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El Consejo de la Magistratura expuso una nueva interna oficialista, con Massa jugando cada vez más autónomo

Massa, el lunes pasado, cuando recibió a gobernadores del Norte Grande en Diputados

Mauricio Caminos

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Hubo un quiebre ficticio en el Senado, pero no habría uno real en Diputados. El desplante de este miércoles de Germán Martínez ante Sergio Massa por haber autorizado que la radical Roxana Reyes integre el Consejo de la Magistratura generó tensiones en el seno del Frente de Todos en la Cámara baja y desnudó una nueva interna en el oficialismo, aunque sus protagonistas niegan que vaya a haber una ruptura del espacio.

El tigrense estampó su firma en la comunicación oficial que el Congreso le envió a la Corte Suprema para notificar los consejeros que integrarán la nueva composición de 20 miembros y su jugada tuvo un efecto doble: por un lado, avaló la movida de Cristina Kirchner de dividir el bloque en la Cámara alta para arrebatarle al macrismo el lugar que le correspondía a Luis Juez; por otro, despertó el enojo de Martínez, la espada legislativa del oficialismo en Diputados luego de la salida abrupta de Máximo Kirchner. 

Atento a sus aspiraciones presidenciables y en su intención de correrse de la disputa muda entre Alberto Fernández y su vice –en su escritorio tiene encuestas que lo muestran “creciendo” en 20 provincias, gracias a su “moderación” y “pragmatismo eficiente”–, Massa jugó con autonomía para intentar cerrar la polémica por las sillas del organismo que designa y remueve jueces. Tenía acordado jugar en tándem con la vicepresidenta: si el Senado designaba a la segunda minoría, él designaba también a la segunda minoría, según contaron desde su entorno a elDiarioAR

Massa desoyó así el pedido de Martínez, que el martes por la noche –poco antes de que se conozca la jugada de Cristina Kirchner en el Senado– le había pedido en una carta pública que “se abstenga de avanzar en cualquier designación de integrantes del Consejo de la Magistratura”. En esa misma jornada, el líder del Frente Renovador se había reunido con Diego Molea, expresidente del Consejo de la Magistratura por el oficialismo, y con el constitucionalista Andrés Gil Domínguez para barajar opciones de una “salida razonable” al entuerto con la Justicia.

Cada quien hace su juego, pero no rompen 

La jugada autónoma de Massa por el Consejo en Diputados había tenido una primera señal el lunes, cuando recibió a varios gobernadores del llamado Norte Grande: los peronistas Jorge Capitanich (de Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Ricardo Quintela (La Rioja) y Raúl Jalil (Catamarca), y el único opositor: el radical Gerardo Morales, de Jujuy. A la reunión también se sumaron Martínez y el titular del ahora flamante “interbloque” Frente de Todos en el Senado, José Mayans. 

Si bien la agenda fue discutir sobre proyectos de leyes para el desarrollo económico para la región, Massa tuvo un apartado con Morales donde conversaron sobre la nueva ley de reforma del Consejo, que ya consiguió la media sanción en el Senado pero que está empantanada en Diputados. Allí el oficialismo necesita el aval de la oposición. 

Según reconstruyó este medio, de esa charla entre el tigrense y el jujeño no fue parte Martínez, que temprano a la mañana le había pedido a la Corte 90 días más para sancionar la nueva ley. Interlocutores suyos lo han escuchado decir que hasta podría aceptar cambios en la norma, incorporando a la Corte Suprema dentro del Consejo –aunque no presidiendo, como sí está haciendo ahora–. Eso podría generar otra tensión, esta vez con Cristina Kirchner, porque cualquier modificación debería volver al Senado. Por eso, para destrabar la presión, Martínez había conversado con Massa que esta semana se convoque a la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento para empezar a tratar el tema. 

El mismo lunes, mientras Massa y Martínez se sentaban en el acto de Alberto Fernández y Martín Guzmán en la Casa Rosada, en silencio y sin poner peros –según señalaron cerca de un senador del interior a elDiarioAR–, en la Cámara alta los oficialistas aceptaron la división del bloque que propuso Cristina: Unidad Ciudadana con sus acólitos, y el Frente Nacional y Popular con los representantes de los gobernadores. 

Consumada la jugada cristinista, el miércoles se supo de la definición del camporista Martín Doñate –por lo que la vicepresidenta sumó así cuatro consejeros de su propio riñón–, y Massa le comunicó a Martínez que iba a avanzar con la propuesta del radicalismo para darle punto final a la novela. 

Era una decisión tomada, aunque el tigrense no lo había hablado con Mario Negri, referente en la UCR y jefe de Juntos por el Cambio en la Cámara baja. El diputado santafecino le dijo que el FdT iba a perder a un consejero que le podía corresponder gracias a un tecnicismo: el criterio de selección de los representantes por el Parlamento, de acuerdo a la composición de los bloques y a lo que se entendía por “primera y segunda minoría”. 

Fue un diálogo franco. “No hubo pelea ni mucho menos. Solo le planteó su postura”, confiaron cerca del presidente de la bancada oficialista. Massa le respondió que “tenía derecho” a estar en desacuerdo y dio por cerrada la discusión. Conocida las autorizaciones, poco después de las 17 el legislador referenciado con el ex ministro Agustín Rossi salió ante los medios y anunció que impugnará la medida de Massa. Sus equipos de abogados están definiendo las medidas a tomar. 

Pese al acuerdo previo, Massa también se diferenció de Cristina al exponer sus considerandos a la hora de firmar la notificación de los consejeros enviada a la Corte. “A fin de evitar nuevos avasallamientos a los poderes y facultades de este honorable cuerpo, así como una interpretación antojadiza, inconstitucional y especulativa para una conformación irregular que altere las representaciones en el Consejo de la Magistratura”, justificó la vicepresidenta el nombramiento de Doñate y de Guillermo Snopek como suplente. Menos combativo, el tigrense argumentó que lo hacía para “evitar mayores afectaciones a las facultades de de este Honorable Cuerpo que alteren las representaciones en el Consejo”.

La tensión quedó latente en el Frente de Todos, con un bloque en el Senado dividido de hecho, y una fuerza en Diputados con diferencias entre la presidencia de la bancada y la del cuerpo. Sin embargo, este medio recogió la misma expresión coloquial, tanto en el despacho de Massa como en el de Martínez, cuando preguntó si está amenazada la continuidad del bloque: “Naaa”.

MC

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