Netanyahu necesita más soldados para tomar la Ciudad de Gaza ante el cansancio y el rechazo crecientes de las tropas

El Ejército israelí va a llamar a filas a 60.000 soldados reservistas y a extender el servicio de otros 20.000 de cara a la anunciada ofensiva para ocupar toda Ciudad de Gaza, cuyos preparativos están siendo ultimados por los dirigentes políticos y militares. Las recientes protestas por parte de grupos de uniformados, así como el creciente cansancio en las filas del Ejército –e, incluso, el aumento de los suicidios– no han frenado los planes del primer ministro Benjamín Netanyahu y su ministro de Defensa, Israel Katz, que se han enfrentado al mismo jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, para seguir adelante con la operación.
Zamir ha informado este jueves de que el Ejército ha emitido decenas de miles de órdenes de reclutamiento. “Valoramos a los reservistas y a sus familias; realizan una labor sagrada. Los llamamos solo cuando es necesario y confiamos en ellos. Confío en que se presentarán hasta que la misión concluya”, ha expresado en un comunicado.
Está previsto que entre 40.000 y 50.000 reservistas sean llamados a principios de septiembre, según el periódico The Times of Israel. Una segunda tanda de soldados en la reserva serán llamados en noviembre-diciembre de este año y una tercera tanda, en febrero-marzo del próximo año. Además, se extenderá unos 30 o 40 días el periodo de servicio de otros 20.000 reservistas que ya están en activo. En total, los reservistas en las FDI llegarían a unos 130.000.
Cuando Netanyahu anunció a principios de agosto sus planes para seguir expandiendo la ocupación de Gaza (donde las tropas ya controlan alrededor del 75% del territorio), la respuesta de Zamir fue posponer la aplicación de la extensión del servicio militar de 32 a 36 meses que había propuesto el Ejecutivo y aprobado el Legislativo en julio de 2024, y que debía empezar a aplicarse en los próximos meses. Sin embargo, el jefe del Estado Mayor de la Defensa se ha visto obligado a aplicar las directrices del Ejecutivo.
La principal objeción de Zamir a la ocupación de Ciudad de Gaza era, por un lado, la carga que supone para sus hombres, que llevan más de 22 meses luchando en la Franja, donde han muerto 450 uniformados en este tiempo. Por otro lado, la cúpula militar es consciente del riesgo que conlleva una ofensiva en una urbe grande y poblada, donde es probable que las tropas se enfrenten a los milicianos de Hamás en una guerra urbana que podría prolongarse en el tiempo.
El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Effie Defrin, ha calificado Ciudad de Gaza como “un bastión gubernamental y militar” de Hamás, aunque no queda claro qué capacidades operativas sigue teniendo el movimiento islamista en la ciudad que fue la sede de su Gobierno desde 2007. Pero desde la cúpula militar han llegado a poner en duda que se pueda obtener una “victoria absoluta” frente a Hamás y desmantelar por completo el grupo, tal y como ha prometido Netanyahu una y otra vez.

Más voces en contra
Lo cierto es que en las filas del Ejército ha habido señales de fatiga y cansancio, y algunos datos alarmantes como el aumento de los suicidios –según cifras publicadas por medios israelíes, al menos 17, en los que va de año–. La semana pasada, cientos de pilotos retirados o en la reserva se manifestaron en Tel Aviv para pedir el fin de la guerra mediante un acuerdo que traiga de vuelta a los rehenes que aún quedan en manos de las milicias palestinas (50 permanecen en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, pero se cree que solo una veintena sigue con vida).
También protestaron en contra del Gobierno y de lo que es visto por diferentes colectivos en Israel como un intento de Netanyahu de mantenerse en el poder a costa de las vidas de más militares y más rehenes. Incluso, han aumentado las voces que denuncian la matanza de palestinos inocentes, también de hambre, en concreto de niños y niñas.
Anteriormente, decenas de oficiales de la Inteligencia de las FDI firmaron una carta en contra de la guerra, poniendo de manifiesto una poco común disidencia en el interior de una de las unidades clave desde el principio de la ofensiva israelí contra la Franja hace 22 meses.
Esta semana, se han escuchado muchas voces de protesta en Israel, cuando se cumple un año de la muerte de seis rehenes que fueron asesinados cuando las tropas israelíes se acercaron a la zona donde estaban retenidos. Tanto los familiares de los secuestrados como otros muchos ciudadanos, y algunos militares, advierten de que los rehenes que quedan vivos en Gaza podrían correr esa misma suerte con la nueva ofensiva sobre Ciudad de Gaza, donde podrían estar los últimos escondites de los captores.
El colectivo que reúne a las familias de los rehenes ha denunciado reiteradamente que los planes del Gobierno ponen en riesgo las vidas de sus seres queridos (y también la posibilidad de recuperar los cuerpos de los que han fallecido durante su cautiverio). Además, acusan a Netanyahu de boicotear un posible acuerdo de alto el fuego que los mediadores árabes presentaron y que Hamás aceptó esta misma semana.
El pasado fin de semana, cientos de miles de personas salieron a las calles en Israel para pedir un acuerdo que ponga fin a la guerra a cambio de la liberación de los rehenes. Entre los manifestantes, es más frecuente ver a soldados y reservistas, si bien las movilizaciones siempre han sido organizadas y protagonizadas por las familias de los rehenes.
Menos reservistas
Incluso antes del anuncio de la ofensiva sobre Ciudad de Gaza, el cansancio había ido en aumento entre las filas de las Fuerzas de Defensa de Israel, que además de en Gaza han estado desplegadas y operando en Líbano (también desde octubre de 2023) y en Siria (desde diciembre de 2024); y ejecutaron una campaña de bombardeos contra Irán el pasado mes de junio.
El Ejército no publica datos sobre los soldados que no se presentan para luchar, pero muchos reservistas han sido llamados ya en más de una ocasión y cada vez un número mayor ha rechazado volver a Gaza, según medios locales. La publicación online +972 Magazine (que ha hecho una de las coberturas más críticas y profesionales de la guerra) informó en abril de este año que el porcentaje de los que se presentaban cuando eran llamados a filas se situaba entre un 50% y un 80%, lo que representaba las cuotas más bajas desde el 7 de octubre de 2023, cuando acudieron incluso más voluntarios de los necesarios.
En Israel, el servicio militar es obligatorio para hombres y mujeres jóvenes, pero hasta los 40 años, como mínimo, los ciudadanos permanecen en la reserva y pueden ser llamados cuando el Ejército los necesita. El núcleo de las FDI está compuesto por militares que cumplen con el servicio obligatorio durante más de dos años, pero dependen en gran medida de los reservistas para operaciones y acciones fuera de lo habitual, como es el caso de la ofensiva en Gaza.
Tras los ataques de Hamás del 7 de octubre contra las comunidades judías próximas a la Franja, las FDI llamaron a más de 300.000 reservistas para participar en la ofensiva de castigo contra los gazatíes –en la que han matado a más de 62.000–.
“Casi dos años después, el entusiasmo se ha desvanecido. La guerra se prolonga, 50 rehenes permanecen en Gaza y las preguntas sobre el liderazgo y la estrategia pesan profundamente. A los reservistas, que ya han puesto en pausa sus vidas privadas en repetidas ocasiones desde el 7 de octubre, se les pide que lo hagan de nuevo”, escribe Herb Keinon en el periódico The Jerusalem Post.
“Algunos preguntan abiertamente si su sacrificio fue en vano con el regreso de las FDI a las zonas donde ya han combatido. Otros se quejan de que la guerra carece de un final claro, de que se libra por la supervivencia política del primer ministro Benjamín Netanyahu, o de que es inadmisible ser llamados de nuevo a filas mientras el Gobierno pretende eximir del servicio a decenas de miles de estudiantes de yeshivá”, continúa el analista.

La exención del servicio militar de los jóvenes ultraortodoxos es otra de las cuestiones que pesa cada vez más sobre las tropas cansadas y también sobre Netanyahu, que debe contentar a los partidos religiosos que forman parte de la coalición gobernante, por un lado, y a las crecientes demandas de que los estudiantes de la Torá sirvan en el Ejército como el resto de israelíes.
Pocos meses después del comienzo de la guerra en Gaza, se empezó a poner en foco en los jóvenes de la comunidad ultraortodoxa (que representa más del 10% de la población israelí) que nunca habían tenido que hacer el servicio militar obligatorio. En junio de 2024, el Tribunal Supremo de Israel consideró que no existía base legal para esa exención y ordenó empezar su reclutamiento, aunque todavía no se ha llevado a la práctica de forma amplia y sistemática. Mientras, los socios ultraortodoxos de Netanyahu le presionan para encontrar una vía legal para que sigan disfrutando de sus privilegios o, al menos, que no sean castigados aquellos que rechazan servir en las FDI (hay una unidad formada por hombres ultraortodoxos).
Desde el Ejército, así como desde amplios sectores de la sociedad y la política –incluido el propio partido de Netanyahu, Likud– se han preguntado por qué esos jóvenes pueden librarse de ir a la guerra, mientras que decenas de miles han servido cientos de días y algunos han muerto o han resultado heridos.
Para suplir la falta de soldados y el aumento de las necesidades, medios de comunicación israelíes informaron recientemente de que el Ejército se estaba planteando reclutar a jóvenes judíos en el extranjero, especialmente en Francia y en Estados Unidos, pero solo sumarían pocos centenares cada año.
0