El aliado vaticano en la negociación con el FMI: el Papa organiza un encuentro sobre el orden financiero
Alberto Fernández apuesta por renovar su stock de citas papales. Las necesitará para dar una negociación con el FMI que se estira. Tanto en su último mano a mano con Martín Guzmán como en las cumbres globales de las que participó recientemente, Francisco reafirmó explícitamente su condición de aliado del gobierno de los Fernández en la pulseada con el Fondo. El Papa apoyó el planteo de dilatar los plazos de la devolución del préstamo tomado por el macrismo. Y el albertismo espera conseguir un espaldarazo más. Todavía no hubo un pedido formal de cita con Francisco en el marceo de la gira europea que el presidente argentino empezará dentro de dos semanas, pero en la Cancillería la ven como posible.
Sería un deja vu del respaldo vaticano obtenido en enero del 2020, cuando el gobierno gestionaba un acuerdo con los bonistas privados. Lo que sí ya está en marcha es un encuentro a realizarse en la Academia Pontificia de Ciencias Sociales del Vaticano. El plan del Papa es organizar una charla para debatir el rediseño de los organismos de crédito y la arquitectura financiera global. Guzmán sería uno de los invitados. Cerca de Francisco repiten un dato: más del 60% de los pobres vive en países de ingresos medios. “Son países que no son beneficiados con planes de cooperación y asistencia internacional. Eso hace que el Papa haya afinado su discurso sobre la deuda. Ya no sólo habla de condonar los préstamos tomados por los países pobres”, revela un dirigente que dialoga con el jefe de la Iglesia Católica.
Si bien la sintonía entre La Rosada y el Vaticano es absoluta en la agenda de la deuda, la Iglesia francisquista sostiene un discurso social crítico, mientras cicatriza la herida que dejó en el vínculo la legalización del aborto.
En paralelo, el dirigente Juan Grabois fue confirmado como embajador informal de Jorge Bergoglio en la Argentina. El abogado y militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos fue designado en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, considerado el “ministerio social y ambiental” de la Santa Sede. En su relación con Francisco, que es cercana y de mucha confianza, Grabois hace un alto en su perfil alto, mediático y provocador: el dirigente social es sumamente reservado sobre esa bilateral. La mirada de Grabois sobre el gobierno funciona a la vez como una metáfora de la que tiene el Papa sobre la administración de los Fernández. Se trata de una alianza táctica basada en el rechazo mutuo a las alternativas “neoliberales”, pero que incluye observaciones y cuestionamientos sobre la pobreza y el panorama social por abajo. “Crece la decepción del pueblo”, se quejó Grabois días atrás.
La semana pasada, Francisco expuso su alineamiento con un casillero específico de la estrategia oficial. Lo hizo en una en una carta dirigida a los participantes de la XXVII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado realizada en Andorra. “La renegociación de la carga de deuda de los países más necesitados es un gesto que ayudará a los pueblos a desarrollarse, a tener acceso a las vacunas, a la salud, a la educación y al empleo”, afirmó en un pasaje.
El Papa además apeló a un lenguaje técnico de las finanzas y el funcionamiento interno del FMI, al señalar “la urgencia de tomar medidas que permitan el acceso a una financiación externa, a través de una nueva emisión de Derechos Especiales de Giro, llamando a una mayor solidaridad entre los Países”. La semana anterior, Francisco había recibido en el Vaticano al ministro Martín Guzmán. Fue un cara a cara en el que abundaron los gestos de afinidad hacia el ministro. Guzmán y su equipo recorrieron la Capilla Sixtina, pese a que los museos vaticanos se encuentran cerrados al público hasta el 3 de mayo.
A lo largo de los 50 minutos de encuentro, Guzmán le dio detalles sobre la posición argentina en la renegociación de la deuda con el Fondo Monetario. Seis días antes, el Papa le había pedido al Banco Mundial y al FMI desarrollar un plan global para enfrentar las diversas crisis derivadas de la pandemia.
La cita de Guzmán con Francisco no estaba pautada de antemano. Pero se agregó casi a último momento. Algunos representantes de Cancillería esperan lograr lo mismo con la inminente gira presidencial. Desde el 10 de mayo, Alberto Fernández visitará España, Francia, Italia y Portugal. Ahí se reunirá con el francés Emmanuel Macron y el primer ministro italiano Mario Draghi. “Probablemente haya un cruce con el Papa”, se ilusiona un funcionario. Pero otras voces del oficialismo desalientan esa posibilidad: “El aval del Papa no está en duda. Este viaje es para conseguir el respaldo de los líderes europeos”, opina un funcionario de Cancillería.
¿Los gestos papales están coordinados a la perfección con el gobierno? “Tienen una continuidad. Alberto lo dijo al inicio de las sesiones ordinarias y cuando asumió como presidente. Él siempre le agradece al Papa las gestiones silenciosas que realiza”, comenta el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri.
De diálogo fluido con la Iglesia, Oliveri revela que “hay algunas gestiones de Francisco que incluso son hechas con menos estridencia que los pronunciamientos más públicos, como el de las encíclicas Laudato si y Fratelli Tutti, que advierten sobre los elementos de disociación en el mundo, sobre el impacto de las políticas neoliberal, los descartes y las medidas que generan más pobreza que riqueza”.
Sobre cuánto influye la política de gestos que despliega Bergoglio, Oliver analiza que tiene “fortaleza por su continuidad en el tiempo y el espacio. Así como Juan Pablo II coadyuvó a la caída del muro, Francisco hace lo mismo con las deudas. Y se expresa como líder moral por encima de los líderes políticos del mundo”. El secretario de Culto enumera el encuentro que el Papa mantuvo, en el contexto de la renegociación de la deuda con los bonistas privados, a principios del año pasado, con la directora del FMI Kristalina Georgieva, el premio Nobel Joseph Stiglitz y Martín Guzmán.
“A Francisco lo veo influyente en la negociación con el FMI a partir de las maneras que tiene, de su simbología, de sus palabras contundentes que pueden ser escuchadas y discernidas por todo el mundo. Es una política de sumatoria de gestos”, concluye Oliveri.
La bilateral entre La Rosada y el Vaticano, sin embargo, abarca puntos conflictivos. La legalización del aborto, por ejemplo. “Quedó algún tipo de herida, pero se va sanando. Cuando el diálogo es franco, se supera. Podrán no gustar, pero son decisiones políticas de un gobierno que tiene que gobernar para todos los argentinos”, afirma Oliveri.
La pulseada por la presencialidad de las clases también se coló en la agenda. “Queremos expresar nuestro desacuerdo con la suspensión de las clases presenciales que estaban siendo llevadas con muchísimo trabajo por parte del personal docente y de las familias”, se quejó el presidente de la Conferencia Episcopal, el francisquista Oscar Ojea. Lo hizo en un comunicado que difundió días atrás.
Obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, Ojea es un francisquista puro, moderado en lo ideológico y de diálogo fluido con el oficialismo. Especialmente, con el secretario de Culto Oliveri. Su reelección al frente de la Iglesia local estaba pautada para este año, pero los obispos decidieron posponerla. Los recambios de autoridades en la conducción se iban a concretar en un encuentro plenario de casi 100 obispos. Los líderes religiosos prefirieron no dar el mensaje de mostrar a un centenar de varones de más de 60 años reunidos para votar. Así, la elección interna se pateó para más adelante: realice cuando se realice, el Episcopado profundizará la construcción de una Iglesia hecha a imagen y semejanza de Bergoglio.
El representante local más fiel de la doctrina papal es el arzobispo de La Plata, Victor “Tucho” Fernández. “Creo que es un gobierno progresista, en ese sentido no vamos a discutir. Lo que creo es que hay muchas ideas que son auténticas, que son sanas y claras, pero que necesariamente hay que establecer los cauces para que sean efectivas”, afirmó Fernández en la radio LA CIELO. Ante la conductora Marcela Feudale, agregó: “Yo espero todavía mucho más”.
Pero el arzobispo también se quejó del papel de los medios de comunicación, de la oposición y hasta de la cultura racista arraigada en la sociedad argentina. “Evidentemente la cultura política también tiene que mejorar. Tenemos un nivel muy bajo que termina viendo la oportunidad para conseguir un adepto más”, planteó. El más francisquista de todos los obispos concluyó sin rodeos: “Hay un trabajo educativo, espiritual, humanizador, que tenemos que empezar a hacer porque sino este país se nos va a ir a la mierda”.
AF
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