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Sobre este blog

Pulpa es un suplemento de ficción semanal editado por El Cuaderno Azul que publica textos breves y potentes, directo de nuevas voces para lectores hambrientos. Recibimos textos de manera abierta, a través de este link. 

Por consultas contactarse a pulpa@eldiarioar.com

Una distracción

Camila González

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Empezaba cuarto grado y por un destino gordo y apurado, fui la primera a la que le empezaron a salir tetas. Dolían y me costaba hacer las cosas que todas mis compañeras hacían. Mi cuerpo empezaba a sobresalir. Ya no era la deformidad de una niña creciendo. Era una gorda. Cambiaba más rápido que todas mis amigas. Las caderas se me ensanchaban y la grasa de mi cuerpo empezaba a tener olores raros que no podía combatir solamente con duchas largas.

El verano había terminado y volvíamos a clase. Un poco con la emoción de encontrarnos con los amigos que solo veíamos en la escuela, otro poco con la decepción de que esa emoción duraba poco. Cristina Medallero era nuestra nueva maestra de matemática y ciencias naturales. Así se presentó, escribiendo su nombre en el pizarrón mientras sus uñas largas pintadas de negro rozaban la madera y nos hacía retorcer en nuestras sillas blancas sin quejarnos.

Nos sentó mujeres con varones porque las maestras creían que entre nosotros no hablábamos. A mí me había tocado con Felipe Juárez, que no era el más lindo del grado pero sí el más bueno. Compartía los sanguches y los alfajores aunque no hubiera desayunado y no le gustaba tirarles pelotazos a las chicas. Las maestras lo detestaban porque nunca hacía la tarea, se sacaba malas notas, tenía muchos errores de ortografía, era muy desprolijo y nunca se le entendía la letra. A mí me gustaba que dibujara los márgenes de las hojas siempre con los mismos personajes: un pato con sombrero y un hombrecito con barba. “Un día vi una foto de mi papá y era así” me dijo la primera vez que lo dibujó.