Vivir sin baño: hay 6 millones de personas que no tienen acceso a este servicio básico

En solo un fin de semana, Módulo Sanitario construye un baño para un hogar que hasta entonces formaba parte del 1.200.000 viviendas en Argentina sin este servicio básico. Y con el baño llega la higiene, la dignidad, la salud física y espiritual. Pero el baño también puede ser, sobre todo para muchos un templo y un confesionario. Un lugar sagrado para encontrarse con uno mismo. Un sitio aislante donde llorar en silencio antes de salir nuevamente a la batalla del día a día. En el baño nadie molesta.
“Es lo principal que tiene que tener una casa. A partir del baño, se articula la dinámica familiar, se genera un cambio abismal. Sin un baño digno, todo se desploma, todo se vuelve más caótico”, dice Agustina Aguirre, del área de Relaciones Institucionales de Módulo Sanitario, la ONG que el mes pasado cumplió 10 años de existencia y ya lleva construyendo 1.900 baños en un país donde todavía carecen de este servicio unas 6 millones de personas.

“Ahora podemos recibir visitas y mostrarles el baño. Le pongo estantes, le doy mi estilo, y cuando me dicen ‘qué lindo baño’, me dan ganas de más, de pintar o ampliar la casa”, dice Paola Cardoso, madre de tres hijos. Tras perder casi todo en la inundación de mayo, Módulo Sanitario finalizó su baño el 28 de julio.
Ahora podemos recibir visitas y mostrarles el baño. Le pongo estantes, le doy mi estilo, y cuando me dicen ‘qué lindo baño’, me dan ganas de más, de pintar o ampliar la casa
“Con el baño se inoculan los hábitos de higiene. Algo muy difícil cuando se debe calentar agua en una pava y usar un fuentón de plástico, especialmente en invierno. Además, la ausencia de baño perjudica los vínculos sociales. La inseguridad es otro factor sobre todo para adolescentes, que deben salir a buscar baños lejos de su casa”, dice Tomás Sicouly, ingeniero industrial y uno de los fundadores de la ONG.
El baño no es solo un refugio, también actúa como ansiolítico, mejorando el sueño de muchos hombres que realizan trabajos pesados como la albañilería. “Parece sorprendente que mejore el sueño con un baño, pero tiene sentido: después de cargar cemento todo el día, poder darse una ducha caliente al llegar a casa mejora el descanso”, reflexiona Aguirre.
El agua que arrasa
Paola Cardoso, de 43 años, vive en Río Luján (Pilar) con su marido de 33 y sus tres hijos (11, 14 y 17 años). En mayo, una inundación de casi 1,7 metros destruyó su casa de madera. Paola evacuó con dos hijos, mientras su marido y el tercero quedaron en la vivienda. La situación se volvió peligrosa y Defensa Civil los asistió. Un vecino les llevaba provisiones en bote.
Una semana después, Paola regresó con agua hasta la cintura y pudo traer a sus hijos. Encontraron el baño improvisado y la casa casi destruidos, junto con muebles y habitaciones. “Fue muy duro, no tener dónde hacer las cosas, pero saber que no estábamos solos nos dio fuerzas”, recuerda.

Antes de la inundación, el marido había construido un pozo ciego, pero se arruinó. Usaban un baño de madera cubierto con nylon. Vivieron mes y medio en casa de una hermana mientras limpiaban y reconstruían. En ese período, Paola conoció Módulo Sanitario, se comprometió con el programa y, tras la espera por el secado del terreno, recibió su baño el 28 de julio.
Un espacio digno
En Argentina, más de 6 millones de personas viven sin baño. Esto incrementa el riesgo de diarreas, infecciones, parasitosis y problemas de piel, y genera además barreras sociales y comunitarias. Cada año se reportan 1 millón de casos de diarrea aguda, una de las principales causas de mortalidad infantil. El 40% podría prevenirse con el lavado de manos, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina.
Las mujeres y niñas son especialmente vulnerables: la menstruación sin baño es insalubre y al salir a pedir un baño prestado, pueden sufrir situaciones de inseguridad.
Hace diez años, un grupo de amigos fundó Módulo Sanitario. Desde entonces, construyeron más de 1.900 baños en 10 provincias, con el apoyo de 7.000 voluntarios, dos franquicias sociales (Córdoba y San Luis) y donantes.
Hace diez años, un grupo de amigos fundó Módulo Sanitario. Desde entonces, construyeron más de 1.900 baños en 10 provincias, con el apoyo de 7.000 voluntarios, dos franquicias sociales (Córdoba y San Luis) y donantes
La organización realiza censos y relevamientos en barrios sin saneamiento y prioriza hogares con urgencias sanitarias. “Todo el proceso lo hacen los voluntarios. Desde el censo hasta la construcción. Los capacitamos, los asesoramos… Es un acompañamiento profundamente humano”, dice Aguirre.
De 50 a 80 familias relevadas, se seleccionan entre 20 y 35. El baño, muchas veces postergado frente al hambre, vuelve a ser un espacio digno. La ONG se sostiene con donaciones y alianzas, y los voluntarios participan en todas las etapas del proceso, generando vínculos duraderos y arraigo territorial.
Módulo Sanitario solicita a las familias un aporte del 10% (aproximadamente 240 mil pesos) del valor del baño, que ronda los 2 mil dólares. Aunque parece mínimo, para hogares en indigencia representa gran parte de sus ingresos mensuales.
Debido al aumento del costo de vida en el último año y medio, muchas familias no logran cubrir esta cuota mínima. Por eso, la organización implementó una estrategia que consiste en entregar productos para que las familias los vendan y así recauden el dinero necesario, generando también oportunidades laborales.

“Algunas familias pagan en dos cuotas, otras en 15. Muchas encuentran un emprendimiento que mantienen más allá de la construcción del baño. Nosotros solo les acercamos recursos. En barrios con roles muy definidos, acercar materia prima puede representar oportunidades laborales para más adelante”, explica Aguirre.
Las familias atendidas tienen ingresos mensuales entre 350 y 500 mil pesos, por lo que el aporte representa casi la mitad de su salario. “Cada vez más familias tienen dificultad para juntar ese dinero, lo que nos obliga a inventar mecanismos para facilitar el aporte y mantener la cantidad de construcciones”, señala Sicouly.
Paola, beneficiaria del programa, cuenta: “Se nos complicaba pagar, así que los chicos me dieron artículos de limpieza y salí a vender a los vecinos. Con lo recaudado pude pagar el baño. Ahora tenemos un baño hermoso que es verdaderamente nuestro”.
El Estado ausente y la meta de Módulo: generar empatía
En los barrios más postergados del conurbano bonaerense, donde trabaja Módulo Sanitario, la ausencia del Estado no es una novedad. “Estamos en el fondo de los barrios, donde todo está igual desde hace años. No hay veredas, ni calles, ni recolección de basura, agua potable o cloacas”, resume Sicouly. En ese contexto, la paralización de la obra pública no impacta directamente porque, en definitiva, nunca llegó.Tomás Sicouly, ingeniero industrial
La desconexión entre estos territorios y las decisiones institucionales también se refleja en el acceso a servicios básicos como el agua. “La privatización de AYSA y otras medidas no nos afectan porque estamos muy lejos de ese mundo formal. La brecha entre las familias con las que trabajamos y las estructuras del sistema es enorme”, advierte.
Estamos en el fondo de los barrios, donde todo está igual desde hace años. No hay veredas, ni calles, ni recolección de basura, agua potable o cloacas
Frente a este panorama, afirman que el objetivo de Módulo Sanitario no es solo construir baños, sino generar empatía. “No quiero incidir en políticas públicas –aunque muchas veces trabajamos en conjunto con municipios–, sino en la sociedad para generar empatía. Mi foco de estudio está en el diálogo y en generar empatía. En la organización social yo veo la posibilidad de no tener trabas para poder avanzar en solucionar algunos de los problemas de la gente. Me cuesta imaginar la vida sin baño”, reflexiona Sicouly.

Inseguridad, tensiones familiares y rutinas imposibles
Muchas familias sin baño enfrentan soluciones precarias y riesgosas: letrinas improvisadas, casillas alejadas o inodoros conectados a la tierra. Esta falta no solo afecta la higiene, sino también genera inseguridad, especialmente para mujeres y niñas que, por miedo, evitan salir de noche y usan baldes dentro de casa. “No tener baño también es estrés, es miedo, es no poder bañar a tu hija en invierno”, advierte Aguirre.
No tener baño también es estrés, es miedo, es no poder bañar a tu hija en invierno
El saneamiento deficiente complica lo cotidiano: higienizarse, tirar la cadena o conseguir agua se vuelven tareas agotadoras. Tras construir un baño, mejora el descanso, bajan las enfermedades y aumenta la dignidad en el hogar. Muchas familias comparten baños precarios entre varios hogares, sin pozo séptico ni espacio adecuado para la higiene. “Un baño tiene sentido cuando incluye todo lo necesario para sostener hábitos”, señalan desde la ONG.
Además, la falta de baños adecuados afecta la convivencia. Compartir un baño genera tensiones y dificulta la independencia de los niños. “Nos sorprende cómo algo tan básico como tener dónde apoyar el cepillo puede transformar la rutina diaria”, dice Sicouly.
La instalación del baño significó una mejora concreta en la vida cotidiana de Paola y sus hijos. Antes, usaban un baño precario, expuesto al frío y al riesgo de inundaciones. El nuevo baño, elevado del suelo para evitar futuros anegamientos, está separado de la casa pero conectado al terreno. Aunque al principio sus hijos cuestionaron su ubicación, Paola les explicó que fue pensado para brindar comodidad y prevenir problemas.
La diferencia se nota en la rutina diaria: ahora pueden bañarse sin pasar frío, lavarse los dientes con comodidad y mantener una higiene adecuada. La mejora no solo impactó en la dinámica familiar, sino también en la posibilidad de recibir visitas sin vergüenza ni incomodidades. “Es lindo que alguien venga, pueda usar el baño y se interese por cómo se hace. Sentís que no estás solo, que hay gente buena que se preocupa por vos. Eso te da ganas de seguir ampliando tu casa”, concluye Paola.
LN/MG
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