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Sebastian Kurz: las horas más bajas de la promesa de la derecha europea

Sebastian Kurz y Pablo Casado, en el Congreso del PP europeo en Helsinki, noviembre de 2018.

Andrés Gil

Bruselas/elDiario.es —

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A menudo se le ha considerado el mirlo blanco de la derecha europea. A menudo, los conservadores alemanes suspiraban por su Sebastian Kurz, un joven austriaco que se hizo con la cancillería austriaca en 2017 con apenas 31 años y que encarnaba un relevo generacional en una familia política que se debate entre la democracia cristiana y el populismo de derechas. Kurz, que bebe de lo primero, se siente cómodo con lo segundo: duro con la migración, pactó su primer gobierno con la extrema derecha y, tras una convocatoria anticipada por los problemas de corrupción del partido de Heinz-Christian Strache, revalidó la cancillería, esta vez en coalición con los Verdes. Está por ver si esta vez logra de nuevo recomponerse o el desgaste político por la sombra de la corrupción resulta ser demasiado.

Pero su ascensión a los cielos de la derecha europea se ha visto truncada en un momento en el que Angela Merkel se marcha y su delfín, Amin Laschet, perdió contra el socialdemócrata Olaf Scholz. Kurz, hasta este sábado en el que presentó su dimisión salpicado por un caso de corrupción, había quedado como el único gobernante de los populares europeos de un país que no del Este de la UE, a excepción de la Grecia de Kyriakos Mitsotakis.

Así, si la derrota de Laschet asestó un golpe a los conservadores de raíces democristianas, la caída de Kurz deja a los populares sin complejos de pactar con la extrema derecha –como el PP de Pablo Casado en España– y de la mano dura con los migrantes sin su principal exponente de Gobierno.

El abogado Mischaël Modrikamen (Charleroi, 1962), hombre de Steve Bannon en Europa cuando el ex asesor de Donald Trump intentó sin éxito articular una suerte de Internacional de la extrema derecha, dijo una vez a elDiario.es: “En Austria estamos próximos a la FPO [Partido de la Libertad], pero el canciller, Sebastian Kurz [del PP gobierna gracias a la extrema derecha de FPO], no está lejos de nosotros. No cerramos las puertas, The Movement es un club informal, y quienes quieran entrar son bienvenidos. Y en España Vox es el partido más próximo. Se trata de compartir valores [una argumentación similar a la expresada por Casado], de la educación, los valores occidentales. Hay que cerrar las fronteras y protegernos de las zonas de conflicto para evitar que entren los terroristas. Casado no está tan lejos de nuestras posiciones”.

Escasos días antes de su dimisión, Sebastian Kurz envió un mensaje a Pablo Casado por la Convención del PP. Kurz estaba anunciado, pero al final sólo mandó un vídeo en el que aprovechó para reiterar su discurso antimigración.

La salida de Kurz del Gobierno, según él, es hasta que se demuestre su inocencia en un caso de corrupción en el que el excanciller, nueve de sus colaboradores y el ÖVP como partido, están acusados de malversación y desfalco de dinero público para encargar y publicar en 2016 encuestas manipuladas para dejar en mal lugar al entonces líder conservador, Reinhold Mitterlehner.

De momento, Kurz no deja el liderazgo del partido gobernante y será el nuevo portavoz parlamentario del ÖVP, con lo que participará en las decisiones de su sucesor, el hasta ahora ministro de Exteriores, Alexander Schallenberg.

En 2017 hizo estallar la coalición del ÖVP con el partido socialdemócrata SPÖ, y dos años más tarde forzó la salida del gobierno del ultraderechista FPÖ tras otro escándalo de corrupción y él mismo fue tumbado por una moción de censura, recuerda Efe.

Cuando Kurz acusó al sur de “sistemas quebrados”

La cumbre de los líderes de la UE para acordar los fondos de recuperación, en julio de 2020, dejó para la historia la acusación del entonces canciller austriaco, Sebastian Kurz. Austria, junto con Países Bajos, Dinamarca y Suecia, más la complicidad de Finlandia, componían el club de los autodenominados frugales. Es decir, países ricos del norte que se resistían a un plan de ayuda global para la Unión Europea sembrando dudas sobre el buen gobierno de los países del sur.

Kurz lanzó este dardo a los países meridionales: “La pregunta relevante no será en unos años si se tardó una semana más o menos en llegar a un acuerdo. La pregunta relevante será: ¿realmente se ha ido el dinero a donde queríamos? Se trata de para qué se usa el dinero. Y si el dinero no se usa para invertir en el futuro, si no va de la mano de las reformas necesarias en países que simplemente están quebrados en sus sistemas o al menos tienen problemas importantes, entonces se esfumará. Eso es lo que importa. Y deberíamos centrarnos en eso”.

Pero Kurz no es el único autodenominado frugal que está en horas bajas. El holandés Wopke Hoekstra está salpicado por los Pandora Papers. Hoekstra es el líder de la CDA, el partido hermano del PP en Holanda, y será el anfitrión del próximo congreso de los populares europeos en Rotterdam (17 y 18 de noviembre).

También es el ministro de Finanzas de Países Bajos que al principio de la pandemia pidió a la Comisión Europea una investigación sobre la situación fiscal de los países del sur en las discusiones sobre la respuesta europea al Covid-19. El primer ministro portugués, António Costa, calificó de “repugnante” la actitud holandesa, y no ocultó su irritación ante declaraciones “repulsivas”, “sin sentido” y “totalmente inaceptables” con respecto a la crisis de coronavirus hechas por Hoekstra. “Esa mezquindad recurrente amenaza el futuro de la UE”, dijo Costa. Hoekstra, en el Ecofin, pidió a la Comisión que “investigue” por qué algunos Estados miembros no tenían margen fiscal para afrontar la crisis del coronavirus.

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