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UNA PROFESIÓN EN CRISIS

Milei embate contra la prensa en tiempos de pluriempleo y periodismo exhausto

Javier Milei y una constante de su gobierno, los ataques a la prensa.

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Hasta la llegada de Javier Milei al poder, el concepto de “padres fundadores” no existía en la Argentina. Se trata de una expresión utilizada en Estados Unidos pero tan foránea como el Ciber Monday, Hot Sale o Happy hour, porque en verdad, aquí a los próceres siempre se les dijo así, “próceres”.

De todos modos, podemos deducir que para el Presidente los “padres fundadores” son todos aquellos personajes de la historia que ayudaron a construir este país. Y en esa categoría entraría entonces Mariano Moreno, uno de los hombres más singulares de la Revolución de Mayo. Moreno, un hombre de leyes y también periodista, no concebía la idea de forjar una nación sin periodismo. Por eso, el 7 de junio de 1810, días después de la Revolución, fundó la “Gazeta de Buenos Aires”.

“Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale y debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de tiranos sin destruir la tiranía”, escribió entonces el ¿padre fundador?.

Por ese 7 de junio es que desde 1938 se celebra el Día del Periodista. Es una manera de recordar que el periodismo es una parte constitutiva de nuestra patria, que está ahí desde su nacimiento.

Este 7 de junio, el segundo de la era Milei, encuentra a los periodistas exhaustos. Esa sería la palabra más adecudada para definir la situación del gremio. Algunos datos: Siete de cada diez periodistas de la región metropolitana tiene salarios por debajo de la línea de pobreza. Representan el 70,45% de los trabajadores, según los últimos datos del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba). Sólo durante el primer año de Milei en el poder, 2024, las agresiones contra la prensa aumentaron 53% con respecto al año anterior, según un relevamiento de Fopea.

Ayer, la Comisión Interamerica de Derechos Humanos (CIDH), advirtió sobre “por la baja tolerancia del Poder Ejecutivo hacia las críticas y los procesos deliberativos”. No se trata, según la CIDH, de una cuestion declarativa: “en buena parte de las movilizaciones se registraron agresiones contra trabajadores de la prensa, originadas tanto en el accionar de agentes de seguridad como de particulares.”

Los ataques de Javier Milei al periodismo son anteriores a su llegada al poder. En 2018, cuando era apenas un disertante, estalló a los gritos ante una pregunta de la periodista salteña Teresita Frías. “Burra”, fue lo más suave que le dijo. El mismo tono de agravios desparramó al año siguiente contra Sol Perez. La panelista terminó llorando.

Milei debutó en la presidencia dejando en claro que sus enojos con el periodismo no eran cuestión de conseguir likes en las redes ni algo del pasado. En su primer discurso al inaugurar el período de sesiones ordinarias en el Congreso, anunció el cierre de la agencia Télam y el recorte de la pauta oficial. Y de inmediato vinieron los ataques sobre todo, a las periodistas mujeres. María O’Donnell, Romina Manguel y Silvia Mercado fueron las primeras en sufrir los agravios de un Milei convertido en Presidente y se convirtieron en la avanzada de un aluvión de insultos y agresiones que no se detendrían más.

Ni siquiera la muerte libra de los ataques del Presidente quien en varias oportunidades se refirió a Jorge Lanata como “uno que ya no está”, como si no mencionarlo por su apellido lo exculpara de traicionar ese proverbio callejero de las buenas costumbres que dice que “no se habla mal de quien no se puede defender”.

Según el último relevamiento de Sipreba, el 27% de los periodistas manifestó haber recibido agresiones en el último año, entre los cuales 33% fue víctima de represión y un 20% fue atacado por funcionarios del Gobierno. La violencia digital sigue siendo alarmante –sostiene Sipreba– un 78,05% de los ataques padecidos fueron de forma virtual.

Llegamos a este 7 de junio con un Presidente que inauguró una nueva frase de cabecera: “no odiamos lo suficiente a los periodistas”. Nadie en democracia había llegado tan lejos. Quizás porque este es un país que tiene entre sus 30.000 desaparecidos a 223 trabajadores de prensa y porque en este mismo país, un 25 de enero de 1997 asesinaron al fotógrafo José Luis Cabezas.

Después de un año y medio de Javier Milei en el poder ya nos acosumbramos a ver a reporteros gráficos y camarografos cubrir manifestaciones vestidos como si fuesen a la guerra. Es que en este mismo país el 12 de marzo el fotógrafo Pablo Grillo recibió el impacto de una granada de gas lacrimógeno lanzada directamente hacia su cabeza. Recién esta semana recibió el alta para continuar con su rehabilitación en otro hospital.

Ensobrados, mandriles, burros, ratas forman parte del léxico del Presidente, a quien le suele parecer una idea divertidisima cambiarle los apellidos a los periodistas para denostarlos.

Pero estas agresiones caen además sobre un gremio devastado. El pluriempleo alcanza al 55,2% de los trabajadores del AMBA. Pero además, aun con dos o más trabajos, el 43% tampoco logra superar la barrera de la pobreza. Esto tiene un impacto directo en la salud: el 27% sufre ansiedad, estrés o depresión. Es que amparados en el recorte de la pauta oficial, gran parte de las empresas periodísticas encontraron allí el argumento perfecto para hacer de los trabajadores la variable del ajuste. Por eso, este 7 de junio a las y los periodistas no nos quedan demasiadas energías para celebrar.

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