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Tensión en el mercado

El dilema del Gobierno entre dólar domado y tasas altas promete extenderse hasta las elecciones

Dólar en movimiento.

Alejandro Rebossio

24 de julio de 2025 09:45 h

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El dólar abría este jueves estable alrededor de los $1.275 que cerró ayer, pero puede ser la paz que antecede a otra tormenta como la de semanas anteriores. El equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, está domándolo a fuerza de haber promovido una suba de tasas de interés y la iliquidez en el mercado, y está aprovechando para acumular reservas, pero el próximo jueves enfrentará nueva prueba. En siete días vencen Letras Capitalizables (Lecap, bonos de corto plazo del Tesoro cuyos intereses no se pagan sino que se capitalizan) por $11 billones y se teme que los bancos no acepten renovarlas todas, parte de ese dinero quede en el mercado y termine presionando otra vez al alza del tipo de cambio.

Caputo pensaba que todo marchaba de acuerdo al plan (TMAP, como dicen los libertarios), el Banco Central decidió desde el pasado día 10 dejar de marcar la tasa de interés de referencia, que quedaría al vaivén del mercado, a diferencia de la mayoría de los otros países, y el Tesoro desarmaría la Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), que le proveían del dinero fresco diario a los bancos, para reemplazarlas por Lecap a 15 días. Las LEFI tenían una tasa efectiva del 38% y el Gobierno esperaba que bajara con estos cambios, de modo tal de impulsar que el rebote económico de la primera mitad del año se prolongase.

El problema fue que las entidades financieras no suscribieron todas las Lecap que el Gobierno quería porque prefirieron quedarse con liquidez para su operatoria. Esos pesos boyantes fueron a parar a empresas e individuos que, a diferencia de Caputo, veían varias cosas: que el dólar estaba barato, que las reservas estaban a la mitad del nivel requerido por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que el Tesoro iba a tener que comprar divisas para cumplir con el organismo, que el ingreso de verdes por la cosecha de soja y maíz había terminado y que las elecciones próximas están planteadas como un dilema entre ultraderecha o kirchnerismo. Entonces se volcaron al dólar, que subió de $1.160 a mediados de junio hasta 1.307 la semana pasada.

Caputo y su secretario de Finanzas, Pablo Quirno, reaccionaron colocando de manera extraordinaria otra ronda de Lecap al 48%. Así fue que la intención de hacer bajar la tasa terminó por subirla, lo que paraliza el crédito, afecta la actividad económica y crea una nueva tensión quincenal cada vez que se renueven estas letras. El Tesoro esta vez terminó absorbiendo demasiada liquidez, por lo que en el mercado secundario las Lecap pasaron a rendir al 90%. Por intervención del Tesoro, que vendió letras, bajó entre martes y miércoles al 60%.

De todos modos, son niveles que paralizan el financimiento y la economía. Se espera un segundo semestre de parate. Pero el Gobierno está convencido de que la mayoría de la población lo votará por la baja de la inflación y la estabilización del dólar.

Los bancos necesitan liquidez. Podrían conseguirla vendiendo Lecap, pero nadie se las compra. Entonces la tasa sigue extremadamente alta. Para saciar la necesidad de disponibilidad de dinero, las entidades financieras esperarán al vencimiento de las letras de la semana próxima. No renovarán todas las Lecap que vencen para hacerse más líquidos. El Gobierno las acusa de estar mal acostumbradas a colocar a corto plazo las desaparecidas Letras de Liquidez (Leliq) del Banco Central en el anterior gobierno y que ahora deben prestarle a las empresas e individuos y administrar la caja con eficiencia. Pero ellas consideran que quien se equivocó fue el equipo de Caputo y su presidente del Banco Central, Santiago Bausili, al eliminar las LEFI.

Esta semana, con la súpertasa, no hay pesos en la plaza, entonces el dólar bajó y el Tesoro aprovechó para comprar divisas a menor precio y gracias a la menor actividad y recomponer así las reservas. Necesita acumular para hacer buena letra ante el FMI, cuyo directorio se reúne también el próximo jueves para definir la primera revisión del acuerdo con el gobierno de Javier Milei.

El Fondo ya desembolsó US$12.000 millones en abril y planea prestar otros 2.000 millones, pero depende del cumplimiento de las tres metas del pacto. El ajuste fiscal y el monetario se lograron, pero no la acumulación de activos del Central, que debía conseguirse hasta el 13 de junio. Pasada esa fecha, el Gobierno pasó de jactarse de que no le importaban las reservas -así lo decía el asesor propagandista Felipe Núñez- a comenzar a comprar dólares, aunque insuficientes, pero como gesto de buena voluntad. La Argentina incumplió la meta, pero pedirá un waiver (exención) para que le den los 2.000 millones.

Pero en la licitación del jueves el Gobierno no podrá renovar todas las Lecap y se inyectarán otra vez pesos en el mercado. Volverá la presión alcista del dólar. El Ejecutivo no puede convalidar la tasa del 60% que hay en el mercado porque es letal para la economía con el correr de las semanas. Ningún banco prestará a clientes a estas tasas. Además, con estos niveles se incrementa la morosidad de quienes deben y se atrasan en los pagos, como los usuarios de tarjetas de crédito. Las autoridades deberán ofrecer menos, pero tampoco poco porque si no, se inundará de pesos la plaza y habrá aún más interés por volcarse a la moneda norteamericana. El gobierno de la motosierra tendrán que aplicar sintonía fina. Pero en el mercado hay quienes advierten de que si ofrecen otra vez 48%, los pesos se irán al dólar. Es decir, quieren más tasa.

Por la suba de tasas de los últimos días, al mercado le quedó claro que el Gobierno no quiere el dólar por arriba de $1.300, porque le arruinaría su plan antiinflacionario y su campaña electoral. Más de un inversor considera que el dólar debería estar en el máximo de la banda, los $1.414 en la actualidad, para que sea atractivo para que haya más exportaciones y menos importaciones de bienes y servicios, y así se acumulen más reservas. Por tanto, el tira y afloje continuará.

Encima, en el segundo semestre del año, el Gobierno ya no tiene la cosecha gruesa para sumar divisas. Las inversiones no llegan ni arribarán tan rápido. Las provincias no siguieron el camino de Córdoba de endeudarse afuera y, por tanto, no llegarán los dólares esperados. No quedan más que apostar a que el FMI libere el segundo tramo del préstamo.

En un banco de inversión europeo esperan que con esos US$2.000 millones Caputo se siente a defender el techo de $1.300 e incluso los use, a contramano de las condiciones del Fondo, con tal de que La Libertad Avanza (LLA) gane las elecciones de septiembre en la provincia de Buenos Aires y en octubre las nacionales. “Lo único que les importa es que el dólar no se les escape”, observan en el banco. Recuerdan que ya en 2018 Caputo como presidente del Central hizo lo mismo: malgastar el crédito del Fondo para defender el tipo de cambio. Y quizás el organismo haga la vista gorda con tal de que las fuerzas de Milei derroten a un peronismo que promete renegociar el último préstamo.

Por ahora, el Gobierno no logró acumular reservas como se había comprometido ni logró hacer bajar el riesgo país para volver a colocar deuda en el mercado internacional, ni Milei consiguió bajar el dólar a $1.000 para sólo entonces comprar divisas. Eso sí, el Presidente promete arrasar en las urnas y entre los inversores que leen encuestas así lo creen, pero tampoco apuestan fuerte a esa opción.

Después de los comicios será otro cantar. Entonces sí tal vez el Fondo apriete por las reservas. Es que quiere cobrar su crédito. Sobre todo en 2027 caen fuertes vencimientos de la deuda con el FMI y los acreedores privados. Pero antes en 2026 hay obligaciones de bonos enero y julio por US$5.600 millones de capital y 3.000 millones de intereses. La idea es refinanciar esos pagos en el mercado, pero para ello se requiere bajar el riesgo país.Y para que este descienda más que eliminar el “riesgo kuka”, como apunta despectivo el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, su gobierno debería cumplir la tarea de sumar reservas. Y para ello no queda otra que devaluar, aunque impacte en la inflación.

“Los próximos 90 días de campaña son clave, y para ver una baja del riesgo país se tiene que despejar la incertidumbre política y además tiene que haber mayor acumulación de reservas”, analiza el politólogo Ignacio Labaqui. Es decir, para que la prima de riesgo de la deuda descienda deben pasar las elecciones. “El resultado de septiembre condiciona al de octubre”, agrega Labaqui. Si triunfa el peronismo en dos meses, puede que los votantes antiperonistas se vuelquen a LLA en octubre para evitar una doble victoria del partido presidido por Cristina Fernández de Kirchner, aunque tal vez suceda que un traspié libertario bonaerense lo hunda más al mes siguiente y que algunos de sus votantes busquen otras opciones más al centro.

AR/MC

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