mismo tiempo sí hay dinero para que el presidente se pase los fines de semana jugando al golf o presumiendo en sus viajes por todo el mundo de sus habilidades para llevar “billones de dólares” al país y la paz a todos los confines del planeta.
Y este jueves por la noche, Trump ha dado la orden de buscar el atajo para reabrir el gobierno sin negociar con los demócratas las ayudas para los seguros médicos a través del Obamacare: el presidente de EEUU ha pedido activar la “opción nuclear” y forzar que las cuentas sean aprobadas por mayoría simple.
A diferencia de países como España, en EEUU las nóminas a veces son semanales, a menudo son quincenales y en ocasiones pueden ser mensuales. Y eso significa que ya hay empleados federales que ya han empezado a no recibir sus salarios, a consecuencia del cierre del gobierno que arrancó el pasado 1 de octubre, y que se encuentran con grandes dificultades para pagar la hipoteca, las facturas de los suministros y la comida para sus familias.
“Sabemos que con cada semana que pasa, si el gobierno sigue cerrado, cada vez más personas se quedarán sin ahorros y necesitarán apoyo para alimentar a sus familias”. Quien habla es Radha Muthiah, la presidenta de Capital Area Food Bank, un banco de alimentos que ha abierto cinco nuevos puestos alrededor de Washington DC para atender a empleados federales y que este martes se encontraba en el puesto habilitado en Maryland.
El puesto, que abre entre las 12.00 y las 14.00, ya presentaba este martes una larga cola media hora antes de arrancar. Cuando abre, las personas van pasando a puñados a una carpa donde se toma nota de la credencial que acredita a la persona que es empleado de alguna agencia federal para, a continuación, ir a las mesas con comida.
En las mesas se cuida que haya alimentos saludables, explican los voluntarios. Una de las personas que están repartiendo verduras, Agnes, tiene una granja en la localidad próxima de Brandywine, y se ha presentado en el puesto a repartir parte de su producción: “Tengo nabos, pimientos, cebollas verdes, pepinos, verduras... Hay que ayudar, este cierre nos afecta a todos, y estaré encantada de hacerlo el tiempo que sea necesario. Tengo una granja y un producto que estoy encantada de ofrecer”.
“La semana pasada esperábamos atender a 150 familias”, dice Muthiah, “y en la primera media hora nos dimos cuenta de que necesitábamos duplicar la cantidad. Y esta semana hemos añadido aún más comida. Habrás visto la cola que se extiende por todo el barrio”.
Una mujer que está en la cola cuenta que está negociando las facturas de los suministros con las compañías y que está hablando con la entidad hipotecaria para ver cómo puede aplazar sus pagos.
“Trabaja para el USDA”, explica Muthiah, “concretamente para el programa SNAP [Supplemental Nutrition Assistance Program], que se encarga de la seguridad alimentaria y nutricional. Y contaba que la situación solo empeoraría si el programa SNAP se interrumpía este sábado [cosa que va a pasar salvo que haya un giro radical de los acontecimientos]. Miles de personas más necesitarían alimentos. Nuestra preocupación ahora es qué sucederá el 1 de noviembre con el SNAP. Hay 400.000 personas en toda la región metropolitana de Washington que dependen de los subsidios del SNAP. El subsidio medio del SNAP es de 330 dólares para una familia de dos. Si se interrumpiera y no se pagara durante el mes de noviembre, serían 80 comidas que desaparecerían de las mesas de estas personas. Eso nos preocupa enormemente”.
 
            Ante el riesgo de que el SNAP decaiga este 1 de noviembre, 25 estados demócratas han presentado una demanda que busca desbloquear fondos de emergencia para ayudar a las decenas de millones de estadounidenses que no tienen para comprar alimentos para sus familias: la acción judicial intenta que un juez federal obligue a la Administración Trump a utilizar todos los recursos disponibles para garantizar la continuidad de las ayudas.
El SNAP ayuda a aproximadamente uno de cada ocho estadounidenses a comprar alimentos, unos 42 millones de estadounidenses, y el subsidio mensual medio es de 187 dólares por persona. La suspensión de los subsidios del SNAP dejaría un gran vacío para unas familias vulnerables que también están viendo cómo se agotan los fondos federales para otros programas sociales, como los programas de educación infantil Head Start o la ayuda para madres de recién nacidos a través del Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC).
El Departamento de Agricultura (USDA), por su parte, ha señalado recientemente que no recurrirá a fondos de emergencia para mantener activo el programa, lo que ha generado alarma entre los gobiernos estatales y las organizaciones sociales. Pero en septiembre había dicho que su plan para el cierre del gobierno incluía el uso de esos 5.000 millones de dólares para mantener en funcionamiento el programa SNAP.
Los demócratas sostienen que la administración está legalmente obligada a mantener los subsidios mientras tenga fondos disponibles. Así, este miércoles el senador Bernie Sanders decía: “Trump se niega a liberar los 5.000 millones de dólares en fondos de emergencia para el SNAP, que ayudan a alimentar a 16 millones de niños. Esto constituye una violación directa de la ley. Está dispuesto a dejar que millones de niños y sus padres pasen hambre porque tal vez vea un beneficio político en ello. El presidente está legalmente obligado a usar este fondo de emergencia. Y hasta la semana pasada, su administración se preparaba para hacerlo. Estamos aquí para enviar un mensaje claro y contundente al presidente Trump: obedezca la ley. Sé que es un concepto difícil para el presidente, pero obedezca la ley. Haga lo que el Congreso le ordenó. No permita que los niños estadounidenses y sus padres pasen hambre. No pase a la historia como el primer presidente en provocar una crisis de hambre en el país más rico del mundo. Libere estos fondos ya”.
La mayoría de los participantes del SNAP son familias con niños; más de un tercio incluye adultos mayores o personas con discapacidad, y casi dos de cada cinco son hogares donde alguien trabaja. La mayoría tiene ingresos por debajo del umbral de pobreza, aproximadamente 32.000 dólares para una familia de cuatro, según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas. El USDA indica que casi 16 millones de niños recibieron ayudas del SNAP en 2023, informa The Associated Press.
“Nos hemos comprometido a brindar asistencia y cubrir las necesidades de los empleados del gobierno federal que han sido suspendidos temporalmente durante el cierre del gobierno”, explica Muthiah: “Por supuesto, esperamos que el cierre no se prolongue demasiado, tanto para las familias necesitadas como para nuestra capacidad de seguir proporcionando alimentos nutritivos”.
Muthiah explica que “el dinero del SNAP se entrega directamente a los beneficiarios y se deposita en sus tarjetas EBT, que son como una tarjeta de débito. Así, las personas pueden usarla para ir al supermercado y comprar alimentos nutritivos. Como banco de alimentos, no recibimos fondos de SNAP de ninguna manera”.
En este sentido, la responsable de la entidad humanitaria reconoce: “La brecha que se crea con la interrupción del programa SNAP es algo que ningún banco de alimentos puede cubrir por completo. Es demasiado grande. Intentaremos proporcionar un poco más de alimentos a la comunidad, en particular a los beneficiarios de SNAP. Pero no hay manera de cerrar esa brecha. La interrupción del SNAP puede ocurrir este sábado, 1 de noviembre, y puede durar días e incluso semanas. Y habrá millones de personas en todo el país, 42 millones, que recurrirán a los bancos de alimentos y otras fuentes de ayuda. Y, si bien haremos todo lo posible por proporcionar alimentos, no hay manera de que podamos reemplazar un programa gubernamental tan importante”.
 
            Pero no solo es el SNAP.
Más de 130 programas infantiles Head Start no recibirán sus subvenciones federales anuales el 1 de noviembre si el gobierno continúa paralizado, según la Asociación Nacional Head Start: “Hacemos un llamamiento al Congreso para que ponga fin al cierre del gobierno federal y proteja a los 750.000 niños y familias que dependen de los programas Head Start en todo el país. Con cada día que pasa de cierre, las familias se ven cada vez más al borde de la crisis. De hecho, el 1 de noviembre, 65.000 niños de Head Start en comunidades de todo Estados Unidos corren el riesgo de perder sus escuelas, sus comidas y los servicios de salud”.
Head Start es un programa del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU que brinda servicios de educación, salud y nutrición en la primera infancia a niños y familias de bajos ingresos. Es el programa más antiguo y más grande de su tipo.
Otro programa de ayuda alimentaria que apoya a millones de madres y niños pequeños de bajos ingresos está a punto de quedarse sin fondos: el Programa Especial de Nutrición Suplementaria para Mujeres, Bebés y Niños (WIC), que ayuda a más de 6 millones de madres, niños pequeños y mujeres embarazadas de bajos ingresos a comprar alimentos básicos nutritivos como frutas y verduras, leche baja en grasa y leche en polvo infantil.
El Obamacare, en el centro de todo
Uno de los elementos clave del pulso entre republicanos y demócratas es el Obamacare, las subvenciones destinadas a personas de ingresos medianos y bajos para poder pagar su seguro médico.
La canalización de los fondos es a través de la Ley de Cuidado de la Salud Asequible (Affordable Care Act, ACA), y expirarán a finales de año si el Congreso no los prorroga como consecuencia de los recortes de Trump.
¿Y qué ocurre? Que los demócratas están diciendo que no quieren reabrir el gobierno sin un acuerdo para mantener vigente el Obamacare. Y los republicanos se niegan y acusan a los demócratas de querer regalar la sanidad a migrantes irregulares, si bien estas personas ni siquiera son elegibles para el seguro adquirido con la ACA ni para Medicaid.
Y, mientras tanto, las compañías de seguros ya están enviando a sus asegurados cartas informando cómo quedarían las primas el año que viene sin la inyección de fondos públicos a traves de la ACA, y se está viendo que los importes se podrían duplicar o triplicar.
Además del mantenimiento del Obamacare, que en sus últimas extensiones se amplió considerablemente, los demócratas también piden revertir los recortes a Medicaid incluidos en la megaley de Trump aprobada este verano –la Big Beautiful Bill–.
Hasta 24 millones de personas se han inscrito en la cobertura de seguro médico a través de la Ley de Cuidado de la Salud Asequible, gracias a la inyección de miles de millones de dólares para hacer asequibles los planes a cada vez más personas. Con la ampliación de los subsidios, algunos inscritos de bajos ingresos han podido obtener atención médica sin primas, además de que la elegibilidad para rentas superiores también se ha ampliado.
La megaley fiscal incluye recortes por más de 1 billón de dólares a Medicaid y a la asistencia alimentaria durante la próxima década, principalmente mediante la imposición de nuevos requisitos laborales a quienes reciben ayuda y la transferencia de ciertos costes federales a los estados.
Los programas de Medicaid cuentan con unos 78 millones de adultos y niños inscritos, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) calcula que 10 millones de estadounidenses más se quedarán sin seguro médico en la próxima década como resultado de la megaley fiscal de Trump.
Donald Trump ha regresado este jueves de su gira por Asia. Y está por ver si se reúne con los líderes demócratas para buscar un acuerdo que pase por negociar el blindaje de programas como el SNAP o el Obamacare antes de reabrir el Gobierno. O si la Casa Blanca sigue con la táctica de que la oposición le apruebe las cuentas como condición previa.
Y, mientras tanto, millones de personas en EEUU ya no tienen dinero para la hipoteca, las facturas y la comida para sus familias.
AG
 
        
    
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