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Elecciones bonaerenses

La madre de todas las batallas: Kicillof juega su capital político y el futuro de su proyecto presidencial

Axel Kicillof en un acto del Movimiento Evita

María Cafferata

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Axel Kicillof quiere ser presidente, pero no quiere ser Alberto Fernández. Esta premisa, que el gobernador repite en privado hace dos años, fue la razón por la que creó el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y cortó el cordón umbilical con Cristina Fernández de Kirchner. Fue también el motivo por el que desdobló la elección bonaerense, una decisión que, a pocas horas de que abran las urnas de votación, Kicillof celebra como un acierto. No anticipa que ganará, pero sí que la estrategia fue la correcta y que, el día después de la elección, empezará a construir su proyecto presidencial.

En La Plata, el entusiasmo coquetea con la cautela. Desde que se desató el escándalo de las coimas de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), las encuestas que llegan a la Gobernación muestran escenarios electorales cada vez más favorables. Especialmente en la Primera Sección, que es la más populosa y funciona como termómetro político de toda la provincia: en los últimos días, las encuestas muestran que La Libertad Avanza cae y Fuerza Patria crece. Aún así, en La Plata abren el paraguas, por si acaso.

Kicillof de campaña en Almirante Brown

“Perdiendo por dos o tres puntos, festejamos”, señala una funcionaria del riñón de Kicillof, que señala que, hace un mes, venían perdiendo por 15 puntos y que cualquier resultado mejor que eso se tomará como una remontada histórica. Más o menos la misma estrategia discursiva que viene aplicando LLA en la última semana: apuntar para abajo para después celebrar cuando la distancia se achique. 

En La Plata juegan, además, con un bonus track: la regla de las elecciones intermedias. Hace 20 años que el peronismo no gana una elección legislativa de medio término y, sin embargo, eso no impidió que después ganase las elecciones presidenciales. Ya sea el triunfo Franciso De Narváez en 2009 o el de Diego Santilli en 2021, en ambos casos, el peronismo perdió la elección de medio término solo para terminar ganando, dos años después, la Provincia y la Nación. 

La dirigencia del MDF se ataja, además, porque sospecha que el cristinismo responsabilizará a Kicillof de una derrota. CFK siempre se resistió a desdoblar la elección, argumentando que la elección se nacionalizaría inevitablemente y los medios aprovecharían para hacer campaña con el tema Seguridad, pero Kicillof mantuvo su decisión: fue el segundo gran gesto de ruptura con la ex presidenta, solo comparable con cuando se negó a respaldar públicamente su candidatura a la presidencia del PJ Nacional. El origen de todos los males, para el camporismo. 

Máximo Kirchner y Mayra Mendoza, de campaña

Desde entonces, la interna kirchnerista fue escalando hasta quedar al borde de la ruptura en el cierre de listas bonaerenses. Hubo que cortar la luz en la zona donde se cargaban las actas para conseguir una prórroga y salvar la unidad. A partir de entonces, sin embargo, Kicillof y Máximo Kirchner mandaron un mensaje interno para bajar las armas. Hubo algunos deslices, como el acto de Máximo en Quilmes, pero se logró sostener la pantalla. Un matrimonio de conveniencia, como lo define un dirigente de La Cámpora, con el que fingir demencia hasta octubre. 

Eso sí: CFK y Kicillof no volvieron a dirigirse la palabra. El último contacto fue el sábado de agosto previo al cierre de listas nacionales, cuando la ex presidenta le anunció que Jorge Taiana encabezaría la lista. No volvieron a hablar en toda la campaña. Solo se cruzaron, sonoramente, en un acto en Pilar que organizó el ministro de La Cámpora, Nicolás Kreplak, junto a Kicillof: CFK envió un audio a la militancia, Kicillof lo escuchó. Eso fue todo. 

El día después: el despegue del proyecto kicillofista

Kicillof le promete a los propios que, el día después de la elección, comenzará a cimentar su proyecto presidencial. El gobernador sostiene un delicado equilibrio, atrapado entre el cristinismo que lo acusa de “traidor” y los propios que le reprochan no haber roto definitivamente con La Cámpora. “Si Axel no ratifica su liderazgo el día después de la elección se acaba el proyecto presidencial. Los intendentes que se la jugaron por él van a querer que profundice, y están enojados”, desliza un dirigente bonaerense del MDF que, como muchos en el kicillofismo le reclama al gobernador que lance su proyecto autonomista el 8 de septiembre.

Los propios lo acusan de no animarse a tomar una postura. Y Kicillof les responde que avanzará con un proceso de reorganización del espacio, que creará una mesa política y que hará cambios en el Gabinete para que puedan entrar los intendentes (que quedaron afuera del cierre de listas nacionales). Promete rearmar el MDF y consolidarlo en otras provincias. Pero no todavía, sino a fin de año: Kicillof quiere evitar una ruptura antes de las elecciones de octubre.

La suerte de su proyecto presidencial depende, sin embargo, de cómo le vaya en la elección del 7 de septiembre. Es el dirigente que más arriesga en esta elección. Y no solo porque pone en juego su gobernabilidad, ya que necesita retener la primera minoría en la Legislatura bonaerense, sino porque arriesga todo su capital político. Su capacidad para liderar un sector del peronismo y presentarse como uno de los candidatos para 2027 depende del resultado de este domingo.

Kicillof junto a Gabriel Katopodis y Verónica Magario

Así lo decidió él mismo, cuando desdobló la elección. Quería plebiscitar su gestión, pero también su capacidad de liderazgo. Se echó al hombro la campaña, recorriendo personalmente un total de 55 municipios en solo un mes. Lo acompañaba su tropa de leales, entre los que se encuentran muchos de los dirigentes que amagan con competir por la Gobernación en 2023, como Gabriel Katopodis, que encabeza la boleta de la Primera, Jorge Ferraresi o Julio Alak. El eje de la campaña fue claro: destacar el trabajo hecho por el Gobierno bonaerense frente a la desidia del Gobierno nacional. 

En el último tramo de la campaña se sumó, además, Sergio Massa, quien acompañó al gobernador en uno de los cierres de campaña -no hubo uno solo- en Tigre el miércoles. Allí, Kicillof le hizo un guiño al líder del Frente Renovador y lo destacó públicamente como “uno de los más importantes artífices de la unidad”. Massa lo escuchaba sentado, emocionado y lagrimeando. 

Axel Kicillof y Sergio Massa en la actividad de campaña en Tigre

El gesto de Kicillof no era casual: muchos dirigentes del MDF especulan con la posibilidad de cerrar un acuerdo con el tigrense de cara a 2027, con Massa como candidato a gobernador y Kicillof como candidato a presidente. 

¿Búnker de unidad?

El domingo, a la noche, la dirigencia peronista buscará dar una muestra de unidad en el búnker de Fuerza Patria, que se llevará a cabo en el Hotel Grand Brizo, en La Plata. Se espera que vayan todos: massistas, cristinistas, kirchneristas y graboisistas. Kicillof oficiará como anfitrión y se espera que sea él quien hable. 

Para mal o para bien, la centralidad será de Kicillof. Y muchos esperan que así sea a partir de ahora. 

El cristinismo, mientras tanto, aguarda con paciencia: creen que Kicillof se adelantó en sus pretensiones, que tendría que haber esperado unos años. “No quiere ser Alberto, pero va a terminar siendo Larreta”, advierte, irónico, un dirigente bonaerense del kirchnerismo.

MC/MG

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