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Tecnológicas: entre el pleno empleo y el desafío de absorber fuerza de trabajo joven

Las tecnológicas deben adaptar sus proyectos para absorber y formar muchos "juniors"

Delfina Torres Cabreros

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Si los esfuerzos conjuntos del Gobierno y el sector privado prosperan, en los próximos años se multiplicará la cantidad de programadores y personas formadas en oficios digitales. Según datos de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), en los últimos 15 años la cantidad de recursos humanos en el sector pasó de 25.000 a 125.000 y la apuesta es que en los próximos 10 años el número se dispare a 500.000.

Si bien el discurso extendido asegura que quien se forma en este área tiene garantizado el empleo —y es real que en el sector hay miles de posiciones vacantes— la afirmación tiene al final un asterisco. El gran faltante de la industria son los recursos más especializados (las posiciones “senior”), que demandan años de formación dentro de las empresas y son los más tentados a salir del mercado local para trabajar de manera freelance para el exterior.

Que la gran masa de nuevos talentos sean absorbidos por el mercado de trabajo requiere, entonces, un esfuerzo adicional. “Tenemos que pensar cómo desarrollamos procesos productivos donde estos juniors se formen rápidamente o se formen en procesos muchos más masivos que los que tenemos hoy”, dice a elDiarioAR Blas Briceño, vicepresidente de Cessi y CEO de la firma de software Finnegans. “Todo senior fue antes un junior”.

De acuerdo con los números de la cámara, en el sector suelen quedar históricamente 5.000 puestos sin cubrir, un número que se expande a 15.000 si se toma en cuenta la demanda insatisfecha de profesionales del software en otras industrias. La cámara prepara un programa propio que, de concretarse, podría crear 500.000 puestos de trabajo en 10 años y llevar las exportaciones anuales a US$10.000.

El proyecto, llamado “Programa Nacional de Empleabilidad en Tecnología”, se presentará este año y contempla una serie de fases que implican articular con diferentes actores. Por un lado, con los ministerios de Educación provinciales para incorporar estos saberes en las currículas y hacerlos más amigables a los chicos y chicas. Por otro, con la industria, que necesita amoldarse a las características de los recursos disponibles. 

Según explicó Briceño, son más compatibles con una pirámide de recursos humanos de base muy ancha los proyectos de bien público (vinculados al Estado u ONGs) que pueden ser resueltos con lógica colaborativa por equipos de personas que aprenden mientras hacen. “En esos casos el valor se genera por dos vías: por el producto, que debe ser de alta calidad, y por el aprendizaje que se genera en el proceso de producción, que es un valor gigantesco”, explicó.

Este mes el presidente Alberto Fernández lanzó en Tecnópolis la segunda etapa del plan Argentina Programa, que permitirá capacitar a 60.000 jóvenes hasta fin de año y sumó un subsidio de $100.000 para la compra de computadoras. La iniciativa está basada en #YoProgramo, impulsada por la Cessi, que el año pasado calculaba tener 20.000 inscriptos que resultaron ser 150.000.

“Hay mucho interés por estos cursos de formación”, señala Juan Manuel Padilla, secretario de Actividad de la Asociación Gremial de Computación (AGC). De hecho, el gremio lanzó un curso en conjunto con el Ministerio de Trabajo con 1.000 vacantes y recibieron 45.000 inscripciones. “El problema es que las personas que se forman no tienen el empleo garantizado y eso se ve si comparás la cantidad de recibidos con la cantidad de contratados. Por ejemplo, en el Programa 111 Mil, lanzado en el gobierno de Mauricio Macri, el porcentaje de contratados rondó el 10%”, precisa. 

De acuerdo con el gremio —que consiguió la personería gremial durante la gestión de Jorge Triaca y la perdió un mes después cuando lo reemplazó Dante Sica— los salarios de las posiciones iniciales no son tan fabulosos como se cree. “Tenés sueldos de $30.000 para trainees, por ejemplo, y de $40.000 o $50.000 para gente más formada”, apunta, aunque aclara que “es verdad que los salarios son buenos para los senior”. 

Briceño considera que, si se mira al mercado de trabajo en general, los trabajadores y trabajadoras del sector de tecnología son los más “mimados”, más allá de que puede haber algún caso particular que contradiga la regla. De hecho, para el empresario la tecnología puede ser “el sector abanderado en la restitución de la clase media argentina”. Aunque, en una polémica lejos de saldarse todavía, lo piensa con sus características propias y no atado a estructuras tradicionales como los sindicatos.

En el Gobierno, que tiene el desafío de mediar entre empresarios y trabajadores, miran con atención al sector y lo consideran una apuesta clave. De hecho, y a diferencia del resto de las ramas de la economía, el Ministerio de Desarrollo Productivo tiene una subsecretaría destinada exclusivamente a la economía del conocimiento. Según sus datos, en los últimos seis meses el sector —desde que se sancionó la ley de Economía del Conocimiento, que le otorga beneficios impositivos—aportó US$115,5 millones, $107.100 millones en inversiones y creó 4.800 puestos de trabajo.

DT

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