El voto de bronca también encontró en la izquierda un canal en Buenos Aires

A las 14 horas en Lomas del Mirador, frente a la Escuela EP N° 45, Romina Del Plá, candidata del FIT‑U, selló su voto con su inconfundible voz fuerte, simple y directa: “La caída del salario, el consumo y la pérdida de puestos de trabajo hacen que crezca el malestar con el Gobierno”, dijo. Acertó. La frase fue una premonición: el malestar que describió la docente, sindicalista y referente del Partido Obrero (PO) se tradujo en las urnas y le dio al FIT-U un cuarto lugar con peso propio y en algunas secciones electorales inclusive quedó en tercer lugar.
Con el 85,69 % de las mesas escrutadas, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores‑Unidad (FIT‑U) confirmó su lugar en la escena política bonaerense: 4,37 % del voto provincial, aunque muy lejos detrás de Fuerza Patria (46,94 %) y La Libertad Avanza (33,86 %). Tercero salió Somos Buenos Aires (5,42 %).
El repunte del FIT-U se explica en un contexto social áspero. En un año y nueve meses de gestión libertaria, la clase trabajadora perdió poder de compra, aumentó el desempleo y creció el pluriempleo como recurso desesperado para llegar a fin de mes. La bronca que antes se canalizó con Milei ahora se tradujo, en parte, en un voto de izquierda, que volvió a presentarse como canal de un malestar concreto: la vida cotidiana que se encareció, el salario que no alcanza y la precariedad que se multiplicó.
Siete millones de jubilados cobran el haber mínimo —poco más de $360.000—, congelado desde el inicio del mandato. Milei vetó la ley que el Congreso había sancionado para darles un alivio, desestimándola como “una estupidez votada por la casta” y defendiendo que no negociará el equilibrio fiscal. El Presidente exhibe ese ajuste como eje de la baja de la inflación, que si bien retrocedió respecto de 2023, persiste y crece mes a mes alrededor del 2%. Esa combinación de austeridad sin alivio y de promesas incumplidas alimenta un clima donde la izquierda vuelve a crecer: no como fenómeno coyuntural, sino como expresión política de un descontento sostenido.
Pero mirar los números exige un ejercicio de memoria. En 2023, el FIT‑U había alcanzado el 3,78 % en diputados y el 4,23 % en senadores provinciales. En 2021, su votación fue del 6,82 % en la provincia de Buenos Aires. Así, el 4,37 % de hoy representa un avance respecto de 2023, aunque aún no recupera el pico de 2021.
Ese matiz es esencial porque describe una trayectoria que crece con altibajos pero una cohesión que se mantiene en el tiempo y sorprende a los propios miembros de este espacio de la izquierda argentina, caracterizada por las divisiones de índole dogmática y la fragmentación electoral que nunca la condujo a nada. Hasta que nació el FIT.
Este domingo quedó lejos de su techo reciente. Pero esto no apaga el valor político del crecimiento, lo sitúa en perspectiva: no fue un estallido, sino una sedimentación del voto de bronca en clave de izquierda.
La mirada se enriquece si ponemos foco en secciones electorales donde el FIT-U marcó territorio. En categoría senadores, Romina Del Plá logró un 4,28 %, muy por detrás del triunfo de Gabriel Katopodis (47,28 %) y el sorpresivo segundo lugar de Diego Valenzuela (37,13 %), un dirigente del PRO que se destacó por ser el primero en impulsar la alianza con La Libertad Avanza.
En la Segunda Sección electoral para diputados, el escenario fue otro: Fuerza Patria ganó con 35,48 %, La Libertad Avanza obtuvo 29,85 %, y el espacio “Hechos”, aliado de Manuel Passaglia, intendente de San Nicolás, sacó un sólido 23,89 %. El FIT‑U quedó por debajo, pero aquel caudal local demuestra que su eco es variable según los contextos.
La Tercera Sección fue un punto de inflexión para la izquierda, en la categoría diputados: Verónica Magario (Fuerza Patria) se impuso con 53,77 %, el candidato de La Libertad llegó al 28,62 %, y Nicolás del Caño se ubicó tercero con un meritorio 5,73 %. No fue un lugar en el podio provincial, pero sí en esa comarca con peso estratégico para la izquierda.

Tal vez lo más alentador fue en la Octava Sección (diputados): Fuerza Patria ganó con 43,38 %, La Libertad, con Francisco Adorni (hermano del vocero presidencial, Manuel Adorni), alcanzó 37,19 %, y Laura Cano (FIT‑U) logró el 5,62 %, convirtiéndose en tercera fuerza en esa veta platense del trotskismo.
Lo que emerge de este recorrido no es una victoria global sino más bien una consolidación fragmentada: el FIT‑U se aferra a espacios concretos donde su mensaje —el de defender a trabajadores, mujeres, jubilados y diversidades— sigue encontrando resonancia. No es un boom explosivo, pero es un crecimiento elocuente y con base social.
Mientras tanto, el peronismo sigue siendo la fuerza dominante en la Provincia de Buenos Aires (los números de hoy son demasiado contundentes para sostener esta afirmación), y La Libertad Avanza encuentra su techo en sectores como el marplatense o la zona norte; Somos Buenos Aires actúa como válvula alternativa moderada. La izquierda, por su parte, insiste en la senda de la coherencia y en ser una voz disonante y potente en los cuerpos legislativos.
JJD
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