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Los “celestes” apuestan a que el Senado rechace el proyecto que busca legalizar el aborto

Manifestantes en contra del aborto legal esperaron la votación en el lado sur de la Plaza de los Dos Congresos.

Victoria De Masi

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A las 7.23 cerró la votación en Diputados. Para entonces ya había amanecido, el calor dio tregua y el cielo se ofrecía gris, de plomo. Del lado sur de la Plaza de los Dos Congresos alzaron los pañuelos celestes. Las amigas se tomaron de las manos. Hubo quien cerró los ojos y se entregó al rezo. Una pastora agitó el cayado, ese bastón artesanal tan típico. Con los bombos en silencio, la murga se detuvo. Un minuto después, la noticia: el proyecto para regular la interrupción del embarazo obtuvo media sanción y se discutirá en el Senado.  

La reacción de quienes están en contra de retirar al aborto de la clandestinidad fue contradictoria. Las amigas que se habían tomado de las manos se abrazaron para llorar juntas. Quienes habían cerrado los ojos, rezaron en voz alta. La pastora clavó el cayado en el asfalto. Sonaron los bombos y volvió el pogo, la murga, los cánticos. La frustración y el festejo duró apenas tres minutos. La desconcentración fue rápida

Es como una remake de 2018, una película demasiado vista, aunque con una diferencia: la convocatoria es menor. El resto es igual: remeras estampadas con la imagen del Sagrado Corazón, crucifijos, rosarios. “Los celestes” no trajeron emblemas ni argumentos nuevos para defender su posición respecto del aborto. Están en contra de la legalización, no lo consideran un derecho para aquellas personas que no quieren continuar con la gestación. Su punto de apoyo es el mismo que hace dos años: religioso y filosófico, no sanitario. “Dicen que esto es para que las pobres no se mueran. ¿Qué saben de las pobres?”, se pregunta Belén, 23 años, envuelta en una bandera argentina. También opina que el envío del proyecto de parte del Ejecutivo responde “a la crisis económica, que quieren tapar”.

Hice la bandera con la sabanita celeste que usó de bebé uno de mis siete hijos

Josefina y María son madre e hija. Levantan una bandera con la leyenda que identifica el lado celeste de la discusión: “Salvemos las dos vidas”. Dice Josefina: “La hice con la sabanita celeste que usó de bebé uno de mis siete hijos”. Agrega María: “Tenemos esperanza en el Senado. Ahora hay que salir a bancar a las mujeres que están en situación de vulnerabilidad, más que convocar a marchas”.

“La media sanción era previsible. Lo trataron en extraordinarias, por la fuerza, sin importar la voluntad popular, de manera exprés, en medio de una pandemia. Genera mucho malestar que se intente hablar de aborto cuando ya se rechazó hace dos años. El pueblo no quiere aborto. Creemos que es probable que el Senado rechace el proyecto”, dice Raúl Magnasco, de +Vida. El escenario que había previsto esa organización fue removido por la Policía en la madrugada de ayer. Tampoco hubo escenario propio del lado “verde”, al norte de la Plaza. 

El pueblo no quiere aborto. Creemos que probable que el Senado rechace el proyecto

Raul Magnasco integrante de +Vida

Así como el despliegue policial fue desmedido respecto de la cantidad de gente que se reunió de este lado, también sobraron pantallas: no había quien mirara el plasma ubicado sobre Entre Ríos ni los que colocaron a lo largo del boulevard antes del arranque de Avenida de Mayo. Una buena: no había fila en los baños químicos. Pero aquí están Franca, Isabel y Rosario. Son de La Rioja pero viven en la Ciudad. Llegaron en sus bicis y siguieron el debate en la pantalla. Y están, dicen, “por esas mamás sufrientes, porque la lucha es día a día y porque hay que seguir defendiendo las dos vidas”. 

La Plaza dividida en dos es el espejo de una Argentina polarizada. Aquí, del lado celeste, también hay glitter y consignas anotadas en carteles y pañuelos y bengalas y mates con dos bombillas que circulan en la ronda de adolescentes. Pero la diferencia con el “lado verde” es que hay borcegos, estampados militares, la palabra “patria” en afiches, alguna sotana y cierta apropiación de la bandera argentina.

El bebé gigante de papel maché al que le habían adjudicado la profesión de ingeniero ahora no está, pero a cambio se repite la foto del feto: o flota sobre un fondo negro o está retratado en una ecografía. La desconcentración transcurre bajo el humo verde de la bengala que han encendido en el norte. Allí están quienes también confían en el Senado, pero a la inversa, porque allá esperan que la Cámara Alta le otorgue al proyecto la media sanción que falta que sea ley. En veredas opuestas, algo los iguala: hay esperanza en ambos lados de la Plaza.

VDM

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