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Opinión

¿Pragmatismo o confusión?: Milei y Zelenski, el enredo geoestratégico del nuevo gobierno

Volodimir Zelenski y Javier Milei se abrazaron tras su primer discurso como presidente

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Minutos antes de iniciar su discurso en la explanada del Congreso, Javier Milei dialogó afectuosamente con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Fue uno de los pocos mandatarios invitados que logró ese intercambio destacado con el líder libertario (en público, al menos). Fue un gesto importante, que se ratificó horas después con la única reunión bilateral de la jornada.

Antes de viajar a la Argentina, uno de los últimos contactos de alto nivel de Zelenski fue con el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. El mandatario ucraniano atraviesa días difíciles: la contraofensiva ucraniana no salió como esperaba, y la Unión Europea no logra ponerse de acuerdo respecto a un nuevo paquete de ayuda financiera para el país eslavo. El frente militar está en riesgo al igual que la estabilidad macroeconómica. 

Sánchez es uno de los mayores aliados de Zelenski, y se comprometió a hacer lobby entre los 27 países de la UE para sacar adelante la ayuda en una próxima reunión del bloque esta semana. Para lograrlo, deberá convencer al primer ministro de Hungría, Víktor Orbán. El mandatario húngaro es un aliado de Vladímir Putin y está enfrentado a Bruselas desde hace un buen tiempo por diferencias respecto a cómo aplica ciertos principios democráticos en su país. En todas las negociaciones por Ucrania -de la ayuda militar a la inclusión en la Unión Europea-, Orbán siempre vota en contra de Kiev. 

En este contexto, habrá sido difícil de entender para Zelenski que el nuevo presidente argentino haya sido tan amistoso con él, al mismo tiempo que le ofrecía un lugar preferencial entre sus invitados a Orbán. En la sorpresa, no le debe haber quedado otra que plantearle a su comitiva la idea de transformar la confusión en una oportunidad. 

Una sorpresa similar se habrán llevado en La Moncloa por el apoyo de Milei a Zelenski el mismo día que se abrazaba con el líder de Vox, Santiago Abascal, o con la diputada del Partido Popular, Cayetana Álvarez de Toledo. Para la actual composición de Bruselas -en la cual tiene una influencia considerable el mandatario español-, la defensa de Ucrania frente a Rusia es una defensa por la democracia y las instituciones europeas. Justo lo contrario de lo que expresan partidos como el de Abascal u Orbán, e incluso Álvarez de Toledo, que atesora una colección de insultos públicos contra el dirigente socialista, y ha defendido la alianza del PP con Vox. 

El mismo asunto genera preguntas en relación al vínculo con Estados Unidos, donde Milei ha mostrado preferencias por el republicano Donald Trump. Hace más de un mes que Joe Biden no puede sacar adelante un paquete de ayuda financiera para Kiev. Desde que Trump logró colocar a Mike Johnson como portavoz de la Cámara, las chances de que los demócratas sigan respaldando a Ucrania se reducen cada día. Es más, si el magnate neoyorquino logra regresar a la Casa Blanca en las presidenciales del año que viene, existen altas probabilidades de que Zelenski pierda su principal aval frente a Rusia. 

¿Cuál es entonces la agenda de Milei respecto a Zelenski en Estados Unidos? ¿Qué puede ofrecerle desde un país en inminente proceso de ajuste draconiano cuando su principal aliado en Washington es un dirigente sospechado de simpatizar con el Kremlin? 

En el mejor de los casos, la alianza con Ucrania puede explicarse desde el lado emocional-religioso, ya que Zelenski profesa también la religión judía, lo que puede resultar muy loable pero de poco recorrido estratégico. Otra razón podría ser que el líder ucraniano es el primer representante de la lucha frente al “comunismo” que expresa Putin. 

En este caso, habría que contarle al nuevo gobierno libertario que dos meses atrás Víktor Orbán se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, en Beijing para brindar por la apertura de la primera sucursal internacional de la Universidad Fudan de Shanghái en suelo europeo, sobre las orillas del Danubio en Hungría. La casa de estudios chinas -por si no lo sabían en el gobierno libertario- es una de las instituciones predilectas de la enseñanza superior de la élite en el país asiático. Más del 25 por ciento de sus estudiantes tienen carnet del Partido Comunista de China.

En definitiva, la dirección geoestratégica del flamante gobierno de Milei tiene  por delante preguntas y respuestas en las que trabajar. Algunos podrán decir que estos primeros pasos expresan en la práctica un pragmatismo a ultranza, otros, que la confusión es total.

Una presencia internacional deslucida

La nueva ministra de Exteriores, Diana Mondino, tendrá un duro trabajo para completar el álbum de figuritas difíciles en la foto de familia de mandatarios que se realizó durante la asunción de Milei. No se encontraba Lula da Silva, representante del socio comercial más relevante del país, ni ningún enviado más destacado que un embajador de los países de Francia, China, la India, Reino Unido y España, por citar solo algunos de los principales países. 

Sobre este último, y para que sirva de ejemplo, Enric Juliana, uno de los principales analistas internacionales de La Vanguardia, apuntaba ayer que la decisión de la Moncloa de no haber enviado al ministro de Exteriores constituía “todo un gesto político”.

AF/DTC

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