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Con la doctrina de los “halcones, las palomas y las gallinas”, Macri sumó a Vidal, Bullrich, Larreta y Lousteau para la vuelta a la pelea

Macri y el ex ministro de Cultura Pablo Avelluto en el Centro de Exposiciones.

Andrés Fidanza

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Juan José Campanella le marcó la cancha al expresidente. En un video grabado desde Los Ángeles, el cineasta le exigió de forma apenas solapada mayor intransigencia en contra del populismo. Fue uno de las seis figuras invitadas al acto de presentación de Primer Tiempo, el libro de Mauricio Macri. Las otras cinco fueron: el escritor peruano Marío Vargas Llosa, el expresidente uruguayo Julio María Sanguineti, el filósofo español Fernando Savater, la periodista y tuitera jujeña Rosario Agostini y la independentista catalana Pilar Rahola.

La pregunta retórica de Campanella fue celebrada en las afueras del Centro de Convenciones porteño, donde unas mil personas seguían el evento desde una pantalla gigante. “¿Es posible un diálogo con la dirigencia y el pueblo populista? Quiero saber dónde está parado”, reclamó el director de cine. Lo dijo tras enumerar los palos en la rueda que le puso a Macri “una oposición violenta y cerril”. En la plaza seca del exterior, los fans clamaban su respuesta: “¡Nooo!”. Macir, sin embargo, hizo equilibrio con una humorada. Afirmó que en la etapa que se viene se necesitan “halcones, palomas, golondrinas, gorriones y hasta gallinas”.

En el salón, respetando la distancia social, había exponentes de todas esas tribus cambiemitas: desde el moderado Horacio Rodríguez Larreta, hasta la cruzada Patricia Bullrich, pasando por el senador Martín Lousteau, los diputados Mario Negri y Alfredo Cornejo, la exgobernadora María Eugenia Vidal, el exjefe de gabinete Marcos Peña y el gobernador Rodolfo Suárez. ¿La más aplaudida por el núcleo duro que fue a ver a su líder? Por lejos, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich. El único abucheado por el público, cuando lo enfocaron, fue el radical Lousteau. El economista sugirió varias veces que el tiempo de Macri ya había pasado. Los faltazos al acto corrieron por cuenta del gobernador Gerardo Morales, Ernesto Sanz y los representantes de la tribu política de la gestión macrista: Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Ambos recibieron pases de factura por parte de Macri, tanto en el libro como en el raid de entrevistas previas que dio el ingeniero de la Universidad Católica.

La presentación fue moderada por el exsecretario de Cultura de Macri y suerte de ghost writer de Primer Tiempo, Pablo Avelluto. La puesta en escena mezcló el tono de la charla TED con un clima autocelebratorio pero reflexivo y algo nostalgioso. Macri revisó su gestión de forma serena e indulgente consigo mismo. No dio demasiados detalles sobre la cocina de su mandato. Se quejó del miedo al cambio y de la aversión al riesgo que tienen los políticos. Se lamentó por haber gobernado en minoría, tanto en el Congreso, como en la relación con los “buenos muchachos” de los sindicatos (dicho con una media sonrisa) y también de los empresarios. Habló de la felicidad, rechazó los atajos y las soluciones mágicas. “Los sueños se hacen realidad”, le dedicó a la juventud. Se lamentó por no haber podido implementar las reformas estructurales que proyectaba. Admitió errores genéricos y culpó al populismo, concepto que repitió en cada una de sus respuestas a los centros que les tiraban Avelluto y los seis invitados. Pese a la omnipresencia que le atribuyó al monstruo populista, pronosticó su fracaso definitivo. Para Macri, el kirchnerismo es la expresión final del populismo.

“¡Sí se puede, sí, se puede!”, coreaba su núcleo duro desde afuera del salón. Y se ilusionaba con que “volveremos a ser gobierno en el dos mil veintitrés”. Una hora y cuarto después de haber empezado el acto, Macri salió a saludar a su público. Fue un deja vu del “Sí se puede” tour, sucedido tras la derrota de las PASO. Recordar esas sesiones de baño popular tras la “paliza” electoral, así la calificó él, lo hizo emocionar tres veces durante la performance.

¿La presentación de Primer Tiempo traficó el relanzamiento electoral de Macri? Ninguno de los militantes presentes en la plaza larretista habría dudado. Los dirigentes que planean heredar sus votos, como Rodríguez Larreta o Martín Lousteau, esperan lo contrario. La opinión íntima de Macri sólo la conoce él. Si bien todavía no necesita tener una definición tajante sobre el futuro, posiblemente no lo tenga resuelto aún. Sobre el final del evento, le dio el gusto a su audiencia: aseguró que el segundo tiempo sugerido en el libro ya había comenzado y prometió una vuelta de Juntos por el cambio a la Rosada en el 2023. Su promesa no detallaba si ese posible regreso lo incluía como protagonista o accionista en las sombras. Los que lo visitaron en su oficina de Olivos en las últimas semanas coinciden en haberlo visto más como promotor que como actor central con ansias de una segunda oportunidad. Aunque algunos mezclan el análisis con el deseo personal.

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