El Vaticano será el primer estado del mundo en inmunizar a toda su población contra el coronavirus
Este lunes, 10.000 dosis de la vacuna fabricada por Pfizer llegaron al Vaticano, las suficientes para inmunizar a los 4.730 residentes, trabajadores y jubilados del pequeño estado, así como a cardenales y prelado. La Santa Sede se convertirá así, al completar la administración, en el primer estado del mundo con capacidad de vacunar a todos sus habitantes.
Han podido acceder a la compra de los viales gracias al acuerdo que, desde 1929 (los pactos Lateranenses), vincula al Vaticano con el Estado italiano y que permite que este estado no tenga fronteras con la Unión Europea, que sus monedas sean los euros y que la seguridad de la plaza de San Pedro sea compartida entre la alcaldía de Roma y el Governatorato vaticano.
El atrio del Aula Pablo VI, donde se implantarán las dos dosis (con 21 días de diferencia entre ambas), se adaptó como sala de vacunación y allí se resguardan los sueros en un refrigerador especial para almacenar todas las vacunas a -80 grados. Con una capacidad para 7.000 personas, es el lugar en el que el Papa celebra sus audiencias en verano, cuando el 'ferragosto' romano impide llevarlas a cabo en la plaza de San Pedro.
En un comunicado, la Dirección de Salud e Higiene de la Gobernación del Vaticano informaba que las dosis “serán administradas por personal médico y de enfermería cualificado, siempre de acuerdo con las recomendaciones sanitarias para la pandemia”.
¿Quién se vacunará primero? Según el Vaticano, se seguirán “los criterios de selección de las categorías más expuestas al contagio y según las adhesiones voluntarias”, dando “prioridad al personal de salud y seguridad pública, a los ancianos y al personal que esté en contacto más frecuente con el público”.
¿Francisco o Benedicto?
Mientras algunas fuentes vaticanas resaltan que Bergoglio podría ser el primer ciudadano vaticano en vacunarse, dada su edad, su exposición pública –y como ejemplo para el resto del mundo–, otros testimonios aseguran que el Papa querría dar prioridad a la Guardia Suiza y al personal médico y sanitario. Incluso, se especula con la posibilidad de que pudiera ceder la primera vacuna a su antecesor, el Papa emérito Benedicto XVI, quien a sus 93 años reside en un monasterio en el interior del Vaticano.
Lo cierto es que el impacto de la pandemia ha afectado, y mucho, al Estado más pequeño del mundo. Al cierre de los Museos Vaticanos y de las audiencias públicas se sumaron las estrictas restricciones al culto en la basílica de San Pedro. Durante la Navidad, el Papa –que durante los primeros meses evitó ser visto con mascarilla– rehuyó todo contacto con los fieles, justo después de que tres de los cardenales más cercanos (el limosnero, Konrad Krajewski, y los italianos Matteo Zuppi y Giuseppe Bertello) resultaran contagiados, y Bergoglio tuviera que volver a hacerse una PCR, con resultado negativo.
Así, no hubo bendición Urbi et Orbi en Navidad, mientras que la Misa del Gallo o la Epifanía se celebraron prácticamente a puerta cerrada. Este domingo, con motivo de la festividad del Bautismo de Jesús, solía celebrarse una multitudinaria misa de bautizo de los hijos de los empleados de la Santa Sede en la Capilla de Sixtina. Una ceremonia que se ha suspendido, así como también se ha postpuesto el tradicional encuentro del Papa con el personal diplomático acreditado en la Santa Sede, que solía servir como 'programa' oficioso de los planes de Bergoglio para cada comienzo de año. Ahora mismo el Vaticano está prácticamente cerrado, y sigue casi al dedillo las mismas normas que se aplican en la capital italiana.
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