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El fallo por el crimen de Báez Sosa

A los condenados les jugó en contra declarar al Tribunal: quisieron explicar y se autoincriminaron

El Tribunal Oral Criminal 1 de Dolores, durante la lectura de la sentencia por el crimen de Báez Sosa.

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Los hermanos Luciano y Ciro Pertossi, su primo Lucas, Máximo Thomsen y Blas Cinalli son los que que pidieron la palabra y hablaron al Tribunal. Los jueces analizaron sus declaraciones y las contrapusieron con la evidencia. La conclusión dice así: “Las manifestaciones que los imputados realizaron en el juicio no conmueven el plexo cargoso. Más bien suman circunstancias temporoespaciales que lo confirman”. Más simple: sus dichos no mejoraron su posición, sino que los ratifica en la agresión, que resultó en la muerte de Fernando Báez Sosa.

En la sentencia hubo, también, un “trueque” inesperado. Fernando Báez Sosa tenía material genético de Blas Cinalli en el meñique izquierdo, pero los jueces lo descartaron como agresor directo. Luciano Pertossi llegó a juicio como coautor del crimen, pero solo por haber impedido que los amigos de la víctima pudieran defenderlo. El Tribunal lo consideró parte activa en el ataque mortal: hizo de muralla y también pegó a la víctima.

Los que no declararon son Enzo Comelli y Matías Benicelli, ambos condenados a perpetua. Tampoco lo hizo Ayrton Viollaz, que recibió la pena de 15 años de prisión. Quedó acreditado que Comelli fue, junto a Ciro Pertossi, quien dio la trompada que desmayó a Báez Sosa. Había rastros de sangre de la víctima en la camisa, el pantalón y una zapatilla de Benicelli. Ayrton Viollaz fue el que dio la señal de inicio del ataque al grito de “es ahora, vamos, es ahora”.

Para el Tribunal existió un móvil -vengarse de un cruce menor que habían tenido Thomsen y Báez Sosa en un boliche y que los condenados aprovecharon el estado de inconsciencia de la víctima, que lo dejó indefenso. Por la intensidad de los golpes, desplegaron un dispositivo de violencia: patadas a la cabeza. Una particularidad: actuaron en grupo porque eran amigos, algunos inclusos familiares. Varios antecedentes: no era la primera vez que se peleaban juntos contra otra persona, siempre una persona. Y tuvieron en cuenta la actitud posterior al ataque: huir, festejar, cambiarse la ropa, desayunar en un local de comidas rápidas, mensajear a amigos, planear una previa para el día siguiente. Aquí, qué dijo cada declarante y cómo los jueces desarmaron sus testimonios.

Sobre Máximo Thomsen: “Simples exculpas sin sustento alguno”

Máximo Thomsen dio su versión de aquella madrugada luego de que su madre, Rosalía Zárate, se quebrara ante el Tribunal. Hizo hincapié en la cantidad de alcohol que había consumido desde la tarde, en la playa, en una previa y dentro de Le Brique. En su alegato, el fiscal Juan Manuel Dávila -un poco con sorna- dijo que según sus cálculos y de acuerdo a la declaración de Thomsen, ese día había tomado tres botellas de vodka.

La jueza María Claudia Castro se ocupó en la sentencia de contrastar la declaración de los condenados que pidieron la palabra con la prueba presentada durante trece jornadas. “La versión del hecho brindada por el acusado no se condice con el resto de los elementos de prueba que se han ventilado en el debate”, concluye Castro. Que el alcohol en exceso que dijo haber tomado no lo dejaron en un estado en el que no pudiese tener conciencia de la agresión, por ejemplo. “En ningún momento se advierte falta de coordinación motora por parte del nombrado y, por el contrario, se lo aprecia marchando con total normalidad, sin la más mínima señal de descoordinación en sus movimientos”, asegura la sentencia.

Ciro Pertossi quiso zafar pero se autoincriminó

Lo declarado por el acusado Ciro Pertossi no hace más que confirmar que, al momento del hecho, él se encontraba en el lugar donde Fernando Báez Sosa recibió la brutal golpiza que le provocó la muerte”, asegura la jueza Castro. Ciro Pertossi no sólo es, según la prueba, el que ataca por la espalda a Báez Sosa sino el último en patearlo cuando la víctima estaba inconsciente en el piso. “Cuando me doy cuenta de que Fernando está en el piso, esa patada la frenamos”, declaró Ciro. Eso, sumado al acto de relamerse las manos cuando los intercepta Infantería en plena huida y que Juan Pedro Guarino -detenido primero, sobreseído después- declaró que Ciro le dio en guarda un suéter claro antes de la pelea, lo dejaron en una posición difícil.

Lucas Pertossi avisó que Báez Sosa “caducó” pero no entendía qué pasaba cuando llegó la policía

Lucas es quien se acerca a la esquina, ve las ambulancias, escucha los gritos y envía un audio al grupo “delBoca3” en el que pronuncia la palabra “caducó” en referencia al chico al que habían golpeado. También pidió la palabra y habló al Tribunal. Dijo que después del ataque perdió a sus amigos y que mandó mensajes al grupo para saber dónde estaban. “En eso veo que se acerca un chico y le pregunto si se había cruzado a un grupo de chicos, por mis amigos. Me dice que no y me cuenta que había habido una pelea, que había una ambulancia. 'Caducó el pibe', dijo”, reconstruyó Lucas. De esa manera le dio un giro a la historia: él solo reprodujo lo que otra persona -jamás identificada- le había dicho.

El cambio parece sutil, pero no. Era una maniobra para desarmar la hipótesis de la fiscalía y la querella que plantearon desde que empezó el juicio que Lucas había vuelto a la esquina para saber qué había sido de la víctima después de la pelea. Lucas se cambió de ropa, desayunó en Mc Donald's y regresó a la casa. “Me acuesto a dormir y a las horas me levanta un policía. Me abre la puerta y me despierta, me dice ‘salgan’. Les aviso a los chicos que estaba la policía y había que salir”, contó Lucas.

En la sentencia, el Tribunal lo contrapone: “Adviértase que el propio acusado reconoció haberles enviado un mensaje a sus amigos informando el deceso de la persona agredida minutos antes. Ergo, si el imputado ya tenía conocimiento de haber participado en el homicidio de una persona, no se explica la sorpresa generada por la presencia de efectivos policiales, horas más tarde de producirse el fatídico evento, en la vivienda en la que se encontraban temporariamente residiendo, ubicada en cercanías del lugar”. Lucas fue condenado a 15 años de prisión.

Los dos “sorpresas”

A Blas Cinalli no solo lo comprometían los chats que esa madrugada envió a amigos que no estaban en Villa Gesell, sino los rastros de su ADN hallados bajo la uña del dedo meñique de la víctima. Ante los jueces, Cinalli aseguró no haber participado de ningún plan criminal y que tampoco golpeó a la víctima. La única manera de que el material genético de Cinalli llegara a la víctima es por contacto estrecho. Con esa evidencia en contra, existía la posibilidad de que recibiera una pena, por lo menos, alta. Sin embargo, lo condenaron a quince años. Respecto de Luciano Pertossi, en los videos que fueron parte de la prueba era “una sombra”, es decir, una persona difícil de identificar. Eso lo beneficiaba. Pero para los jueces, Luciano estaba exactamente en el lugar donde Fernando fue golpeado, golpeando. Y le dieron perpetua.

En la filmación que alguien tomó con un teléfono desde la vereda de enfrente de la disco Le Brique, Cinalli golpea a Tomas D'Alessandro, amigo de Báez Sosa, detrás de un auto gris que tapa la escena. También aparece en el video de siete segundos que graba Lucas Pertossi. Aun con ese material, la jueza María Claudia Castro refiere en la sentencia que “se demostró que fue uno de los primeros que tomó contacto físico con Fernando Báez Sosa al momento del inicio del ataque (...). Esta circunstancia me permite inferir que probablemente Cinalli, sólo en ese primer momento, haya tomado contacto con el cuerpo de Báez Sosa, lo que podría explicar de algún modo aquel hallazgo pericial”. Como tampoco aparece con claridad en las imágenes, “no puede atribuírsele responsabilidad en el hecho a título de coautor”, indica la jueza.

El noveno día de audiencia, cuatro peritos de la Federal analizaron a pedido de los fiscales un video. Eran las imágenes captadas por un turista que en ese momento estaba parado sobre la vereda de Le Brique, enfrente del lugar donde golpeaban a Fernando Báez Sosa. Fabián Améndola, abogado representante de los padres de Fernando, preguntó a los peritos si podían identificar al “sujeto que vestía una camisa o remera negra manga corta que sale de atrás de un auto”. Esa persona llegaba a participar de la pelea. Le dieron play varias veces, en cámara lenta y en la velocidad en la que había sido grabado. Los peritos dijeron: “Luciano Pertossi”. Y Luciano Pertossi pidió hablar.

“Yo no estaba ahí”, dijo. Fue su manera de aclarar que la persona identificada por los peritos como quien se sumaba a la pelea no es él. No quiso responder más preguntas, ni de la querella ni de los fiscales. Para los jueces esa aclaración “es inverosímil” y sólo la hizo para “mejorar su situación procesal”. Indica la sentencia: “Luciano Pertossi estuvo, durante la fase ejecutiva del evento, en el lugar donde la víctima era brutalmente golpeada. Además, un amigo de Fernando lo distinguió como ”uno de los que más pegaba“ y otro lo identificó en la rueda de reconocimiento. Ambos fueron testigos presenciales del hecho. Algo más: en el pantalón que llevaba puesto la noche del ataque hallaron sangre de la víctima.

VDM

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