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Ley de Lemas o cambio de fecha, las alquimias con las PASO frente al fantasma de la segunda ola de coronavirus

Alberto Fernández / Sergio Massa / Olivos

Pablo Ibáñez

5 de febrero de 2021 08:01 h

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En 2004, Jorge “Turco” Obeid, gobernador peronista de Santa Fe encabezó una cruzada para eliminar la Ley de Lemas en su provincia. Fue, en cierto modo, su propio verdugo: ese sistema electoral le permitió al PJ retener el poder en 1991 con Carlos “Lole” Reutemann como candidato y al propio Obeid ganar en 2003 cuando perdió en el mano a mano con el socialista Hermes Binner pero, como en la sumatoria por partidos se impuso el PJ, fue electo gobernador.

Como un Roque Saenz Peña versión santafesina, Obeid rompió el juguete electoral que le había servido al PJ para resolver sus internas en la elección general sin ceder el manejo del gobierno. En 2007, sin Ley de Lemas, Binner insistió en 2007 y le ganó a Rafael Bielsa, que venida de ser canciller de Néstor Kirchner.

“¿Qué hacés Turco? Nunca se cambia una ley con el que ganás elecciones”, dicen que le dijo Kirchner a Obeid cuando el santafesino encaró, ante el rechazo de buena parte del peronismo, aquella reforma. El PJ perdió, sin contemplaciones, las elecciones de gobernador en 2007, 2011 y 2015. Recién volvió a ganar en 2019 con Omar Perotti.

Luce, a simple vista, como un artificio, un recurso para discutir entre el todo que supone suspender las PASO como piden algunos gobernadores y la nada que pretenden, en una peculiar empatía, La Cámpora, el PRO y la UCR.

Kirchner sabía de qué hablaba: en Santa Cruz, su primer territorio, llegó a gobernador en 1991 con Ley de Lemas, sistema que todavía está vigente y que a pesar de las críticas políticas y las demandas judiciales, la oposición utiliza en su generosa amplitud: en 2019, Eduardo Costa, el radical aliado del PRO, compartió paraguas electoral con otros seis lemas. Alicia Kirchner, la ganadora, con dos.

Un pseudo lema apareció en la caja de herramientas del gobierno como variable para, sin eliminar las PASO, reducir los turnos electorales durante el 2021 frente a un fantasma que acecha: la pandemia.

La opción de unificar en una misma fecha la primaria y la general es apenas germinal y de confección muy compleja pero se tiró sobre la mesa en el almuerzo que este jueves compartieron en Casa Rosada Alberto Fernández, Santiago Cafiero, Sergio Massa, Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” De Pedro, según reconstruyó elDiarioAR. Esa juntada fue el regreso de la “mesa chica” política que en buena parte del 2020 se reunía los martes en Olivos y que primero se espació hasta, luego, desactivarse.

Artificios

Luce, a simple vista, como un artificio, un recurso para discutir entre el todo que supone suspender las PASO como piden algunos gobernadores y la nada que pretenden, en una peculiar empatía, La Cámpora, el PRO y la UCR. Detalle adicional: en diciembre, Máximo Kirchner y Mario Negri, jefes del bloque del FdT y del interbloque de JxC coincidieron en que rechazaban el plan de suspensión de las primarias. Hay, sin embargo, gobernadores de la UCR, como el correntino Gustavo Valdés que piden abiertamente suspender las PASO.

¿Cómo funcionaría un esquema de primarias y generales el mismo día? Cómo una ley de lemas pero con reparto proporcional. En una provincia compiten tres candidatos por un partido y dos por otro, y la distribución de bancas se haría por partidos pero, dentro de estos, por listas.

En medio, transita Massa. En diciembre, durante el asado en Olivos donde los gobernadores, a partir de un planteo inicial de Jorge “Coqui” Capitanich, agitaron el plan de suspensión de las PASO casi sin disidencias -el mendocino Rodolfo Suárez que por teléfono avisó que no apoyaba- Massa dijo que se encargaría de juntar los votos. Pasó el tiempo, Máximo se opuso, y Massa no movió.

Cuando Fernández, a instancias de Cafiero, agregó al temario de extraordinarias el capítulo “calendario electoral”, Massa quedó bajo fuego porque los gobernadores le pidieron que cumpla su promesa de sobremesa. Asomaron, entonces, dos alquimias: una es la de convocar PASO y general en la misma fecha, que en la práctica replica el formato de la ley de Lemas; la otra es postergar las elecciones y en vez de hacerlas el segundo domingo de agosto y el cuarto de octubre como establece la ley, pasarlas para septiembre y noviembre. ¿Argumento? Evitar que una votación coincida con los fríos de agosto.

La postergación, en lo formal, parece más factible: mantiene la idea de dos turnos, PASO y general, pero mueve las fechas para correrlas de meses más fríos. Si la curva de este año replicara la de 2020, en septiembre los casos estarían en pleno ascenso hacia el pico que se registró a mediados de octubre. La lógica, en todo caso sería ganar un mes para avanzar con el plan de vacunación.

Cualquiera de las dos variables, unificar fecha o prorrogarlas, requiere de una ley: Fernández no puede alternar el sistema electoral por decreto así que cualquier modificación, por mínima que sea, requiere del respaldo de la oposición y de una postura uniforme del oficialismo. El presidente avanzó un casillero cuando lo metió en las extraordinarias y otro más cuando lo discutió en la “mesa chica”, pero insiste con un planteo: una reforma del calendario electora, cualquiera sea, debe contar con un respaldo político robusto.

Las dos variables que el jueves entraron en la baraja están hermanadas en un punto: las PASO no se suspenden ni se eliminan. Los gobernadores, peronistas y radicales del norte, invocan el factor sanitario pero quieren suprimir las primarias porque, en general, entienden que les conviene un solo turno electoral en vez de una primaria que sirve, en muchos casos, para orientar el foco opositor hacia el retador más taquillero.

El teorema Duhalde-Binner del 2011: el caudillo de Banfield instaló la idea de que sería más eficaz que el santafeino para derrotar a Cristina Kirchner, pero solo sacó 11% en las primarias, con mejores resultados en San Isidro que en Varela. El universo anti K jugó su voto útil a Duhalde pero cuando fracasó esa aventura migró en bloque a Binner, un candidato menos rasposo para el paladar antiperonista. De los 2.595.996 de las PASO, a Duhalde le quedaron solo 1.285.830  en la general.

La nota se republicó a las 15:13 con más datos sobre cómo podría funcionar el esquema electoral si la PASO y la general fuesen el mismo día

PI

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