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La cuerda que toca Bullrich para doblegar al laboratorio electoral de Rodríguez Larreta

Patricia Bullrich recorre la ciudad de La Plata y se muestra con el candidato a intendente Juan Pablo Allan, el 31 de julio de 2023

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Tras un período de vacilaciones y pasos en falso que hizo tambalear al Lego presidencial que construye Horacio Rodríguez Larreta, el equipo de El Cambio de Nuestras Vidas cree haber retomado el pulso para llegar a la Casa Rosada. Fichas que estaban en el aire cayeron en el tablero del jefe de Gobierno porteño. En cuestión de días, sumaron sus adhesiones María Eugenia Vidal, Facundo Manes, Rodrigo de Loredo y Flavio Mendoza.

Ninguno de los apoyos mencionados es candidato en estas elecciones nacionales. De Loredo, al menos, viene de perder en la Ciudad de Córdoba con una cosecha de votos considerable. Vidal busca su lugar en el mundo, Manes quedó solo frente a la pantalla de su celular y Mendoza parece haber cancelado el plan de vivir en Canadá, probablemente impactado por los impuestos que se pagan en ese país.

Más allá del capital político que se atribuya a las tardías adhesiones, en el larretismo las leen como un síntoma del atractivo del caballo ganador y vuelven a hablar de encuestas parejas, “dos o tres puntos arriba nosotros”, como quien busca mantener la tensión. Ese sector de Juntos por el Cambio regresa así a la noción de “inexorabilidad” del triunfo con la que Rodríguez Larreta aglutinó fuerzas entre 2020 y 2021, cuando su postulación presidencial asomaba como la única factible en una coalición conservadora que acababa de dejar un recuerdo traumático de su paso por la Casa Rosada.

Los tropiezos elementales sobre el manejo del Estado en los que incurre Patricia Bullrich cada vez que se deja entrevistar en el canal que le atribuyen a Mauricio Macri alimentaron el retorno de la confianza en el campo larretista. Si en algo se entrenó el precandidato de El Cambio de Nuestras Vidas, es en hablar como si supiera. Ante cada gaffe de Bullrich, Larreta difunde más avisos con propuestas basadas sobre cifras y actos concretos. Que sean ciertos o producto del maquillaje industrial elaborado desde el GCBA, es otra historia.

Los tropiezos elementales sobre el manejo del Estado en los que incurre Patricia Bullrich cada vez que se deja entrevistar en el canal de TV de La Nación alimentaron el retorno de la confianza en el campo larretista

Junto a los videos de Bullrich confundiendo cifras y conceptos, el larretismo acumula anécdotas que llegan de reuniones en el búnker montado por la facción de la candidata sobre la calle Hipólito Yrigoyen, frente a Plaza de Mayo, en las que no parece predominar la planificación. Contados por adversarios, esos relatos imponen precaución.

Carisma, calle y whatsapps de madrugada

En días de truco interminable con las encuestas —presenciales, telefónicas, online, caso testigo en el segundo cordón del GBA y focus groups—, la “sensación” del avance de Rodríguez Larreta no parece haber hecho mella en La Fuerza del Cambio.

El mundo Bullrich se hace fuerte en una proyección que, mal leída, sonaría impensable: un paralelismo con la figura de Cristina. El espejo no refiere en absoluto a coincidencias ideológicas o de miradas sobre cómo abordar los problemas. Remite a formas de edificación política; a una resiliencia que radica en la magnitud de un liderazgo personal, capaz de conducir un proceso político antes de que sea conducido por el técnico, la ONG, la universidad privada, la pauta y el asesor catalán.

Tres testimonios. Primero, un veterano de centroderechas y derechas variadas, y máxima confianza de Bullrich: “Se viene un liderazgo del tipo emocional del estilo de Evita y Cristina, más allá de la enorme distancia ideológica. Un tipo de idiosincrasia que marca una proyección histórica”.

La segunda caracterización proviene de uno de los principales y más tempranos apoyos políticos a Bullrich en la provincia de Buenos Aires; dirigente con juego propio que pone el acento en un aspecto que encabeza el ranking entre los críticos —incluidos aliados circunstanciales—del Jefe de Gobierno de CABA. “Patricia tiene todas las características de una política clásica en su recorrido, las formas de relacionarse con el territorio y los dirigentes, pero su proyección sólo es comparable a Néstor, Menem y Alfonsín; no Macri, ni Alberto, ni Cristina ni De la Rúa”, dice a elDiarioAR el interlocutor en su oficina porteña. “Horacio es todo lo contario, cree que todas las voluntades se pueden comprar como estrategia central. Si se consagra esa forma de corrupción, va a desquiciar la política”, puntualiza. La fuente afirma haber visto una encuesta con una diferencia de dos dígitos a favor de Bullrich sobre Rodríguez Larreta en un municipio del Gran Buenos Aires.

Una escena de la historiografía PRO quedó impregnada en quienes buscan graficar la distancia que genera Rodríguez Larreta a la hora de construir relaciones políticas genuinas. Aquella primaria por la candidatura a la jefatura de Gobierno de CABA con Gabriela Michetti, en 2015, dio lugar a un despliegue de recursos estatales tan arrollador, que dejó heridas que no se borran. Como no se vio ni en los momentos de mayor efervescencia proselitista, mesas amarillas se superponían en esquinas porteñas, ocupadas por empleados municipales que repartían los volantes de Rodríguez Larreta a desgano. Fue el lanzamiento al ruedo electoral del hoy candidato presidencial, para el que Macri puso todo su empeño. El antecedente debe ser tenido en cuenta a la hora de analizar la supuesta enemistad que gobierna esa relación.  

Del gerenciamiento a la conducción

Una voz de la UCR también transmite sondeos con diferencias amplias a favor de Bullrich en la provincia más habitada, a los que no les resta credibilidad, pero prefiere tomar con cautela por “autocontención”. Esta dirigente ve en el liderazgo de Bullrich un doble hito. Por un lado, mira el antecedente de la victoria de Carlos Menem frente a Antonio Cafiero, en 1988, cuando el segundo contaba con gran parte de la nomenklatura y el aparato del Partido Justicialista. En un paralelismo instrumental que le cuesta digerir a una radical, Menem sería Bullrich y Rodríguez Larreta, Cafiero.

Sobre la vocación pecuniaria circulan cifras millonarias, ruindades de valijeros que cantan prematuramente una candidatura y pagan minutos de televisión al solo efecto de cobrar caro el retiro o el downgrade

El segundo hito está dado por un cambio en la cultura del PRO. “Patricia es una persona mucho más transversal que Macri y Horacio. Pide consejos, mira a los ojos, camina, abraza; le mandás un whatsapp a las 2 de la mañana y 2.30 lo responde. El PRO creció en una cultura orgánica y vertical, arraigada en lo gerencial y la vocación altruista, menos ideológica, con una concepción muy pobre de los fenómenos políticos, que tuvo éxito hasta que dejó de tenerlo”. “De ahí esa vocación pecuniaria para inclinar la cancha”, agrega.

Sobre la “vocación pecuniaria” circulan cifras millonarias, ruindades de valijeros del mundo empresarial y la consultoría económica que cantan prematuramente una candidatura y pagan minutos de televisión al solo efecto de cobrar caro el retiro o el downgrade. A falta de pruebas, queda prestar atención a las entrevistas con pinta de publinotas y a los volantazos inexplicables.

Regalo del dueño

El desdén del macrismo puro por la política tradicional le terminó sirviendo en bandeja una oportunidad a Bullrich. La exministra creó en 2003 un partido menor, Unión por Todos (luego, Por la Libertad), con el que dio pelea en la Ciudad de Buenos Aires. Más tarde integró ese sello a la Coalición Cívica y finalmente lo asoció a Cambiemos. Recién en 2018, Unión por la Libertad se fusionó con el PRO.

Tras la derrota de 2019, Macri ofreció a Bullrich la presidencia del partido que él había creado dos décadas atrás. La decisión dejó heridos entre macristas de la primera hora. Una recién llegada se quedaba con la conducción de la principal fuerza de oposición, es decir, una tribuna desde la que una dirigente con cinco décadas de militancia podría hablar alto, disponer de recursos y tejer redes en todo el país. “El dueño de partido decidió hacer un regalo”, hiere la fuente de la UCR. Bullrich no podía a desaprovechar la oportunidad, y no lo hizo.

Bullrich, una recién llegada al PRO, se quedaba con la conducción de la principal fuerza de oposición, es decir, una tribuna desde la que una dirigente con cinco décadas de militancia podría hablar alto, disponer de recursos y tejer redes en todo el país

La voz radical-bullrichista relata que, en las recorridas de campaña por pueblos y ciudades, la precandidata suele pedir a los dirigentes que la reciben —“algunos son monotributistas”, admite— que la acompañen a comercios y clubes de improviso, sin cámaras. Un timbreo del candidato sin inteligencia previa y ni edición posterior no está prescripto en el manual del PRO. Si el marketing duranbarbiano incluyó los abrazos con familiares y declaraciones de amor por Instagram, Bullrich difícilmente apelaría a explotar la relación con sus nietos, a los que lleva cada tanto a algunas actividades y suelen aportar anécdotas bastante divertidas.

Del lado de Larreta le bajan el precio a la muñeca política de Bullrich y revisan el currículum de algunos de sus candidatos en los municipios bonaerenses, no muy serios en términos de coherencia. Y repasan que el jefe de Gobierno, hijo de un histórico del Movimiento de Integración y Desarrollo, tuvo un paso por el menemismo tardío, habitó la Alianza de De la Rúa y es miembro fundador del PRO. Ese trayecto implica bastante menos vértigo que el nacimiento a la política en el peronismo revolucionario y la media docena de sellos que transitó Bullrich desde la década de 1990 hasta llegar a esta brava derechización.

Lucas Romero, director de la consultora Synopsis, no constata la ventaja que afirma el comité de Bullrich. Sus registros marcan un escenario parejo, con ventaja para Rodríguez Larreta anclada en el conurbano bonaerense. En un escenario en el que el alcalde de CABA logró el aval de intendentes de partidos poblados de Gran Buenos Aires (Tres de Febrero, San Isidro) y de ciudades importantes (Tandil, La Plata), la exministra hizo lo propio en la zona metropolitana (Lanús, San Miguel) y en cabeceras como Bahía Blanca, San Nicolás y Trenque Lauquen, además de dos tercios de los regidores bonaerenses de la UCR. Romero pone el acento en “mejores cierres” de Rodríguez Larreta con los denominados dirigentes “sin tierra”, es decir, aquéllos que habitan en jurisdicciones gobernadas por el peronismo.

Un caso paradigmático sería Lomas de Zamora, segundo en cantidad de votantes del Gran Buenos Aires, donde el gobernante porteño consiguió el pase de Guillermo Viñuales, quien fuera jefe de gabinete de Martín Insaurralde entre 2009 y 2020. Fastidiado con el tándem Insaurralde-Máximo Kirchner, Viñuales buscó un puerto y encontró a Rodríguez Larreta en su camino. El conocimiento de Viñuales de los entresijos de la administración Insaurralde y de un territorio con más peso electoral que un tercio de las provincias argentinas le brinda al candidato presidencial porteño una oportunidad de sacar una ventaja sobre su contrincante, cuyo referente local es Nicolás Bari, exfuncionario del área de Juventud del Gobierno de Vidal.

La nueva política, versión Chubut

Rodríguez Larreta y Bullrich pudieron dejar de lado diferencias éticas y estilísticas supuestamente tan profundas para celebrar la victoria de Ignacio Torres en Chubut, el domingo pasado. Los precandidatos dieron una muestra de civilidad al rodear al gobernador electo que pondrá fin a dos décadas de administraciones peronistas de diferente orientación.

Bullrich, en lo que en su propio entorno reconocen como un rebaje táctico desde aquellas descalificaciones sobre “ventajero” y “enorme bajeza moral”, se mostró magnánima con Rodríguez Larreta ante un cántico de militantes chubutenses en la noche de la victoria. En un siguiente paso de racionalidad política, ambos pitucos del Palermo recoletizado acordaron compartir el comando electoral el 13 de agosto, instancia anticipada por este diario. Esa noche comenzará la campaña para el 22 de octubre y cualquiera sea el ganador necesitará de los votos del derrotado, por lo que vale asumir el riesgo de una foto que puede generar algún chispazo.

Cabe iluminar algunos aspectos de Torres para medir el alcance de la regeneración ética que implica su victoria, tal como postula la monserga de la coalición conservadora, o para advertir si abre las puertas a un conflicto de intereses, terreno en el que el macrismo tiene un doctorado.

La familia de Torres, de origen radical, maneja franquicias de Axion Energy en Trelew y otras ciudades. Es el negocio del padre de Torres, no atribuible necesariamente al gobernador electo y cofundador del PRO en Chubut, pese a su juventud.

Las regalías de petróleo representan 20% del presupuesto anual de Chubut. Es decir, una decisión del Ejecutivo provincial puede redundar en decenas de millones de pesos o dólares a favor o en contra de la principal empresa privada que opera en el distrito

Axion Energy es la empresa de refinación y venta de combustibles de Pan American Energy (PAE), firma cuyos accionistas más visibles son los hermanos Bulgheroni. Ese conglomerado es el principal pagador de impuestos y regalías petroleras en una de las provincias que vivió profundos conflictos sociales y sindicales en los últimos años, uno de los motivos que explican el sombrío epílogo del gobernador massista Mariano Arcioni.

Las regalías de petróleo y gas representan 20% del presupuesto anual provincial, según el análisis Adcap Grupo Financiero. Es decir, una decisión del Ejecutivo de Chubut puede redundar en decenas de millones de pesos o dólares a favor o en contra de las arcas de la principal empresa privada que opera en la provincia y que, a su vez, tiene relación comercial con la familia del gobernador electo. No hay razones para prejuzgar, aunque sí para prever que el nuevo gobernante delegará decisiones que puedan beneficiar la firma petrolera.

Una segunda vía de llegada de Torres al mundo de los hidrocarburos se da a través de José Antonio “Loma” Ávila, secretario general del sindicato del Petróleo o Gas Privado de Chubut. Con sus 9.000 afiliados, ese gremio tiene una influencia decisiva en una provincia con 550.000 habitantes. La relación del sindicalista con las empresas del sector es cotidiana y de tensión administrada, según voces que conocen de cerca ese vínculo.

Ávila, peronista de toda la vida, encabeza la boleta de Juntos por el Cambio para la Cámara de Diputados, tanto para la sublista El Cambio de Nuestras Vidas como para La Fuerza del Cambio.

La página web del sindicato lo explica todo. En la sección Novedades, Ávila aparece dando impulso a Torres y a todos los candidatos de la coalición conservadora, pero lo primero que salta a la vista en el portal es una foto del dirigente con Alberto Fernández y varias junto al impopular Arcioni. Un desliz del web manager impidió salvar la brusquedad de la borocotización .

Llegado el caso, Rodríguez Larreta pedirá a Ávila que levante la mano para derogar los regímenes especiales de jubilación, flexibilice el despido y limite el derecho de huelga.  

Bullrich, se supone, contará con el apoyo de su diputado nacional chubutense para que los blindados de Gendarmería despejen las rutas si el sindicato del Petróleo apela a esa vía de reclamo, como hizo tantas veces.

Si no es todo, es nada.

SL

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