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Larreta se planta ante Fernández, toca la puerta de Rosenkrantz y firma la pax con Macri

Tras varios meses de frialdad, Rodríguez Larreta busca aplacar las diferencias con Macri.

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Horacio Rodríguez Larreta ya tiene lista la nueva demanda contra el recorte en la coparticipación. Apenas Alberto Fernández promulgue la ley que aumenta la quita (unos 13 mil millones de pesos más que los que ya había dispuesto el decreto presidencial), el gobierno porteño volverá a judicializar su reclamo. El planteo por la supuesta inconstitucionalidad de la ley podría entrar mañana a la Corte Suprema. 

El alcalde asume que el cristinismo ya lo eligió como adversario favorito. Porque, tal como machacaba un jingle de campaña del Frente de Todos, Mauricio Macri ya fue. Larreta también concluyó que esa fricción ya no tiene vuelta atrás. Al contrario, piensa que se multiplicará en cada debate y cada controversia que roce a la Ciudad. Paradójicamente, la posible suspensión de las PASO funcionaría como un contra-ejemplo de esa tendencia. Porque ni siquiera Máximo Kirchner está muy entusiasmado con la idea de congelar las primarias del 2021. Rodríguez Larreta, tampoco. El cordobés Mario Negri, menos. El radical considera que las primarias son un método eficaz para zanjar sin sangre las internas convulsionadas de algunas provincias, como las de Córdoba. Por las dudas, Juntos por el Cambio se muestra dispuesto a obturar la chance de dar de baja las PASO provinciales en la legislatura porteña y la bonaerense.

Por fuera de esa circunstancia excepcional, la pulseada con el gobierno nacional pone al alcalde a la defensiva, en un papel de víctima con el que tampoco se siente incómodo. Ese rol le permite, por ejemplo, sancionar un proyecto ajustado, sin obras públicas nuevas y con un impuesto al consumo con tarjeta de crédito. Porque el único y absoluto culpable , según esa mirada, es el gobierno de los Fernández.

Como desventaja, la puja lo ubica en una situación de soledad porteña frente al resto de los gobernadores y el sistema político. Pero a la vez le reporta un beneficio indirecto: le trae alivio en el frente interno, justo cuando el macrismo hard lo acusaba de tibio y demasiado dialoguista. 

La foto del viernes a la tarde en el Centro Asturiano de Vicente López, junto a Mauricio Macri, Patricia Bullrich y el resto de la cúpula amarilla, buscó sellar esa pax romana: estabilidad intra-muros y firmeza exterior. “Con Mauricio estamos mucho mejor que en hace un par de meses”, confirma un funcionario del núcleo larreteano. La semana pasada se reunieron a solas. “Fue un buen mano a mano”, califica el ministro. 

En la cita del viernes también estuvo el vicealcalde Diego Santilli; la exgobernadora María Eugenia Vidal -por zoom, tras haber estado en contacto con un enfermo de Covid-; el intendente anfitrión Jorge Macri; y el de Lanús, Néstor Grindetti.

Al final del encuentro, Jorge Macri opinó que después de un año fuera del poder “Juntos por el Cambio está sólido” y que el Pro “está creciendo”. El intendente de Vicente López se entusiasmó: “Queremos darle a la Argentina una alternativa nueva. Ver a Mauricio, Horacio, Patricia, Néstor, María Eugenia, todos juntos, con ganas de seguir sosteniendo una alternativa en el país nos da muchas ganas”.

Ese fue el objetivo principal del encuentro: reforzar la unidad y dar la imagen de una familia ensamblada pero feliz.

Respecto a la queja judicial inminente contra la Nación, el autor intelectual fue el procurador de la Ciudad, Gabriel Astarloa, un abogado de perfil corporativo que se ganó la confianza del alcalde. Astarloa fue gerente de Legales del Banco Citi y socio en dos estudios influyentes durante más de dos décadas: los bufetes Bruchou, Fernández Madero & Lombardi y el de Allende & Brea. Hasta que en 2012 probó suerte en el gobierno porteño, ascendiendo a jefe de los fiscales en 2016. 

El lunes 30 de noviembre, Astarloa ya había incursionado en el barro grietero: el procurador denunció al secretario de Derechos Humanos de la Nación Horacio Pietragalla. El dirigente cristinista había calificado a la Policía de la Ciudad como una fuerza “coimera al mango” y hasta había presentado una demanda penal contra Rodríguez Larreta por la supuesta represión porteña en el velorio de Diego Maradona. 

Astarloa contraatacó: argumentó que, en caso de tener información sobre algún delito, Pietragalla debería “haberlo denunciado ante la Justicia y no lo hizo”. Tanto el planteo del secretario de DDHH como el del Procurador de Larreta se inscriben en una tradición instaladísima: la de la política judicializada. Se trata de un recurso efectista, pero completamente esteril para resolver conflictos reales.

Antes de darle las puntadas finales al texto que la Ciudad llevará a la Corte, existió una ronda de consulta con una figura ubicada a mitad de camino entre la política y la justicia. Frente a los supremos, el larretismo buscará toda la asistencia y capacidad de lobby que esté a su alcance. La presentación repetirá el argumento que la Capital ya le había llevado a la Corte, a raíz del decreto presidencial: el ajuste es unilateral y abusivo. 

Respecto a los tiempos y el ánimo de la Corte para meterse en ese brete, no existen garantías. O quizás sí: la voluntad ideológica permanente del presidente de los supremos Carlos Rosenkrantz. Con ese voto no alcanza, pero es un piso necesario. El misil epistolar de Cristina Kirchner contra los cinco jueces también fue celebrado en el edificio de la jefatura de gobierno.

Días atrás, el jefe de la Corte le tomó juramento a un nuevo integrante en el Consejo de la Magistratura nacional, en representación de los abogados. ¿De quién se trata? El exlegislador larretista Diego Marías. Así, el alcalde dio un pequeño avance en el TEG de su proyecto nacional. 

AF

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