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Prisión perpetua para un femicida que estranguló a su ex novia de 15 años

La foto de Tobías Zuchelli durante una de las audiencias del juicio en San Justo.

Alejandro Marinelli

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“No tengo nada para festejar hoy. Acá perdimos todos. El tiene que pagar, la parte que le toca. A él lo condenaron hoy, pero a Emilce y a mí ya nos condenaron el día que él la mató”. Soledad Morel acaba de escuchar sentada frente a la computadora la sentencia contra el asesino de su hija. A Tobías Zuchelli (21) le dieron prisión perpetua por haberla estrangulado en una habitación en el fondo de su casa en Isidro Casanova, en agosto de 2019. Pero Soledad dice que no siente ningún alivio. Mientras en la pantalla al femicida lo esposan para llevarlo de nuevo a la celda, ella habla despacio: “Era lo que esperaba que pase, que lo castigaran por lo que nos hizo. Pero el dolor es muy profundo y el fallo no me la va a devolver a ella”, agrega.  

El juicio se llevó adelante en el Tribunal en lo Criminal Nº1 de La Matanza,  integrado por los jueces Andrea Giselle Schiebeler, Alfredo Pedro Drocchi y Matías Jorge Rouco. Ellos entendieron que Zuchelli era culpable del delito de “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”. El condenado decidió no estar presente en la lectura de la sentencia. Tampoco había querido declarar durante el proceso. Al momento de la sentencia, el Zoom no funcionó y la condena fue comunicada, finalmente, por videollamada.

Sandra cuenta que se preparó para estas semanas. Qué sabía que iban a ser difíciles, pero que igual le costó. Fueron muchas horas de escuchar relatos fuertes y de verlo a Zuchelli. Uno de esos días, en un cuarto intermedio, todos salieron de cuadro o apagaron la cámara. Pero Zuchelli no. En silencio, se quedó sola mirándolo. El miraba su celular, caminaba por la oficina en la que estaba, se acomodaba la ropa, volvía a mirar el celular. Hasta que pasó algo que lo inquietó. Otros presos entraron y él se acercó a la cámara y se quedó quieto, mirando hacia adelante. “Sentí que en ese momento él tuvo miedo. Se escuchaban las voces de los otros y él se congeló. Fueron unos segundos hasta que los guardias fueron a sacarlo. Pensé que él ahora comenzaba a tener miedo, como había tenido mi hija cuando él la mató”, relata lo que sintió en esos pocos segundos. 

Emilce Ayala tenía 15 años. En 2019 había comenzado a salir con Zuchelli. Los dos iban a la Escuela Nº 37, de Casanova. Los amigos de ella declararon en el juicio que él le estaba encima de una manera muy intensa. En el recreo, a la salida, cuando ella estaba con amigas. Luego se dieron cuenta de que él se le metía en sus redes. En los relatos, se pudo reconstruir cómo él fue subiendo su intensidad. “Un sábado, Emilce había ido a una piyamada. La madre de su amiga, me llamó para decirme que Zuchelli había ido a buscarla que y decía que yo lo había autorizado. La madre lo tuvo que echar. Cuando mi pareja fue a buscar a Emilce al otro día, él estaba sentado en la vereda de enfrente”, explica Sandra. 

En esa relación que se volvía cada vez más agobiante, Zuchelli intentaba alejar a Emilce de todos sus entornos. Primero de otros chicos, después de sus amigas y luego hasta de sus familiares. “Una vez, le escribió al padre de Emilce, haciéndose pasar por ella, para que él no fuera a visitarla. Esa vez ella me dijo: ‘Papá no vino porque el tarado de Tobías le dijo que no viniera’”, relata la madre. 

A mitad de 2019, Emilce decidió cortar la relación. Como en muchos de los casos que terminan en femicidios, él no lo aceptó y siguió acosándola. El 29 de agosto, Emilce le avisó a su mamá que tenía clase de gimnasia y que quizás iba a ir a ver a otro chico. Se hizo de noche y no se preocupó porque pensó que ella había ido a ver a ese joven. Hasta que sonó el teléfono en su casa. Era la abuela de Zuchelli, contándole lo que había sucedido.

En el juicio ninguno pudo saber los detalles de cómo los dos terminaron en la casa y Zuchelli decidió no declarar. Los resultados de la autopsia determinaron que él primero la estranguló y que luego, con un palo, le pegó con saña en la cara. Después de matarla, caminó hasta el cuarto de la abuela y, según ella declaró, él le dijo: “Me mandé una macana, me mandé una macana con Emilce”. Zuchelli se fue antes de que llegara la Policía, pero fue detenido unas horas después. En el lugar del crimen encontraron un cuaderno escrito por él en el que decía que Emilce sería suya o de nadie más. También había unos apuntes sobre ritos umbanda y unas velas apagadas.

Durante su alegato, la fiscal Celia Cejas, solicitó que sea condenado a prisión perpetua, lo mismo que la querella. Cejas lo había acusó por homicidio agravado y por violencia de género. La abogada de Soledad, Rosa Merlo, también lo acusó por los mismos delitos, aunque sumó los agravantes de ensañamiento y alevosía. El defensor oficial pidió la absolución de Zuchelli y sostuvo que fue producto de “emoción violenta”. Los jueces entendieron que no había sido así. 

AM

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