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Mauricio Caminos

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Néstor Kirchner aún trataba de digerir la derrota frente a Francisco de Narváez, en las legislativas de junio de 2009, cuando decidió renunciar al PJ y bajar al llano para intentar reinventarse políticamente. El sábado 4 de julio apareció sin avisar en un plenario de los intelectuales de Carta Abierta, en Parque Lezama. Luego de escuchar al sociólogo Horacio González, sentado como uno más en una de las escalinatas de cemento, tomó el micrófono para prometer que saldría “a recorrer el país” y dejó una frase que hoy puede recuperarse en YouTube: “Estoy con más fuerza para dar la batalla”.

Trece años más tarde, Máximo Kircher parece repetir la historia a su manera. El sábado pasado sorprendió en el Plenario de Pensamiento Nacional y Popular “Horacio González” –justamente en homenaje al fallecido referente de Carta Abierta–, y buscó arengar a un público de kirchneristas, menos de 24 horas después del reto por la lapicera de Cristina a Alberto en el acto por YPF, y con el Kulfasgate al rojo vivo. En la semana bajó al territorio y buscó ser más componedor, sin hablar de la interna: el jueves estuvo en San Martín y el viernes en Hurlingham, dos distritos referenciados en funcionarios muy cercanos al Presidente, como son Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, respectivamente. 

Luego de correrse de la jefatura del bloque en la Cámara de Diputados y de romper puentes con el jefe de Estado, el hijo de la vice también quiere reinventarse, con arengas internas hacia el 2023, diálogo con todos, y pulseando para construir el definitivo liderazgo kirchnerista del Frente de Todos.

Actos cuidados

Consciente de que cada movimiento que hace impacta en los medios y que la política es un campo minado, Máximo se volvió un experto en las sombras. De ahí la frase que trascendió de su imprevista aparición en la Universidad de Quilmes –estaban Amado Boudou, Víctor Hugo Morales y Ricardo Forster–, presencia que se leyó como una crítica a Kulfas: “Cuando dejé la conducción del bloque no hubo un solo off”. Decía la verdad: los medios se enteraron una vez que le había transmitido su decisión a –y discutido con– Cristina, Fernández y Sergio Massa.

Salvando las distancias, con el mismo sigilo se manejó esta semana, cuando Katopodis lo invitó al acto por el 66to. aniversario de los fusilamientos en José León Suárez. Aunque Máximo le contestó desde el vamos que sí al ministro de Obras Públicas, recién el miércoles por la tarde le confirmó su participación. En el medio, había tanteado el terreno con sus vínculos propios en el distrito, como Leonardo Grosso, diputado nacional y referente del Movimiento Evita, y Lauro Grande, el líder de La Cámpora local.  

Máximo llegó solo al predio que fue en su momento un basural –y hoy es un natatorio público–, acompañado apenas por su chofer y colaborador de confianza, una especie de sombra paralela. En un lugar reservado dentro del mismo espacio municipal, se tomó un café junto a Katopodis, Grosso, Grande y el intendente Fernando Moreira

Fue una reunión en buenos términos, pese a que sus diferencias con el actual ministro vienen de cuando éste saltó –en su momento– al Frente Renovador de Massa. Máximo intentó mostrar cierta confianza a sus interlocutores de cara al 2023 y según supo elDiarioAR de uno de los testigos del cónclave, les dijo: “La moneda está en el aire”. Una vez en el escenario, agradeció la invitación al acto y, lejos de hablar de la interna, le apuntó a Javier Milei: pidió militar “contra el cuentito de la libertad”.

La arenga a la militancia fue un tópico que repitió al día siguiente en el distrito gobernado por Damián Selci –hombre de La Cámpora y que reemplazó a Zabaleta, también ministro albertista que hace dos semanas tuvo un cara a cara propio con Cristina en el Senado–. “No hay que generar expectativas, hay que generar realidades”, aseguró Máximo ante jubilados, en un acto del PAMI que conduce Luana Volnovich. Y además de criticar a la oposición y a la Corte Suprema, defendió públicamente a Mayra Mendoza, la intendenta de Quilmes y figura de La Cámpora que está siendo investigada en la Justicia por supuesta administración fraudulenta.

Diálogo con todos

El presidente del PJ bonaerense, llama, atiende y escucha, reconocieron ante elDiarioAR fuentes del loteado oficialismo. “Máximo es un militante. Y yo a eso lo respeto, porque por más que tiene plata, tiene sensibilidad social”, expresó un massista de peso. Incluso una diputada de la oposición antikichnerista le aseguró a este medio haber tenido “buenas charlas” con el hijo de la vice, en algún receso dentro de la Cámara baja. Y también lo admitieron en el Frente de Izquierda, donde tiene afinidad en muchos temas con Myriam Bregman, aunque está descartada cualquier tipo de alianza entre el camporismo y el trotskismo.

Las disidencias con el hijo de la vice saltan cuando se consulta sobre su forma de construir poder. Es verticalista, coincidieron en describirlo al menos seis voces distintas. Y, arriba de él, solo reconoce un liderazgo: el de Cristina. “Máximo tiene cintura propia, pero la que tiene la última palabra es Cristina”, apuntó un diputado que tiene diálogo directo con él. “Ella sabe todo, y mucho se lo transmite él”, dijo otro legislador de su confianza.

En esa verticalidad, la flecha hacia abajo que busca marcar el líder de La Cámpora tiene otro entramado. Sin duda una de sus terminales más fieles es justamente la organización juvenil, que demostró poder de convocatoria en la última movilización por la ciudad de Buenos Aires el 24 de marzo. Y aunque por fuera del AMBA tiene miles de afiliados, en la propia organización reconocieron que Máximo hace tiempo que no visita las ciudades del interior del país

Por ahora intenta expandir su influencia en la provincia de Buenos Aires, centro de poder de Cristina. Máximo ostenta el sello del PJ provincial, desde donde intentó mover varias fichas para construir caudal propio. Para el 1 de mayo mostró músculo sindical en el primer acto en la historia de la “rama sindical”, aunque al convite faltaron pesos pesados de la CGT, como Ricardo Pignanelli (Smata) y Pablo Moyano (camioneros). Ahí sus principales alfiles son Vanesa Siley –diputada nacional y gremialista judicial– y Walter Correa –líder del sindicato de la curtiembre–. 

También intentó armar una mesa del FdT provincial, junto con Axel Kicillof y Malena Galmarini, pero aún no prosperó. “No camina porque no están todos los sectores representados. Buena idea, pero sin representación en la realidad. Funciona en Borgen”, ironizó un vocero. Recién a fin de junio se conformaría un espacio entre segundas y terceras líneas, confió uno de los involucrados directo en las conversaciones.

La estrategia busca presionar a Alberto para que emule lo mismo a nivel nacional, obligándolo a sentarse a discutir políticas, pero el Presidente la rechaza de plano, así como mantiene su postura de definir candidaturas en una PASO. Esos son los mayores puntos de quiebre del kirchnerismo con la Casa Rosada, más allá de las decisiones que cuestionaban de Kulfas y que todavía critican de Martín Guzmán por la economía. 

La Rosada y el Congreso

Con una imagen pública positiva baja y una negativa muy alta, las aspiraciones de Máximo para 2023 pasan más por protagonizar la construcción de la victoria oficialista, que por aparecer entre los primeros cargos electivos. El rechazo a una interna nacional tiene que ver también con su mirada verticalista de la política, aunque un escenario adverso para el FdT podría abrir el juego a que haya una PASO competitiva. Quiénes tendrían que ir, depende a quién se le pregunte. El hijo de la vice no se aventura a ungir a nadie aún. 

“Sea quien sea, y de la manera que sea, Máximo y Cristina van a querer garantizar la provincia para ellos”, apuntó un dirigente. Internamente en el FdT, hay cierto consenso para que Axel Kicillof busque una reelección. La mayor incógnita pasa por la Rosada. 

Hoy nos falta orden. Máximo fue el mejor jefe de bloque que tuvimos en los últimos diez años

Y es justamente con el Presidente con quien Máximo aún no se volvió a encontrar, desde que en febrero dejó de ir a comer a Olivos y luego renunciara al frente del bloque parlamentario, una decisión que Fernández y Massa le cuestionaron. “A mi tampoco me gustó, pero lo hizo porque se hinchó los huevos”, interpretó  una fuente que se considera su “amigo”. 

Su corrimiento en Diputados es otro cabo que aún parece estar suelto. El miércoles en que la oposición avanzó con la media sanción de la boleta única de papel, hubo una reunión de la bancada del FdT que terminó con acusaciones cruzadas y los ánimos caldeados, según confiaron a este medio dos testigos distintos. Sin Massa –ausente por el viaje a Estados Unidos con el Presidente– ni Máximo –que llegó al final de la jornada solo para la votación–, no hubo una figura de peso gravitante que detuviera a uno de los legisladores que comenzó a lanzar diatribas contra sus compañeros. 

“Hoy nos falta orden. Máximo fue el mejor jefe de bloque que tuvimos en los últimos diez años”, apuntó una de las fuentes, que no es camporista. En un ostracismo legislativo, el ex presidente de la bancada apenas se sumó a dos comisiones –y como vocal– en el último mes: Energía y Recursos Naturales. Y según el registro de Diputados, solo firmó dos iniciativas parlamentarias en lo que va del año: una resolución para que el Ejecutivo adelante el aumento del salario mínimo –medida que finalmente el Gobierno tomó– y una ley para establecer un programa de atención a la salud del veterano de guerra y su grupo familiar. Obviamente votó en contra del acuerdo con el FMI, decisión que acompañaron la decena de legisladores que le son fieles.

Pero aunque ya no ostenta un cargo formal, su manera de moverse en Diputados es de alguien que tiene poder propio: baja al recinto solo cuando el tema le interesa –como fue la ley de HIV– o en votaciones –como la del miércoles pasado–. Ingresa al Parlamento por la entrada trasera, por la calle Combate de los Pozos –al igual que Massa–: desde allí se accede a los despachos oficialistas por un ascensor propio, sin la necesidad de cruzarse ni con la prensa acreditada ni con los opositores. 

Máximo está reinventándose. Un desafío ante el poder y que explica sus movimientos políticos, que un legislador que lo trata seguido graficó un poco en broma y otro poco en serio: “Máximo está en las catacumbas y aparte es hijo de…”.

CC

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