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Vuelven las clases presenciales: qué dicen las familias a favor y en contra del regreso a las aulas

La escuela 8 de Almagro se prepara para la vuelta a la presencialidad. Prevén 12 alumnos por aula.

Julieta Roffo

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Guillermina tiene la mochila lista para empezar 5° grado. Este viernes es la fecha designada para su vuelta a las clases presenciales en la escuela 8 de Almagro, en un proceso de reinicio de esas clases que se inicia este miércoles en la Ciudad. “La virtualidad fue muy difícil para mi hija: fue todo planteado desde un lugar muy lúdico y para ella fue un retroceso, porque sentía que la trataban como a una nena más chiquita y quería aprender en vez de jugar. Quiere volver al aula por eso y para socializar con sus compañeros y amigos”, describe Débora Vasallo, su mamá.

Julieta es madre de Iván, un alumno al que le toca empezar 6° grado en la escuela 15 de Saavedra. “El viernes, de manera informal y por propia voluntad, fueron algunos padres y madres a tomar medidas a las aulas para intentar que haya distancia. Pero nadie nos dice si los espacios que no son aulas en los que va a haber chicos están habilitados para tal cosa, nadie pone el gancho, y tampoco hay alternativa virtual para los que viven con alguna persona que es grupo de riesgo, como es mi caso”, cuenta.

En el medio, Aurora alquila una pieza en Once en la que vive con su marido y sus dos hijas, una de ellas alumna de una escuela primaria también de Almagro. “Junto a mi hijo, que vive con mi nieta en otra pieza de esa casa, cuidamos a las dos nenas, que tienen que volver a la escuela, a tercer y quinto grado. Pero las pusieron en turnos distintos, y ninguno de los dos puede ocuparse de llevarlas y traerlas con esos horarios porque no podemos faltar a laburar. Tenemos que pagar las cuentas. Ya le mandé una carta a la directora para que las pongan a las dos en el mismo turno. Queremos que vuelvan porque nosotros no tenemos los conocimientos suficientes como para acompañarlas en la educación virtual, pero si no las podemos llevar y traer vamos a tener que dejar a alguna en casa”, explica. Kyara y Alma, su hija y su nieta, están inscriptas en una escuela de jornada completa pero la presencialidad será, al menos por ahora, sólo en un turno.

Según cuenta Débora, que integra la cooperadora de la escuela a la que va su hija, “la Ciudad mandó alcohol en gel, barbijos, máscaras protectoras y termómetros, y la directora hizo un esquema en el que, aunque el metraje permitía 17 alumnos por aula, habrá 12”. “A la escuela de mi hijo mandaron un solo termómetro y no funciona. Y no se midió nada respecto de la ventilación, por ejemplo la concentración del dióxido de carbono. Mi marido es asmático y tiene más de 60 años: es paciente de riesgo, por lo que mi hijo está exceptuado de asistir, pero cuando preguntamos qué alternativa virtual habrá, nos dijeron que hay que pedirle la tarea a un compañero, como si faltara al colegio”, contrapone Julieta.

Entre las recomendaciones que el área de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo compiló de cara a la reapertura de escuelas en América Latina y el Caribe, se cuentan el distanciamiento de al menos un metro entre pupitres, el acondicionamiento de gimnasios y salones de usos múltiples para que sirvan como espacios en los que dar clases, el escalonamiento de horarios, la implementación de rutinas frecuentes de lavados de manos y la provisión de insumos de limpieza y protección personal a los docentes y no docentes de las escuelas. A la vez, esas recomendaciones, tomadas sobre todo de protocolos elaborados por la Organización Mundial de la Salud, Unicef y la Unesco, enfatizan que es necesario garantizar el pago a tiempo de docentes y no docentes y formarlos en la enseñanza remota, entre otras cosas.

“Por estar en la cooperadora, vi de cerca cómo se está organizando la vuelta a clases, y no hay nada de los protocolos que me preocupe. Se recibieron insumos de limpieza y se dividió la jornada completa en dos turnos para garantizar el distanciamiento entre los chicos. Mi hija ya en octubre le mandó un mail a la directora contándole que quería volver al aula. Necesita incorporar nuevos conocimientos y para muchos chicos fue un corte social muy grande, porque después de usar el dispositivo para el Zoom de la escuela, sus padres lo necesitaban para trabajar y ni de esa forma podían conectarse con sus pares”, cuenta Débora.

“Entendemos perfectamente que para muchos padres y madres sea importante tener la escuela abierta para que los chicos vayan ahí. Nosotros tenemos el confort de poder trabajar en casa, con una casa adecuada para pasar la cuarentena, y nos cuidamos mucho por el asma de mi marido. Lo que reclamamos es, por un lado, que haya una alternativa virtual organizada para los chicos que están exceptuados de ir, y que haya alguien que confirme si así como están las instalaciones se consideran habilitadas, alguien que se haga responsable”, dice por su lado Julieta. “Mi hijo no quiere saber nada con ir. Sabe que su papá corre riesgo, pero quiere seguir aprendiendo”, suma.

“No puedo dejar de ir a los trabajos, lo necesito para pagar la pieza. Por eso necesito que las nenas estén en la escuela aprendiendo. Yo sólo terminé la primaria, las acompañé como pude pero no puedo ayudarlas mucho con sus clases virtuales”. Aurora espera la respuesta de la directora de la escuela a la que van Kyara y Alma y apura la despedida por teléfono: “No puedo llegar tarde al trabajo”.

El título de esta nota difiere de su versión original en el que decía “madres” en lugar de “familias”. La primera versión respondía a que solo mujeres fueron consultadas, lo que refleje una realidad: son ellas las que están a cargo de la mayoría de las tareas de cuidados de los hogares. No obstante hemos decidido cambiar por “familias” término que amplía el universo y que incluye a los varones que también se hacen responsables de las tareas de cuidado.

JR

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