Ingrid Beck y Mariana Carbajal: “Somos una generación de mujeres que abrimos conversaciones incómodas”
“Se podría decir que lo que no pudieron ni el feminismo ni el periodismo, lo pudo la menopausia que, para ser honestas, reúne ambos mundos”, dicen con sorna en la introducción de Antimanual para encendidas (Grijalbo, 2025). Las periodistas Ingrid Beck y Mariana Carbajal se conocían de los medios y de haberse cruzado, por sus roles como activistas, mientras en Argentina tenían lugar las primeras marchas del movimiento Ni una menos y los días que precedieron a la aprobación de la ley 27.610 de legalización y despenalización del aborto.
Sin embargo, sus caminos terminaron de confluir recién cuando Carbajal lanzó a comienzos de 2024 su libro Encendidas: un viaje íntimo por la menopausia, e invitó a Beck a presentarlo. Primero arrancaron por un podcast, que hoy reúne a una comunidad nutrida y que lleva dos temporadas. Luego vinieron las presentaciones en vivo en teatros y espacios culturales, que cada vez convocan a más público. Ahora llegó el “antimanual”, una publicación que busca, entre la risa compartida y la información confiable, ofrecer herramientas para quienes estén atravesando el climaterio. Una etapa vital muchas veces fue parodiada, subestimada o negada, un tabú en otros tiempos, un asunto que, gracias a las voces de muchas mujeres, está cobrando más fuerza en la conversación pública.
– Salieron en estos últimos tiempos libros como los de Inés Garland, Laura Wittner y el de ustedes en nuestro país, pero también uno de la actriz de Hollywood Naomi Watts. Está el podcast que hacen y que es muy escuchado, también hay profesionales de la salud en las redes y cada vez más personas hablando del tema. Pareciera que la menopausia se metió en la agenda pública con fuerza, ¿cómo ven ustedes este fenómeno?
– Mariana Carbajal: Por un lado creo que se da este fenómeno porque somos una generación de mujeres que abrimos conversaciones incómodas. Lo venimos haciendo y seguimos, porque creo que las feministas tenemos esto de pensar lo que nos pasa con nuestra mirada: lo personal es político. De hecho yo decido escribir el primer libro Encendidas porque la menopausia me atravesó fuertemente y dije “cómo es posible que de esto no se hable y llego con tanta poca información, con la sensación de desconcierto”. Era pensar “¡cómo me está pasando esto y nadie me avisó!”. Con el tiempo pude saber que hay mil millones de mujeres que atraviesan la menopausia hoy en el mundo. Y son 37 millones en Latinoamérica. Entonces, tarde o temprano, era imposible que esta conversación se mantuviera silenciosa. Lo que pasa ahora es que creo que tal vez somos una generación que ha perdido la vergüenza, que sale a demandar políticas públicas sobre algunas cuestiones, que queremos que la menopausia salga del clóset o deje de ser un tabú. Queremos combatir este estigma que parece que nos rodea. Y, sobre todo, creo que acá hay que advertir, también, una cuestión de injusticia, otra de las tantas injusticias patriarcales. Sobre todo en cuestiones que tienen que ver con tener la posibilidad de acceder a un acompañamiento terapéutico o a determinada información. Eso hoy es casi un privilegio y eso es lo que hay que desarmar. Al final, también con la menopausia, se trata en el fondo de una cuestión del acceso a la salud y de justicia social.
– Cuando Mariana mencionaba lo de la “vergüenza”, Ingrid puso cara de desconfianza. Para replicar esto que aparece tanto en el libro como en el podcast, en este asunto hay “teams” o experiencias a veces muy distintas. De hecho, ustedes mismas abordaron sus menopausias con miradas divergentes.
– Ingrid Beck: De hecho para mí no diría que fue un tabú pero sí que siempre me resultó algo completamente negado. La menopausia era algo de lo que yo no quería hablar: era como un rompecabezas que estaba desarmado y yo no me ponía a armar. En un punto, para mí no existía la palabra menopausia, por lo menos no conscientemente. Tampoco estaba charlado en mis consultas médicas. Yo ponía esa cara en relación a la vergüenza porque creo, como Mariana, que hay parte de nuestra generación que permeó un poco la vergüenza de hablar del tema, pero también hay otra que no. Al mismo tiempo, somos una generación de mujeres muy activas a esta edad y con muchísimo para decir y mucho para trabajar con la experiencia que acumulamos. A veces también con un poco de falta de memoria con el asunto de los estrógenos (risas), pero con una trayectoria que nos para en un lugar en donde tenemos muchísimo para conversar. Vos mencionabas recién a Naomi Watts. Pienso en ella y también en Jennifer Aniston o Drew Barrymore, todas minas que están en plena actividad, no es que se mandan a guardar a esta edad. Lo mismo que nos pasa a nosotras. Entonces, ¿de qué vamos a hablar?¿Por qué no hablamos de esto? ¿Hablamos de que estamos activas con todo esto que nos pasa? ¿Cómo convivimos con todo lo que nos pasa y con esta actividad? En nuestro caso, además, podemos decir que es híperactividad porque este país te obliga a ser híper productiva porque, si no, no te alcanza para llegar a fin de mes.
Hay mil millones de mujeres que atraviesan la menopausia hoy en el mundo. Y son 37 millones en Latinoamérica. Entonces, tarde o temprano, era imposible que esta conversación se mantuviera silenciosa
– MC: Agrego algo sobre las famosas hollywoodenses: algunas de ellas llegaron a la menopausia hace muchos años porque tuvieron una insuficiencia ovárica prematura, lo que se dice comúnmente se conoce como “menopausia precoz”. Y algunas recién ahora lo pudieron poner en palabras y darlo a conocer públicamente. Creo que esto también pasa porque hay un contexto que habilita esa palabra. Hoy, a los 50 años, que es más o menos la edad promedio en la que se llega a la menopausia, no nos sentimos viejas. No somos viejas. El tema, entonces, es pensar cómo se transforma lo que por ahí en otro momento sí era visto como un momento de final de algo. Ahora eso es un comienzo, un gran comienzo. Por eso invitamos a las lectoras y a las personas que nos escuchan en el podcast a pensar cómo quieren transitar los años que tienen por delante, que van a ser sin menstruación. Es casi un tercio de su vida y es importante prepararnos para recuperar el bienestar en la salud después de todos los signos corporales que nos desarreglan. Pero también pensando en los proyectos que queremos tener como nos pasa con otras transiciones hormonales. Es como poner un freno y decir “bueno, por ahí es momento de pensar en mis vínculos” o de dar algún volantazo en relación al trabajo. decimos los volantazos en relación al trabajo. Por lo general se nos borra, desaparecemos de las políticas públicas. Parece que ya no fuéramos mujeres deseables en el sentido amplio de la palabra. ¿Qué pasa si nosotras cambiamos esa narrativa? Aparece para nosotras otra etapa y puede convertirse en un gran comienzo.
– Las dos participaron activamente, desde distintos lugares y en distintos momentos, de espacios de debates feministas. ¿Qué pasa con la menopausia y los feminismos? ¿Los feminismos dejaron un poco de lado a la menopausia? ¿Qué piensan de esto?
– MC: Me parece que los feminismos tal vez tuvieron temas muy urgentes. Hay cosas urgentes, siempre, como que te maten como consecuencia de la violencia de género. O como morir por consecuencia de un aborto inseguro. Obviamente todo eso te impone una agenda mucho más urgente. Y a veces lo urgente arrasa con cosas que son importantes. Tal vez, como hemos dado otros debates, en algún momento se pueda ampliar esa agenda. Y no sé si lo haremos saliendo a las calles, como en otros casos, pero sí llegará la hora de reclamar el acceso a la salud de manera igualitaria. Queremos que no sea un privilegio esto de poder ir al consultorio de una especialista o un especialista en climaterio. Porque pasa eso: no todos los ginecólogos lo son. Quienes elegimos una terapia hormonal, por ejemplo, pensamos en qué pasa con aquellas que no pueden pagarla. U otros tipos de acompañamientos que necesitamos muchas. Un gel vaginal hoy sale plata y es un privilegio no solo tener la información o que te lo sugieran sino poder comprarlo. Lo interesante es que hoy estos debates están empezando a abrirse no solo desde los feminismos. En Misiones, por ejemplo, se acaba de aprobar una ley provincial impulsada por profesionales de la salud, de la Asociación Argentina de Estudio del Climaterio. Ahí hubo diputados y diputadas que son médicos y que entendieron que la salud de las mujeres en esta etapa también es importante y también es un derecho, y también es importante garantizar el acceso. En la Provincia de Buenos Aires también hay un proyecto con media sanción de la Cámara de Senadores. En Santa Fe también hay iniciativas en este terreno. Para nosotras es importante pensar que estamos hablando de la salud de una amplia parte de la población. Y que todas las que lleguemos vivas a esta etapa vamos a atravesarla. Entonces lo que se haga en materia de políticas públicas tiene un impacto enorme. Porque hay una deuda muy grande con las mujeres a partir de cierta edad: nos caemos de las políticas públicas, no hay protocolos de atención, no hay profesionales especializados o son muy poco, no hay acceso a tratamientos.
Somos una generación de mujeres muy activas a esta edad y con muchísimo para decir y mucho para trabajar con la experiencia que acumulamos
– Tanto en el libro como en el podcast intentan ir marcando lo que llaman “menoseñales”, desandando las numerosas consecuencias de la caída abrupta de los estrógenos. ¿Cómo encuentran el equilibrio para que la información, que es mucha, no se convierta en algo abrumador?
– IB: Como vos decías, hacemos un poco en broma esto de hablar del “team Mariana” o “el team Ingrid” en el libro, en el podcast y también en las presentaciones que hacemos en vivo para que se pueda ver que hay un amplio espectro de posibilidades: hay un montón de mujeres a las que les pasan varias de todas las cosas que contamos, siempre sabiendo que cada menopausia es única y que cada cuerpo es único. Por otro lado, nosotras somos periodistas y divulgadoras, con lo cual todo lo que difundimos tiene que ver con la evidencia científica. No difundimos ni el chip sexual ni el tapping ni nada que tenga que no esté probado científicamente. ¿Y cómo lo hacemos? Un poco lo que pensamos es traficar datos. Y uno de nuestros sellos, digamos, tiene que ver con ponerle humor. Lo que nos importa es que todo esto sea lo más transitable posible. Que el libro fuera una lectura amable nos parecía importante. No estás leyendo un paper ni estás leyendo que se viene el caos sino que estás leyendo, bueno, un paper y que se viene el caos… pero te estás cagando de la risa de eso (risas). Creo que eso hace que puedas digerir todo esto de otra manera. Que puedas por ahí tomar algún recaudo. Que puedas hacer una consulta. Porque en última instancia esto es una especie de cruzada para que cada vez más mujeres vayan a consultar para saber qué opciones tienen a la hora de pasarla mejor. Porque con la menopausia hay mujeres que la pasan muy mal. No hay ningún mandato que diga que hay que pasar esta transición sufriendo y con dolor, hay muchas alternativas que van apareciendo. El hecho de contar nuestras experiencias personales o de nuestras amigas hace que todo lo que contamos sea más posible de ser escuchado, medido, pensado. La vieja idea de “no estás sola”. Eso, después de todo, es el activismo, es lo que hacemos las feministas también. No estás sola, somos un montón. Mil millones. ¡Imaginate!
– En el libro hablan de hallazgos, de tratamientos, de estudios científicos en este terreno y es curioso que todo parece bastante reciente. ¿Qué pasa con esto? ¿Hay menos información disponible? ¿La ciencia estudia menos los cuerpos de las mujeres?
– MC: La ciencia médica históricamente estudió el cuerpo masculino como el modelo hegemónico. En particular el cuerpo del hombre blanco hegemónico. Y a nosotras nos dejó de lado absolutamente. Con la menopausia es igual: hace muy poco que se empezó a estudiar qué nos pasa a las mujeres en el cerebro en esta etapa, mientras que los tipos tienen una pastillita para la disfunción eréctil hace como 30 años. Y a nosotras, que nos pasan todas estas cuestiones que tienen que ver con la falta de concentración, se nos dejó afuera. ¿A nadie se le ocurrió que algo podía estar pasando si a todas las minas de esta edad cuando dejaban de menstruar empezaban a sucederles situaciones similares? Solamente una mujer en Estados Unidos, la neurocientífica Lisa Mosconi, se puso a investigar esto. Pero todo es bastante reciente porque antes o no había interés o no había plata para esto. Entonces, una vez más, la desigualdad de género también aparece en la ciencia y en el acceso a la salud.
– IB: El principal problema, me parece, es que dejamos de ser reproductivas. Entonces, ahí también, somos material de descarte. Ya no servimos, ¿para qué corno nos van a investigar si no hacemos falta? No somos reproductivas. Y nosotras, en joda pero en serio también, decimos se habla más de SIBO (N. de la R: el llamado Sobrecrecimiento Bacteriano del Intestino Delgado, una afección intestinal de la que suelen aparecer varias notas en los medios online) que de menopausia. Y el porcentaje de personas que tienen SIBO es infinitamente inferior a las personas que están pasando por la menopausia. Es bastante injusto. Es cierto que ahora vivimos más tiempo y eso es un problema para la sociedad. Bueno, nosotras queremos vivir todo el tiempo que nos queda, que es un montón por suerte, en buenas condiciones de salud, no pasándola como el culo.
– Toman el recaudo de no usar la palabra “síntomas”.
– IB: Sí, eso es algo que Mariana subraya desde siempre. Y, está bien porque, claro, no es una enfermedad. Después está la figura de la menopáusica que se venía imponiendo. La menopáusica era una mina que tenía calor, andaba con un abanico y eso era todo. Resulta que, con el tiempo se supo que hay muy distintos tipos de sofocos, no son solamente esos que vemos o que veíamos y algunos más peligrosos pueden llegar a ser muy agudos y que hay que tomárselos en serio. Van apareciendo hallazgos nuevos todos los días porque se empieza a relacionar a los estrógenos con distintas funciones. Apareció, por ejemplo, esto de la fascitis plantar que es un dolor o inflamación en las plantas de los pies. Cuando hablamos de esto en las presentaciones en vivo vemos la reacción del público que dice “che, sí, a mí me pasa”. Y, nada, así realmente hay cientos de señales para prestar atención.
– Hablábamos al principio de la conversación más extendida sobre la menopausia. ¿Qué pasa con los varones ahí, con los hijos, con las parejas, con los amigos o compañeros de trabajo?
– MC: Mirá, nosotras hicimos un episodio en la primera temporada del podcast que se llama “Y ellos también” y hablamos un poco de lo que les pasa a ellos con nosotras y también sobre la andropausia, como un ABC de la andropausia que es también su transición hormonal. Pero para ellos es mucho menos abrupta que la nuestra. Es mucho más paulatina, por eso tal vez no tienen esos cambios tan significativos aunque también tienen lo suyo. Yo creo que es una gran conversación que hay que abrir en las familias. Si tenés pareja, con tu pareja. Puede haber caída de la libido, está la sequedad vaginal, o los cambios de ánimo y todo eso impacta en la vida sexual de una pareja. Y, en general, con nuestras hijas, con nuestros hijos, está bueno blanquear. Y que sepan que si les preguntás dos veces lo mismo y te dicen “mamá, eso ya lo hablamos”, no es que estás tan loca sino que por ahí tiene que ver con esta etapa. Y así como nosotros los bancamos en sus adolescencias y nuestros padres y madres soportaron las nuestras, estamos hablando de otro momento donde estos desarreglos hormonales impactan en nuestra vida cotidiana. Nos han contado que hay quienes escuchan el podcast en pareja en el auto y eso les ha permitido abrir la conversación sobre el tema. También hay varones que vienen a las presentaciones para que les firmemos el libro a sus parejas. Y me parece que está bueno, es abordar el tema en pareja de una manera empática, decir “che, esto que te pasa puede que lo encuentres acá”.
– IB: Sí, en mi casa está muy blanqueado, ¡si hasta me olvido el nombre de mis hijos! (risas). Por eso siempre nos parece importante pensar en dos ejes: el humor y las redes de contención. Por lo general son las amigas, pero también hay algo intergeneracional que está bueno pensar. En mi casa mi vieja nunca me habló de la menopausia. Sí me habló de menstruación, me habló de relaciones sexuales, de lo que se te ocurra. No hace falta hablar todo el tiempo de esto pero sí pensar en que las generaciones más jóvenes tengan algo de información.
AL/CRM
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