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Bullrich y Milei, las estrellas de un acto en el que volvió el “que se vayan todos”

Protesta opositora

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En una protesta sin un centro ni un escenario definido, el clímax fue un encuentro casi casual. El cruce de los dos dirigentes, sin embargo, no fue del todo espontáneo. Las personas que oficiaban de patovicas de ambos lo generaron a puro grito y manotazo para hacerse paso. Lo hicieron por pedido previo de los dos protagonistas. Porque tanto Patricia Bullrich como Javier Milei deseaban verse, saludarse y fotografiarse en el acto opositor al gobierno por el escándalo de las vacunas de privilegio. Y se dieron el gusto en vida: fue este sábado caluroso pasadas las seis de la tarde. El momento cumbre se concretó a mitad de camino entre la Pirámide de Mayo y el monumento a Manuel Belgrano, a unos 50 metros de la Casa Rosada. Entre mareas humanas, mucha transpiración, cacerolazos, un happening de bolsas mortuorias, mucho odio hacia Cristina Kirchner, algunos barbijos (no tantos como personas presentes) y el grito de guerra colectivo para que se vayan todos, Bullrich y Milei se vieron y sumaron fuerzas. 

“Fue muy lindo encontrarlo a Javier. Me encantaría poder sumarlo para defender la república”, le comenta Bullrich a elDiarioAR, mientras continúa su marcha desordenada hacia la calle Defensa. A la presidenta del PRO la sigue el diputado Fernando Iglesias. Su otro soldado en esta batalla, el diputado Waldo Wolff, se perdió en el camino. La exasesora de Bullrich en el Ministerio de Seguridad, la mediática Florencia Arietto, arenga a la cabeza del grupo con un megáfono. Sonríe. Está exultante. Con la camisa empapada de sudor, el exbailarín Maximiliano Guerra es otro satélite de Bullrich. Los manifestantes musicalizan la caminata de La Piba: “¡Se siente, se siente, Patricia presidente!”. 

“Es algo para lo que falta tanto, que no lo quiero alentar. No hay que quemar etapas. Ahora lo importante es ganarle al gobierno en las legislativas”, responde ella al paso. El canto que postula a Bullrich convive en la plaza con otro más anárquico y antisistema. Un deja vu del eslogan que se instaló hace dos décadas, tras el derrumbe del gobierno aliancista que Bullrich integraba como ministra de Trabajo: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. Ese reclamo aparece y reaparece espasmódicamente frente a la Rosada. Los otros hits del evento son: el himno nacional, cantado con gesto grave; “hijos de puta, hijos de puta”; “Argentina, sin Cristina” y “que se vayan, que se vayan” (sin la exigencia agregada de que sean todos los que renuncien). “No es dedicado a nosotros el que se vayan todos, me parece claro”, afirma la exministra de Mauricio Macri. 

Minutos antes, Milei tuvo su lapso de fama. Entró por avenida Rivadavia hasta el centro de la plaza. Uno de sus militantes del Partido Libertario iluminaba la irrupción del economista con una bengala amarilla. Él, sacado y transpirado. Pese al solazo de la tarde, mantuvo su look de campera de cuero negra sobre una remera amarilla. Con un tic: subirse una y otra vez las solapas, a lo Elvis Presley. El jopo ya era indomable y francamente desprolijo. Tenía los ojos inyectados y se abría paso a los gritos: “¡Vamos carajo!”. Lo acompañaban admiradores e instagramers masivos, como Emmanuel Danann.

El team Milei, esta vez sin la compañía del economista José Luis Espert, se plantó en el monumento a Belgrano. Ahí organizaron un escenario espontáneo. Le pasaron un megáfono y el precandidato a diputado por la Capital arrancó: “Acá estamos los argentinos de bien, los que creen en el mérito y no son parásitos de la corporación política, esos chorros que sólo quieren rompernos el culo”. Entre sonrisas, selfies, admiración y los puños en alto de su grey, Milei definió al gobierno como genocida y “ladrón hijo de puta”. Acto seguido, llegaría el cara a cara afectuoso con Bullrich.

Las otras organizaciones activas en la plaza fueron la histórica Ucedé, el espacio Republicanos (con la participación del exministro Ricardo López Murphy) y Valores para mi país, el partido ex diputada nacional, Cynthia Hotton. El abogado Yamil Santoro, de Republicanos, se paseaba orgulloso y sin barbijo frente a la Rosada: “Fuimos el primer partido en presentar una denuncia penal contra Ginés González García”, se jactó.

“Acá nace una nueva sociedad”, se ilusionó la evangélica Hotton, una de las dirigentes pañuelo celeste más activa en la resistencia a la legalización del aborto. Plantados a pocos metros de la Catedral, al grupo de Hotton todavía le cuesta asimilar que la interrupción voluntaria del embarazo sea ley. “El avance del progresismo en América Latina lo hacía previsible. Pero la mala suerte fue que nuestra generación tenga que verlo”, se sincera el secretario general de Valores para mi país, Marcelo Díaz. 

En la puerta del Cabildo, hacen base unos treinta simpatizantes de la Ucedé, el partido liberal fundado por Álvaro Alsogaray. “Ahora la mayoría de nosotros está con Espert. A Macri lo apoyamos porque pensamos que iba a hacer algo que no pudo, quiso o supo hacer”, admite el ucedeísta Alejandro, de 54 años. 

El liderazgo de Bullrich en la marcha fue una excepción dentro de Juntos por el Cambio. Mejor dicho: la exministra de Seguridad fue la única figura de primera línea cambiemita que se zambulló en la plaza, recorriéndola de punta a punta. La Piba se entregó desprejuiciadamente al evento. Algunos de sus compañeros de ruta lo hicieron más tibiamente. El diputado Cristian Ritondo, jefe del bloque PRO, marchó con perfil más bajo y menos reconocimiento popular. El senador radical Martín Lousteau se asomó más fugazmente por el centro porteño. “Es hora que podamos escuchar de boca de quienes se vacunaron cuando no les correspondía, la gran palabra ausente que es perdón”, declaró. Y el diputado Mario Negri se acopló en auto a la marcha de Mar del Plata. “La gente se moviliza hoy por indignación porque observa que sobra inmoralidad política en el Gobierno”, opinó el jefe del bloque de JxC. El exfuncionario Hernán Lombardi y el actor Luis Brandoni estuvieron firmes una vez más en la movida callejera.

Juan Carlos Blumberg se arrimó a la plaza para mostrar su indignación con Alberto Fernández. La performance de Bullrich le sacó una sonrisa: “Patricia se la juega por el país. La veo decidida. Ojalá gane las legislativas”, se esperanzó el finalmente falso ingeniero. “Alberto es un mentiroso serial”, concluyó Blumberg.

El clima general de la protesta fue calcado al de las marchas realizadas el año pasado contra la estrategia oficial para gestionar la pandemia. El outfit oficial fue, nuevamente, cargar una bandera o un banderín de argentina. La grande se conseguía a 100 pesos. Una mujer hacía flamear una extralarge y con un detalle personalizado: un feto ubicado en el lugar del sol.  

La mayoría de los participantes había estado en alguna de las manifestaciones previas. “Estamos cansadas de este gobierno de delincuentes”, opinan a dúo Marcela y Mariela, dos amigas cuarentonas que vinieron manejando desde Quilmes. “Estuvimos en todas las marchas del 2020. Son 70 años de decadencia”, se lamenta Marcela.

Dolores vino desde Nuñez junto a su pareja. Ella está embarazada. Trajeron una cartulina con un mensaje teledireccionado: “Massa renunciá”. Ambos están decepcionados con la presidencia de Fernández. ¿Lo votaron? “Por supuesto que no. Nunca lo voté ni lo votaría. Pero en algún momento me había puesto una ficha”, afirma Dolores.

Sentada en el pasto, en diagonal a la Casa Rosada, Gloria Pano exhibe otro mensaje personalísimo: “Mi hijo se va del país. Gracias presidente”. El hijo de Gloria se llama Rodrigo y tiene 24 años. “Tiene trabajo en la administración de un consorcio, pero se quiere ir a Barcelona. Él ni sabe que vine”, explica la mujer de 60 años. Al enojo por el vacuna-gate, cruzado por las consignas institucionalistas habituales en este tipo de actos, se le agrega un malestar por la crisis económica. Y algo más: una energía antisistema, canalizada a la perfección por las dos figuras más aclamadas esta tarde. Un outsider estridente y malhablado, como Milei. Y Bullrich, la presidenta del principal partido de la oposición. 

AF

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