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El mapa oficial

Guzmán, el relator del albertismo que no quiere ser candidato

Martín Guzmán / Alberto Fernández / Fabiola Yañes / Chapadmalal

Pablo Ibáñez

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Los fines de semana, en general los domingos antes del mediodía, Alberto Fernández se reúne con Martín Guzmán. Son conversaciones largas, a solas, un ejercicio de intimidad política. Guzmán es uno de los ministros que más habla con el presidente. Se integró con persistencia y buenos modales al ecosistema albertista.

En esa dinámica, el ministro impuso su criterio en expedientes clave como el dólar. En los mano a mano con el presidente intercala alertas sobre la inflación que viene con augurios sobre una economía que, dice o promete, se despabila más rápido de lo que pensaba.

Además de coquetear con la política de cercanía, Guzmán quiere hacer "docencia" del modelo Guzmán, detallarlo, contarlo, construir el relato de la reconstrucción económica, palabra fetiche del marketing oficial

Es un Guzmán privado, de entrecasa, el técnico que en las conversaciones en Olivos hace una maestría acelerada sobre el mapa ripioso de la alta política. Es, en cierto modo, un aprendizaje mutuo: a Fernández no lo apasiona la economía que el ministro disecciona; al ministro, la política le resulta intrigante y ajena, pero la espía a través del Presidente.

Guzmán, mientras su istmo se consolida y ensancha en los resortes del engranaje de las decisiones económicas del FdT, explora con cautela una asignatura con la que se tentaron varios ministros de Economía criollos. Lo hicieron, con éxito dispar, de Domingo Cavallo a Martín Lousteau, de Roberto Lavagna a Axel Kicillof.

En el año de la pandemia, Guzmán hizo las primeras aproximaciones a la política callejera del mano a mano. Con Santiago Cafiero hizo visitas a una fábrica de calzados en Villa Lugano. Con Gabriel Katopodis participó en una charla con PyMES en Villa Lynch el mismo día que tuvo un contrapunto con Paolo Rocca, CEO de Techint.

Un partido de fútbol, con Matías Lammens, fue el último round del 2020 y la antesala del año electoral que tuvo un viaje a Neuquén y que programa, para este jueves, otro a Entre Ríos. Antes, acompañó un fin de semana al presidente en Chapadmalal y lo escoltó, entre pedidos de selfies y autógrafos, en un mini acto que se armó afuera de la residencia presidencial de verano.

Seguirá de gira. “Martín quiere explicar lo que pretende de la economía, por donde tenemos que ir y qué tiene que pasar”, dijo a elDiarioAR un colaborador que lo escolta en las reuniones y las giras. No quiere decirlo en esos términos pero Guzmán quiere hacer “docencia” del modelo Guzmán, detallarlo, contarlo, construir el relato de la reconstrucción económica, palabra fetiche del marketing oficial que patrocina Cafiero.

Además de coquetear con la política de cercanía, Guzmán quiere trasmitir dos ideas. Que su ciclo -salvo que lo arrase una crisis- recién empezó y que la negociación de la deuda con privados que coronó en septiembre y la que avanza con el FMI son escalones de un proceso más largo. “Martin quiere recorrer el país y que a todos les quede claro que es un ministro que quiere seguir siendo ministro”, reforzó la misma fuente del entorno del ministro.

Las giras son junto al ministro del Interior Eduardo “Wado” De Pedro, con quien trabajaron el plan de desarrollo federal y ensayan un dueto de diálogo político-relato económico de la Casa Rosada con los gobernadores, un equilibrio sutil en los puzzles políticos de cada territorio. En Neuquén, por ejemplo, subieron a la gira a Darío Martínez, secretario de Energía que tiene como hoja de ruta personal convertirse en gobernador, cargo que ostenta Omar Gutiérrez, por el sempiterno Movimiento Popular Neuquino (MPN), imbatible en las urnas desde 1962.

La gira junto a “Wado” tiene una traducción lineal. De Pedro es el hombre de Cristina en Casa Rosada, y los paseos compartidos parecen dar por terminado los reproches de semanas atrás en las que sectores K criticaron el “fiscalismo” de Guzmán y la propia vicepresidente explicitó posturas sobre el manejo de la economía ajenos al menú inicial del ministro.

Puede leerse como un juego pendular. Maxi Aguiar, director de la consultora Aciertos Guzmán, menciona como un “activo” que “dentro del imaginario de los ciudadanos no aparece pegado a Cristina”, lo que considera un capital junto a la condición de un referente joven y nuevo. “Es una figura para observar en términos políticos. Más allá de su estrictica función, es visto como un tecnócrata peronista que seduce a sectores del centro”, detalló Aguiar a elDiarioAR.

En términos de mediciones, su imagen es volátil y está estrechamente ligada al clima económico. Tocó el 44% de positivo en septiembre luego de cerrar el canje de deuda pero cayó a 33,3% en noviembre con la escapada del dólar blue. En diciembre, la última medición de Aguiar, remontó unos puntos: pasó a 38,2% con lo que recuperó el diferencial positivo.

El subibaja, con el dólar desmadrado, animó las tesis de un Guzmán fuera del gobierno. Pasó algo más de un mes y ahora el ministro aparece como una voz en un gobierno donde no abundan los voceros y gira sobre la personalísima comunicación presidencial.

Guzmán, sin alardes, quiere ser el difusor de su mirada de la economía y avanzar sobre un territorio que juzga poco transitado: el diálogo con el mundo empresario. En Neuquén hizo casi un “fogón” con hombres de negocios donde, en corro, preguntó y contestó preguntas. De Pedro oficia como su lazarillo político y se nutre, a su vez, del perfil apolítico y moderado del ministro de Economía. “Wado” se siente cómodo en una moderación que le permite saberse -y que lo sepan- una pieza inasible del dispositivo Kirchner.

Contar la economía es el paso inevitable para relatar a un gobierno que hizo campaña con la metáfora de prender al economía. Y por fuera de la pandemia, las urgencias públicas son de ese orden: la inflación, el desempleo, el consumo. Guzmán no es ni quiere ser candidato pero se asume, y Fernández lo comparte, como una figura para jugar en el debate de un año electoral.

PI

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