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Empresarios temen que las restricciones nocturnas reviertan la mejora en el sector de gastronomía y turismo

El Gobierno nacional dictó recomendaciones, que las distintas jurisdicciones podrán adaptar

Delfina Torres Cabreros

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Cuando la actividad comenzaba a mostrar algunos signos de mejora, empresarios del sector de la gastronomía y el turismo temen que las restricciones a la circulación nocturna —que incluirían cierres comerciales anticipados— hagan retroceder varios casilleros en la facturación, tras un año difícil. 

Según dijo a elDiarioAR Ariel Amoroso, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (Ahrcc), adelantar el cierre comercial a las 23, como sugiere el Gobierno nacional, implicaría una caída promedio de al menos del 30% en la recaudación de los bares y restaurantes. Por este motivo, todas las cámaras del sector llevan por estas horas intensas conversaciones con los gobiernos provinciales para que, de acuerdo al margen que les otorgue el decreto presidencial, adopten medidas lo menos restrictivas posibles. 

“El cierre a las 23 nos perjudicaría mucho porque las cocinas deberían cerrar a las 21 y perderíamos gran parte del turno de la noche. Distinto sería si los comercios cerraran a la 1, y por eso estamos trabajando con el Gobierno de la Ciudad para lograr esa extensión”, detalló Amoroso, y confirmó que del pedido participan también las entidades que agremian a heladeros, pizzeros, panaderos y firmas de comidas rápidas. 

Según detalló el empresario, durante 2020 las distintas herramientas de asistencia puestas a disposición por el Gobierno Nacional, como el ATP, aliviaron en algún punto la situación, pero anticipó que enero, febrero y marzo, meses para los que no hay medidas confirmadas, “serán durísimos para la gastronomía y todavía más para la hotelería”. “Si se vuelve a un régimen de cuarentena más duro y la ayuda no aparece, vamos a ver quiebras generalizadas porque, lamentablemente, después de 10 meses de pandemia el sector ya está sobreendeudado”, detalló. 

“El horario de cierre a las 23 nos mataría. Nosotros tenemos dos turnos de cena, uno a las 20 y otro a las 22, y ese segundo turno ya no alcanzaríamos a completarlo”, comentó Dante Liporace, dueño del restaurante Mercado de Liniers. “Por supuesto que estoy totalmente en contra de las fiestas clandestinas y de los lugares que juntan 200 personas en la vereda, pero me parece ridículo que un restaurante chiquito, en el que todo está pensado para cumplir con el protocolo, termine siendo castigado”, añadió. 

Por otro lado, Liporace se refirió a los restaurantes de la Costa Atlántica, donde los horarios de comida son todavía más nocturnos. “En las vacaciones te vas de la playa a las 9 y, entre que volvés y te bañas, salís a comer recién a las 23. Si se impone ese horario, a los colegas de la Costa los destrozaría”, apuntó. 

Para Germán Sitz, empresario gastronómico detrás de Niño Gordo, La Carnicería, Juan Pedro Caballero, Donut Therapy y Chori, el impacto de la medida dependerá más del efecto que tenga en el humor de los clientes que de la restricción horaria en sí, que se podría salvar, en parte, con adelantar los turnos. 

“Si la gente se asusta no sólo por la posibilidad del contagio, sino por la posibilidad de que les pongan multas por circular fuera de horario y deja de salir, ahí si nos vamos a ver muy afectados. Si entiende que se trata de hacer reuniones más reducidas, evitar las fiestas y salir, pero con todos los recaudos necesarios, es otro el escenario”, opinó.

Los empresarios también anticipan como estrategia frente a la restricción horaria el fortalecimiento del delivery, que en muchos locales se consolidó o incluso se inauguró como servicio a partir de la pandemia. “En caso de que tengamos que volver a hacer sólo delivery estamos preparados y bien aceitados”, adelantó Gonzalo Alderete Pagés, de Santa Evita que, además, advirtió que los clientes fueron adaptándose durante la cuarentena a cenar más temprano y que la imposición de un cierre a las cero no sería tan problemática como un cierre a las 23. 

Una de las cosas que implican las vacaciones es la noche: acostarse más tarde, tener horarios distintos a los de todo el año

Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo

Si bien el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, aseguró que el objetivo es no afectar con las medidas la economía ni alternar la temporada turística, para Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT), la aplicación de restricciones nocturnas en destinos turísticos es una “afectación garantizada”.

“Una de las cosas que implican las vacaciones es la noche: acostarse más tarde, tener horarios distintos a los de todo el año. La medida claramente va a afectar la actividad —dijo Elías a elDiarioAR— aunque la buena noticia es que son recomendaciones y no imposiciones, con lo cual esperamos que esto sea aplicado exclusivamente en aquellos destinos donde no haya una solución mejor y que sea consensuado con el sector privado”. 

Para el dirigente sectorial, el turismo ya atraviesa una “temporada complicada”, con porcentajes de ocupación promedio de 35% sobre un escenario de nueve meses previos sin actividad. “La temporada arrancó tarde, mucha gente no puede viajar y los protocolos imponen aforos del 20%, 30% o 40% de la capacidad. Si además cortás la actividad a las 23, es directamente enterrarla”, lanzó Elías.

Signos de recuperación

La discusión por las restricciones nocturnas llega en un momento en que, según detalla el último panorama Centro de Estudios para la Producción, del ministerio que conduce Matías Kulfas, comenzaba a observarse cierta recuperación de la gastronomía y turismo, dos ramas especialmente golpeadas por la pandemia.

En el caso de la gastronomía, un monitor de los gastos con tarjeta de crédito del área de investigación del banco BBVA muestra que los consumos en este rubro moderaron la caída desde el 52% interanual real en septiembre a alrededor del 12% en lo que va de diciembre.

Según detalla el informe del Ministerio de Producción, las razones de esta recuperación son varias, pero la mayoría vinculadas a puntos que la segunda ola podría hacer retroceder. En primer lugar, que desde septiembre el sector empezó a estar más habilitado para operar con mayor normalidad. Hasta entonces, la gastronomía había estado habilitada sólo para delivery y take away en el AMBA. Desde septiembre empezó a estarlo para consumir en el lugar, pero con mesas afuera y, desde octubre, también adentro. 

En segundo lugar, la baja de contagios registrada en la mayoría de las provincias entre fines de octubre y principios de diciembre también contribuyó a que las personas circularan más y salieran más de sus hogares. Por último, la menor incidencia de días de lluvia en la región Pampeana favoreció mayores paseos al aire libre. Por ejemplo, en CABA hubo solo 4 días de lluvia en noviembre, contra un promedio histórico de 7,9.

En el caso del turismo, un sector todavía más afectado que la gastronomía durante 2020, comenzó a reactivarse gradualmente en octubre de la mano del programa Previaje y, ya en diciembre, con la rehabilitación de la actividad a nivel nacional. El plan de preventas permitió que las ventas con Ahora12 en el sector turístico pasaran de caer más del 80% interanual real en septiembre a incluso reportar un moderado crecimiento interanual en la segunda quincena de noviembre.

El repunte del turismo también se corroboró en el fin de semana largo del 5 al 8 de diciembre, el primero con la actividad rehabilitada a nivel nacional. De acuerdo a los registros de la aplicación Cuidar Verano, 630.000 personas viajaron por el país en esa fecha. Asimismo, de acuerdo a estimaciones del Ministerio de Turismo y Deportes, la capacidad de alojamiento ocupada pasó de estar cercana al 0% en los meses previos a un rango que va del 40% al 100%, dependiendo del destino.

DT

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