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Panorama de las Américas - Opinión

Joe Biden en rebusca africana del tiempo americano perdido

Alfredo Grieco y Bavio Panorama de las Américas rojo

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De la Cumbre de las Américas organizada por el presidente Joe Biden puede decirse todo menos que haya sido un éxito. Sin falsa modestia, la administración demócrata había elogiado de antemano su buen tino como anfitriona. En la acertada elección de la sede del encuentro americano y caribeño de la segunda semana de junio: la megalópolis californiana de Los Ángeles. En el criterioso ejercicio del derecho de admisión: dress code de elegante democracia, lista de invitados sin Cuba, Nicaragua ni Venezuela. El político demócrata de quien se repetía, cuando era candidato desafiante al Donald Trump que perdió su reelección en 2020, que había viajado 16 veces a América Latina, no previó que la discriminación fuera a disgustar a Andrés Manuel López Obrador, que este iría a ausentarse de la Cumbre, y que la recusación mexicana, lejos de quedar solitaria, contaría con decidida solidaridad centroamericana.

Por el camino de AMLO

En la cita losangelina del pronto octogenario presidente n°46 de EEUU, la figura más atractiva y solicitada por los medios fue el más joven y más izquierdista de los pares hemisféricos de Biden, el chileno Gabriel Boric. Y el brasileño Jair Messias Bolsonaro era el que más sonreía en todas las fotos. El mejor amigo americano ni escondía su nostalgia ni exageraba la amistad al punto de involucrarse en las sanciones contra Rusia y Bielorrusia por el conflicto en Ucrania.

México, ausente teatral, y Brasil, actor histriónico: las dos mayores economías y demografías americanas coincidían en su política exterior, como habían coincidido en su orientación pro-business de la crisis sanitaria.

A la sombra africana en flor

En la Cumbre Africana celebrada esta semana en EEUU, Biden demostró haber aprendido de AMLO. En el banquete ofrecido en la Casa Blanca pudieron sentarse 50 gobernantes sin preguntarles antes si trabajaban o estudiaban, dónde estaban las urnas, o qué pensaban de los DDHH. Es verdad que esta vez no entraba en la ecuación el equivalente al voto cubano o venezolano o a las caravanas de migrantes de Centroamérica chocando contra la frontera sur.

Después de fracasar en el refuerzo asociativo de la Cumbre de las Américas contra Rusia (y China), en la Cumbre EEUU-África la Secretaría de Estado se orientó contra China (y Rusia) para recuperar el tiempo perdido en el continente más joven del planeta. En África, la edad promedio de la población es la de la generación bisnieta de Biden: 18 años. En 2050 un cuarto de la población mundial vivirá en suelo africano. En el África ecuatorial, en el Congo, se encuentran dos tercios de las reservas mundiales de cobalto, fundamental para las baterías de litio. En el África atlántica, el tercer productor mundial de bauxita, roca sedimentaria fuente del aluminio, es Guinea -el segundo es China, el cuarto Brasil-.

El mundo del Mundial

En Washington, Joe Biden, católico, vio la semifinal del Mundial de Qatar 2022 disputada entre Marruecos y Francia en compañía de Aziz Ajanuch, musulmán sunita, primer ministro marroquí, empresario multimillonario, CEO de Akwa, conglomerado hidrocarburífero de gas y petróleo. Presidente de EEUU y premier del reino de Marruecos estaban reunidos delante de una pantalla en la Casa Blanca. EEUU ya había sido eliminado. Curiosamente, son los países excluidos de la Cumbre de las Américas -Cuba, Venezuela- los más empáticos deportivamente con EEUU.

En cuanto a teleaudiencias africanas, la República de Pekín lleva una gran ventaja a la República de Washington -EEUU, gustan recordar los republicanos, es una República, no una Democracia-. Hoy 10 mil aldeas en África tienen tv satelital gracias a Pekín y ven gratis toda la programación china. 

Sodoma y Gomorra

Entre los centenarios literarios de 2022 se cuenta el de la muerte del escritor francés Marcel Proust (1871-1922). Mitad judío, judío a medias, es el autor de la extensa e intensa novela En busca del tiempo perdido. Ficción del yo, ficcionalización de una bella época terrible que la voz, la memoria y la prosa de su narrador Marcel construyen a lo largo de siete libros. El secretario de Estado, Antony Blinken, de familia judía y cuyo padrastro es un sobreviviente del Holocausto, se ocupó de que la Cumbre Africana no fuera inhospitalaria para gobernantes de antes impugnadas credenciales legítimas. Activistas y legisladores no vieron con buenos ojos, sin embargo, algunos nombres entre los 50 jefes de Estado y de Gobierno que concurrieron. La Casa Blanca reafirmó la importancia suprema del diálogo, esta vez, sin exclusiones. Blinken se encontró el miércoles con el general egipcio golpista Al Sisi, presidente de facto de su país, y ha dicho que existen notables progresos en El Cairo en cuanto toca a DDHH. El presidente egipcio también había sido figura de relieve en la apertura del Mundial qatarí.

Al modus operandi de la administración demócrata de Washington no puede reprochársele ceguera: sus competidores de Moscú y de Pekín actúan en África (y en Latinoamérica) sin inmiscuirse en la política electoral y de DDHH local y regional.

La prisionera

Donald Trump no celebró cumbre ninguna con África. El último encuentro multilateral celebrado en Washington fue en 2014, en tiempos de Barack Obama, con Biden como su vice. Desde 2006, China ha organizado cada tres años un “Foro de Cooperación África-China”.

En 2021, el volumen del comercio chino-africano alcanzó los 245 mil millones de dólares; el de EEUU es 64,3 mil millones, cuatro veces inferior. China se ha convertido en el prestamista más importante, o conveniente, no siempre el más transparente, para los Estados africanos.

China está por detrás de la construcción de 46 puertos en África. EEUU no ha favorecido la construcción de ninguno. En la Cumbre de Washington, Biden ha buscado convertir a EEUU en un socio africano para la energía limpia y la economía digital. El ámbito de la infraestructura ya parece ser el territorio de la República Popular, que sigue impulsando el trazado de rutas, puentes, caminos, canales, y la erección de puertos y aeropuertos. 

Los fugitivos

Hay algo inexplicable en el retraso de EEUU para vincularse con África. Siempre ha sido para Washington un problema, nunca un socio. En el papel de anfitrión, en una cena con todos sus invitados, Biden confesó el “pecado original” de la trata de personas atlántica y de la esclavitud. En un gesto hacia el futuro, no hacia el pasado, anunció una inversión en modernísima digital economy por 350 mil millones de dólares. Enorme salto hacia adelante, indudable sinceridad presidencial, mero error en los números, corregido en el transcript de la Casa Blanca: será de 350 millones, la inversión norteamericana.  

En cambio, el Congreso votó 66 mil millones de ayuda a Ucrania, aumentando aquí los números más modestos de la Casa Blanca. Biden había presentado un pedido por 38 mil millones para el invierno del gobierno de Kiev enfrentado a Moscú.  

¿El tiempo recobrado?

Sin hablar nunca de China, el presidente Biden prometió una serie de iniciativas que apuntan directamente a contrarrestar la influencia de Pekín en África. No sólo económica. Y acaso no principalmente. También, o tal vez en primer lugar, en cuestiones de Defensa nacional y Seguridad internacional. Un acuerdo con Cisco Systems y Cybastion promete proteger integralmente a los países africanos de las amenazas del cyber espionaje. Es una respuesta a la hegemonía africana incontestada de Huawei en el mercado de celulares y computadoras portátiles.

No lucen diferentes los objetivos y las prioridades de Washington en América Latina, cuya consecución, o siquiera intento por planificar una diplomacia activa masiva, la guerra en Ucrania ha herido, o postergado. Desde antes de su victoria en el balotaje presidencial brasileño del último domingo de octubre, la Secretaría de Estado veía y temía que en su tercer mandato el candidato triunfante y electo del Partido de los Trabajadores (PT) estaría más cerca de China que nunca antes.

Todo parecía indicar que Lula viajaría a EEUU como presidente electo antes de su asunción en Brasilia el 1° de enero. El viaje se postergó para el 2023, después de la jura. Acaso como primer destino del presidente en funciones. Ha quedado ahora en claro que el primer viaje exterior será a la Argentina. Después, EEUU. Pero acaso no inmediatamente después. Acaso, después de Buenos Aires, antes de Washington, vuele Lula a Pekín.

AGB

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