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Pese a negar la interna, la postura “institucionalista” de Villarruel incomoda a la Casa Rosada

El presidente Javier Milei y su vice, Victoria Villarruel, durante la conmemoración de los 32 años del atentado terrorista contra la embajada de Israel.

Pedro Lacour

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La explosivas declaraciones televisivas de Victoria Villarruel explicitaron, por primera vez en público y sin demasiada anestesia, los desacuerdos que existen entre las dos figuras que encabezaron la boleta de La Libertad Avanza en las últimas elecciones. Lejos de ser “imperceptibles”, como había definido en los últimos días el propio presidente Javier Milei, priman diferencias de forma y de fondo, principalmente en un eje sobre el que la titular del Senado se encarga de hacer hincapié cada vez que tiene oportunidad: el institucional. “Esto no es un reino, ese es un Poder”, sintetizó anoche Villarruel, en una de las definiciones más fuertes que dio al canal TN en su primera entrevista como vicepresidenta.

Para un oficialismo que hace del desprecio al diálogo una bandera y entiende al consenso como una forma de claudicación, no resulta sencillo comprender el rol político de quien encabeza la Cámara Alta. Por eso, si bien el vocero presidencial Manuel Adorni volvió a descartar de plano la existencia de una interna entre Milei y su vice, en Balcarce 50 no esconden su incomodidad con los dichos de Villarruel. “No seremos manada, pero tampoco podemos mostrarnos desunidos”, advirtió a elDiarioAR una fuente que transita los pasillos de Casa Rosada, aunque coincidió con Adorni en que Villarruel cuenta con la libertad de no alinearse directamente con el Presidente sin que por ello peligre su pertenencia a La Libertad Avanza. “No hay que enroscarse de más”, deslizó.

El desmarque de Villarruel confirmó varias de las presunciones acerca de su postura en muchos de los temas que estuvieron en danza en las últimas semanas. Uno de ellos fue el aumento en la dietas para senadores y diputados. “Se debería haber dado”, manifestó el jueves por la noche. La vicepresidenta no se plegó inmediatamente al pedido que hiciera Milei para que tanto ella como el titular de Diputados, Martín Menem, retrotraigan los aumento del 28% a partir del acuerdo paritario alcanzado por los empleados legislativos. A diferencia de su par de la Cámara Baja, ella guardó en ese momento un sugestivo silencio. La intención de Villarruel era deliberarlo con los jefes de los distintos bloques en una reunión de Labor Parlamentaria. Pero su resistencia no tuvo éxito y debió ceder.

Otra de las revelaciones hechas por Villarruel tuvo que ver con una cuestión largamente comentada, pero hasta el momento solapada: su malestar por no haber logrado tener bajo su ala las áreas de seguridad y defensa. A lo largo de todo el 2023, Milei se cansó de presentar a Villarruel como la especialista en esas temáticas y la virtual responsable de su manejo en caso de llegar a la presidencia. Sin embargo, una vez que La Libertad Avanza se alzó con la victoria electoral, el compromiso asumido por el libertario ─que también incluía a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), hoy monopolizada por el jefe de gabinete Nicolás Posse─ voló por los aires con las sendas confirmaciones de Patricia Bullrich y de Luis Petri al frente de esas carteras. “Me hubiera gustado poder hacer lo que el Presidente en su momento había dicho, pero él eligió a dos personas, eligió a otros equipos y yo lo tengo que respetar”, se lamentó ayer Villarruel, pese a que no se privó de dar una opinión contraria a la de la de ambos ministros cuando se expresó en contra de la intervención de las Fuerzas Armadas en Rosario.

Lo cierto es que al actual entorno presidencial no le habían caído muy bien algunos gestos de autonomía dados por Villarruel durante el último tramo de la campaña. A los rumores por supuestos encuentros secretos con Mauricio Macri, se le sumó un hecho que simbolizó su afán por trazarse una agenda más o menos propia de cara al futuro. La semana previa al balotaje del 19 de noviembre, la por entonces compañera de fórmula de Milei realizó una recorrida por el barrio porteño de Recoleta. Sin “leones” ni motosierras (“hay que usarla con cuidado”, dijo anoche), ese día Villarruel copó la centralidad y hasta tuvo la osadía de estrenar un sello propio: pudieron verse banderas que llevaban su nombre de pila, con una “V” en color violeta en el medio. Las consecuencias vinieron pocos días después, en pleno armado de gabinete. “Karina tiene mucho carácter, pero yo también”, sostuvo sugestivamente Villarruel en su entrevista con TN.

Sin embargo, esas tensiones permanecieron veladas hasta hace apenas pocas semanas. Fue la decisión de Villarruel de convocar a una sesión especial para debatir el DNU 70/23 lo que desató los reproches públicos de la Casa Rosada hacia quienes, según expresó un comunicado de la Oficina del Presidente, buscaban “avanzar con una agenda propia e inconsulta”. “El cañonazo fue a la casta, no a Victoria”, intentó aclarar el Presidente cuando el daño ya estaba hecho. Las recientes reuniones entre ambos lograron apaciguar las aguas y recomponer cierta buena vecindad, pero nada garantiza que la novela que los tiene como protagonistas esté cerca de terminar.

PL/MG

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