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Serrat se despide en Barcelona: “Nada de lágrimas, esto es una fiesta”

Manuel Serrat en el primero de los tres conciertos de despedida que ofrece en Barcelona

Núria Martorell

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Sinceramente suyos. Así se sintieron los seguidores de Serrat que la noche del martes llenaron el Palau Sant Jordi de Barcelona. “Nunca es triste la verdad/ lo que no tiene es remedio”, reza la balada que compuso en 1983. Constatar que su adiós sí era una triste verdad impregnó de melancolía a unos feligreses conscientes de que una parte de sus vidas quedaba irremediablemente atrás.

A Joan Manuel Serrat solo le quedan dos recitales más para dejar ese 'vicio de cantar' que adquirió siendo universitario (estudiando Agronomía). El último de los últimos será el viernes 23, cuatro días antes de su cumpleaños. El 27 de diciembre sumará 79 años. La edad aprieta, así que mejor apearse de los escenarios dándose un generoso baño de cariño y de gratitud con su audiencia y en su casa.

Serrat ha trascendido géneros y generaciones. Contenidos y continentes, desde que le cantó a su primera guitarra y a su primer amor. Anoche repasó buena parte de su intensa y fecunda carrera -atesora más de 600 canciones- bien pertrechado. Siempre ha sabido rodearse de excelentes músicos y ayer, capitaneados por el pianista y arreglista Ricard Miralles, le arroparon con atino desde los primeros acordes de 'Temps era temps'. “¡Qué lejos parecía un día como hoy cuando en abril empecé esta gira en Nueva York!”, reconoció con un pequeño hilo de voz que poco a poco fue recuperando. “Y como dijo Tarradellas, ‘ja soc aquí”.

Sí. Joan Manuel ya estaba en el Palau Sant Jordi pidiendo a los presentes, solemne y socarrón, que descartaran cualquier tentación de nostalgia “y de limpiarse las lágrimas con la manga del vecino”. Abordó 'Cançó de bresol' y la fundió con 'El carrusel del Furo', tema que le dedicó a su abuelo (Manuel), asesinado en aciagos tiempos (lamentablemente, aún lo están buscando). Y fue desgranando esas canciones que son de todos: 'Seria fantàstic'; 'Me’n vaig a peu' (arrancando la primera sonora ovación); 'No hago otra cosa que pensar en ti' y 'Algo personal'.

Cuando fue el turno de 'Pare', lanzó un largo, inspirado y necesario SOS ecologista: “Compuse esta canción hace 50 años, cuando los científicos advertían del cambio climático que se avecinaba. Hemos hecho mal muchas cosas: desde la excesiva dependencia de los combustibles hasta la deforestación de los bosques. Ahora hemos empezado a tomar conciencia de la necesidad de cambiar nuestros hábitos y el modelo de sociedad si no queremos que nuestros hijos hereden un planeta que cada vez está más enfermo. Se deberían tomar decisiones serias. Pero los que lo tendrían que hacer parece que no tienen prisa. El cambio climático es la más grave de las amenazas”.

Y 'Pare' le pasó el testigo a otra oda a la naturaleza, 'Cançó de matinada', el primer tema en catalán que fue número uno de la lista de ventas en España. Con tono intimista cantó 'Nanas de la cebolla' de Miguel Hernández –“un hombre que amaba la libertad y la vida, y las dos cosas se las robaron”, recordó- y la encadenó con 'Para la libertad', que con su aire de himno levantó a parte de la audiencia.

El número 13 de Els Setze Jutges cantó más piezas en catalán que en castellano. Seleccionar 'Barcelona i jo' en su ciudad natal fue una buena jugada. Y emocionó cantando a dúo con la violinista Ursula Amargós 'Es caprichoso el azar'. Más momentos álgidos: cuando enlazó 'Hoy puede ser un gran día' con 'La tieta' y 'Mediterráneo', que volvió a levantar a algunos asistentes de sus sillas.

Antes de dar paso a 'Plany al mar', lamentó que el Mediterráneo sea “un sarcófago donde descansan miles de mujeres y de hombres que pagaron con sus vidas el intento de huir de ellos mismos”. Y cuando recuperó 'Cantares' de Antonio Machado, invitó al público a que le acompañara en el estribillo. ¡Y vaya si lo hizo!

Parecía entonces que iba a dar por terminada su actuación. Pidió a sus feligreses que se fuesen tranquilos a sus casas, deseándoles suerte y que les tocara “la lotería o ‘La Grossa”. Y si esto no sucedía, pues que hicieran como su madre. “Siempre decía ‘yo solo pido salud para mis hijos y para mí. Y trabajo para mi marido”. Pero la actuación aún iba a deparar más momentos emotivos.

Sobre el escenario, músicos que lo acompañan desde siempre y otros que se han ido sumando por el camino: Ricardo Miralles, en el piano y los arreglos; Josep Mas “Kitflus”, en los teclados; José Miguel Sagaste en el saxo, Úrsula Amargós Rubio en viola y coros; Vicente Climent en la batería, David Palau a las guitarras y Raimon Ferrer, en el bajo y contrabajo. Acompañando los temas, fotografías, animaciones, e imágenes de arte de diversas épocas. Las más acertadas: La Gioconda de Leonardo y sus variantes meme y los grafitis y las escenas de los murales de Banksy, que maridan tan bien con algunas de las letras de Serrat.

Para el tramo final reservó 'Paraules d‘amor' y esa 'Fiesta' anunciada nada más empezar la velada, dejando bien claro cuál tenía que ser el espíritu del concierto. Pasó como un suspiro. Serrat se retira de los escenarios, pero nunca de nuestras vidas.

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