Patricia Bullrich se autopercibe Alfonsín y su equipo ubica a Rodríguez Larreta en el “trío cuarentena”
La presidenta del PRO está jugando su bala de plata. A los 65 años, Patricia Bullrich entiende que en 2023 tendrá su primera y última oportunidad de llegar a la Casa Rosada. Por eso su estrategia carga con toda la audacia, incorrección y belicosidad que escatima su rival en la interna amarilla. Mientras Horacio Rodríguez Larreta apuesta por la moderación centrista, la cooptación silenciosa y los movimientos cautos, la exministra de Seguridad corre a Mauricio Macri por derecha.
“En 2019 perdimos porque guardamos ideas en el placard”, opinó Bullrich. Lo aseguró desde Pinamar, en medio de su tour electoralista por la costa atlántica. La Piba expuso su mirada junto al ensayista Santiago Kovadloff. Ambos presentaron “Nuestras ideas”, un libro de 48 páginas que compila sus acciones como jefa del PRO desde el 2020. Es decir, desde que empezó la pandemia. Y la fecha elegida no es arbitraria.
La ex militante del peronismo revolucionario se jacta de haber encabezado, desde el inicio de la cuarentena, su proceso de resistencia. ¿Resistencia contra que? Contra las políticas restrictivas y de encierro. ¿Impuestas por quién? “Por el trío cuarentena, durante el proceso de malvinización que ocurrió en aquellos meses”, afirma con ironía el diputado nacional Gerardo Milman. La provocación del diputado apunta contra Alberto Fernández, Axel Kicillof y, especialmente, el alcalde porteño. Exviceministro de Seguridad, Milman es el principal armador de Bullrich. Y la compaña por su gira veraniega. El itinerario de la recorrida incluyó a Pinamar y, este jueves, a Miramar. El viernes seguirá por Mar del Plata y después por Balcarce.
“La cuarentena fue parecida al 2 de abril de 1982 de Leopoldo Galtieri. Inmediatamente después de la invasión a las Malvinas, Galtieri tenía a la Plaza de Mayo llena en su apoyo”, compara Milman. Y continúa: “El único político que no se subió a esa ola fue Raúl Alfonsín, que terminó de presidente. A los tres meses Galtieri era visto como un borracho y un inútil. Salvando las distancias, Patricia fue una de las pocas que se opuso de entrada a las medidas draconianas que tomaron el presidente, el gobernador y el jefe de gobierno”.
En el paralelo histórico, Bullrich cumple el papel de Alfonsín. Y Rodríguez Larreta, el de Galtieri. En realidad sería un tercio del dictador. Si bien en el último tiempo el alcalde endureció su discurso en contra del gobierno, Bullrich considera que el reparto de roles ya está planteado de cara a la sociedad. La exministra de la Alianza ejemplifica su punto a partir del efecto que generan sus caminatas por la costa atlántica. Un asesor de Bullrich jura que les resultó imposible pasear por la calle 3 de Villa Gesell, ante los saludos y pedidos de selfies. Los larretistas, en cambio, minimizan ese fenómeno y lo reducen al nicho más hermético de los simpatizantes macristas. O de Javier Milei.
“Cuando perdimos las elecciones salimos del placard. Y empezamos a pensar que nuestro partido y que nuestra coalición tenían que profundizar ideas que fuesen el rumbo, el horizonte, que expresaran el mandato de una sociedad”, planteó Bullrich en Pinamar.
La aplaudió el intendente de Pinamar, Martín Yeza, el diputado Hernán Lombardi, y el exministro e intendente de Capitán Sarmiento, Javier Iguacel. La exministra planea dar una pelea que está a mitad de camino entre lo político y lo cultural: dar la batalla ideológica que Macri dejó a mitad de camino. Sueña con implementar las reformas que el ingeniero de la UCA hubiera deseado. Apurar cambios en las leyes laborales, previsionales, sindicales y en la valoración que una parte de la sociedad tiene sobre los organismos de Derechos Humanos. Su filosofía es combo de mano dura, liberalismo y aversión hacia el progresismo.
Para lograrlo, cuenta con recursos limitados. Carece de estructura, armadores políticos de peso y despliegue territorial. Tampoco tiene demasiada plata ni mecenas para financiar su aventura. Rodríguez Larreta, en cambio, le saca una enorme ventaja en todos esos rubros. Pero su equipo se ilusiona con revertir la ecuación. La semana pasada, más de 30 empresarios argentinos escucharon embelesados su prédica. Fue durante una cena escenificada en el ex Hotel Conrad de Punta del Este. “No hay lugar para tibios en la Argentina que viene”, desafió la presidenta del PRO. El economista del establishment Carlos Melconian la aplaudió con entusiasmo.
A la mañana siguiente, el baño de poder continuó en la casa del ex diputado Eduardo Amadeo. Ahí, en un chalet de Punta del Este, desayunó con un grupo todavía más selecto del círculo rojo argentino.
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