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Pulseada gremial

La hora de la verdad en el Sindicato de la Alimentación: Daer apuesta a su heredero y la oposición va por el batacazo

El histórico Rodolfo Daer y Jorge Penayo, su retador.

Pedro Lacour

25 de septiembre de 2025 14:11 h

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El Sindicato de Trabajadores de la Alimentación (STIA, filial Buenos Aires) vivirá este viernes un terremoto que se cocinó durante meses. Por primera vez en 40 años, Rodolfo Daer no encabezará la lista oficialista. El histórico dirigente de 74 años, dueño y señor del gremio desde 1985, decidió correrse de la secretaría general, pero sin irse: busca dejar a su lugarteniente Sergio Escalante en la conducción y quedarse con la tesorería, un sillón estratégico para seguir manejando las finanzas y el pulso de la estructura. Enfrente, por primera vez, no hay una oposición fragmentada sino una lista de unidad que amenaza con dinamitar la hegemonía más larga del sindicalismo argentino reciente.

La apuesta de Daer es clara: Escalante, de 58 años, es su carta de continuidad. Se mueve en la CGT regional San Martín, con vínculos políticos con Gabriel Katopodis, y se muestra como garante de que nada cambie demasiado. Pero la novedad es que la oposición consiguió lo que parecía imposible: converger en una sola boleta. La llamada Lista Unidad lleva como candidato a Jorge Penayo, delegado de Mondelez, militante del PCR y de la Corriente Clasista y Combativa (CCC).

Penayo no está solo: lo respaldan las comisiones internas de Mondelez, Molinos Río de la Plata, Georgalos y Felfort, las fábricas más importantes del sector, además de los trabajadores de Alijor que rompieron con la Verde en plena campaña. Detrás se alinearon las agrupaciones Bordó, Celeste y Blanca, Transparente y Blanca y Negra. Una confluencia inédita que huele a golpe contra cuatro décadas de poder concentrado.

Sin embargo, la campaña fue áspera. El oficialismo apostó a la experiencia y repitió hasta el cansancio que el triunfo de Escalante “no corre riesgo”. La oposición, en cambio, agitó el hartazgo. En su cierre en General Pacheco, Penayo pidió “hacer el último esfuerzo para recuperar el sindicato para las y los trabajadores” y agradeció a quienes “rompieron con Daer porque se cansaron de no recibir respuestas”. Hubo testimonios de peso: Elizabeth González, despedida de Georgalos y reincorporada por la Justicia, denunció que “Daer ya no defiende a nadie”. Delegados y delegadas sumaron sus reclamos: más presencia en la obra social, jardines maternales en las fábricas, y un sindicato que no se limite a la rosca sino que esté en la línea de fuego de cada conflicto. La Lista Unidad promete reformas estructurales: limitar mandatos, equiparar los sueldos de la conducción al de un operario calificado, cortar con los privilegios.

La Celeste y Blanca.

El telón de fondo es espinoso. Hay 4.350 trabajadores habilitados para votar, con un detalle que le suma tensión: el decreto 342/25 del gobierno de Javier Milei quitó a la Secretaría de Trabajo la posibilidad de designar veedores en elecciones sindicales. El control quedó en manos del propio gremio. Daer contrató escribanos para mostrar formalidad, pero tanto él como Penayo cuestionaron la medida. El oficialismo teme la judicialización que puede demorar la certificación de autoridades; la oposición habla directamente de “riesgo de fraude” y organiza asambleas en cada fábrica para garantizar fiscalización. La campaña de Penayo se montó sobre el repudio a la conducción verde en fábricas de la zona norte y sur del conurbano, con recorridas, volantes y afiches que crecieron a la par del malhumor.

Es que la votación de este viernes se dará además en un contexto de conflicto abierto. El lunes 29, apenas tres días después, la Federación de la Alimentación que encabeza Héctor Morcillo convocó a un paro nacional de dos horas por turno en rechazo a la paritaria de 1% mensual. Tanto Penayo como Escalante confirmaron su adhesión, lo que convierte al salario en el telón de fondo más concreto de la disputa. No es solo una pulseada por nombres: se juega la capacidad de un gremio clave de marcar agenda en medio de una economía en crisis y de un gobierno que tensiona con los sindicatos.

Héctor y Rodolfo Daer.

Daer, que lideró la CGT entre 1996 y 2004 y sobrevivió a todos los gobiernos desde la vuelta de la democracia, enfrenta su primera elección verdaderamente incierta. Desde el sector referenciado en Penayo le recuerdan que cuando asumió como secretario general del STIA en enero de 1985, la Coupe Fuego era el auto de moda y todavía Maradona no habia llevado a la Argentina a la gloria en el Mundial de México. Hoy, cuatro décadas después, la oposición insiste en que llegó la hora del cambio. El viernes, con los votos contados uno a uno, se sabrá si el reinado de Daer encuentra su continuidad en Escalante o si la bronca en las fábricas logra traducirse en batacazo.

PL/MG

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