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Tras disentir y pasarse facturas, Larreta y Bullrich firmaron la pax romana de cara a las legislativas de la Ciudad

Larreta, junto a su apadrinado Quirós, en una ronda de vacunación

Andrés Fidanza

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La reunión se iba a hacer cara a cara. Horacio Rodríguez Larreta se la había pedido especialmente a Patricia Bullrich. Estaba molesto por las críticas públicas de la presidenta del PRO al ministro Fernán Quirós. Bullrich le había exigido “definiciones más contundentes” a Quirós, a raíz del escándalo de las vacunaciones de privilegio. El ministro había calificado al vacuna-gate como un mero “error”.

Pero una vez que se filtró el viaje secreto de Rodríguez Larreta a Buzios, el alcalde se vio obligado a realizar la cuarentena en su casa. Así, el mano a mano entre él y Bullrich se pospuso. Incluso el alcalde debió dar su discurso de apertura de sesiones ordinarias por zoom. Durante su speech alteró su tono técnico y calmo en un solo momento. Fue cuando pidió calculadamente un aplauso para su ministro de Salud Fernán Quirós. Se trató de una reivindicación. Con un plus: un contraataque velado contra Patricia Bullrich. 

El reproche de La Piba al ministro encerraba una puja de estilos. Pero había algo más que un choque de personalidades: el anticipo de una posible competencia electoral. Quirós y Bullrich podrían ser los elegidos para encabezar la boleta de diputados nacionales por la Ciudad. Rodríguez Larreta, entonces, quería charlar al respecto con la exministra de Seguridad de Mauricio Macri. Y pedirle explicaciones por los cuestionamientos a su ministro más visible y con mejor imagen. 

El encuentro se demoró y recién se pudo concretar por teleconferencia los primeros días de marzo. Ambos se conectaron desde sus casas. Un grupito de dirigentes se sumó al zoom. La charla duró una hora. Bullrichistas y larretistas blanquearon sus inquinas. También cedieron un poco, ante los planteos del otro. El alcalde reprobó que ella le haya marcado la cancha a Quirós, pero a la vez reconoció que el ministro de Salud porteño no debió haber rebajado el affaire a la categoría de simple error. Bullrich protestó por la usina de comentarios off the record que son difundidos para desgastarla. Cerca del alcalde reconocieron que la filtración de comentarios maliciosos era incontrolable, al provenir de segundas y terceras líneas del gobierno porteño. 

Si bien no estaban peleados, la cita sirvió para calmar los ánimos. Además hicieron un repaso del panorama electoral en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Salta y Tucumán. Bullrich le pidió detalles sobre el misterio que sobrevuela al PRO bonaerense: María Eugenia Vidal. Larreta estimó que la exgobernadora no se pronunciaría sobre su rumbo político hasta fines de abril. “Lo malo de la indefinición de María Eugenia es que nos paralice. No tiene que generar inmovilidad en los sectores de la provincia”, recomendó la exmilitante del peronismo revolucionario.

El temor bullrichista es que Vidal mude sus ambiciones políticas a la Capital. Sobre el mapa electoral porteño, prefirieron no alzar la voz. La Piba quiere encabezar la boleta. Larreta no quiere apurar la estrategia proselitista. Si bien no planea obturar la posible postulación de Bullrich, la preferiría más incorporada dentro de una estrategia integral. Es decir, menos autónoma y con tanta facilidad por las performances y las declaraciones explosivas. 

¿Es posible ponerle ese corset a la presidenta del PRO, puesta en ese cargo por Macri? Suena a pregunta retórica. El viernes pasado, tras su excursión a Formosa, Bullrich viajó a Calafate. Ahí grabó un video desde la puerta de un hotel de Cristina Kirchner. “Alto Calafate. Este es el hotel del matrimonio Kirchner, de sus hijos. Acá hay una causa que está en la Justicia, que implica la corrupción que todos hemos conocido: un mecanismo de utilización de hoteles para hacer circular dinero del Estado, de obras públicas y de otros lugares”, relató Bullrich.

Como una suerte de antídoto indirecto, Rodríguez Larreta empezó a levantar el perfil a partir de este lunes. Dará reportajes y sumará presencia mediática, incluso en radios, canales y diarios no del todo afines al macrismo. En su gira hará hincapié en una bandera netamente bullrichista: la inseguridad. “Escuchando algunas declaraciones del oficialismo hay vocación de un avance sobre las instituciones”, consideró el alcalde este lunes en Telefe, refiriéndose al posible sucesor de Marcela Losardo en el Ministerio de Justicia.

Mientras, Bullrich no piensa bajarse ni aminorar la marcha de su tren bala personal. Calcula que su figura llegará en alza, una vez que se siente a negociar el detalle fino de las listas con el alcalde. 

En la charla por zoom, los dos dirigentes macristas expusieron sus perspectivas de la construcción política. Y lo hicieron con plena autoconciencia sobre sus diferencias y sus puntos de acuerdo. Para Bullrich, al PRO le falta una identidad. “Así como el PJ fue el partido de los trabajadores y la UCR el de la clase media, el PRO tiene que tener anclaje y una voz potente en cada tema de debate”, opinó. El alcalde sugirió ir por el camino ideológico y retórico del centro. Para La Piba, en cambio, es preferible consolidar el voto del núcleo duro amarillo para sellar las fugas por derecha. Las dos contracaras del partido opositor quedaron en reunirse cara a cara a la brevedad. Pese a los contrastes, hay una zona de coincidencia plena entre Larreta y Bullrich. Aun a regañadientes, la unidad está fuera de discusión.

AF

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