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Ni macrista ni larretista: Vidal apuesta por ella misma desde un triunfo en CABA

Vidal y Larreta, en el lanzamiento en Palermo.

Andrés Fidanza

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La exgobernadora bonaerense eludió la enorme posibilidad de acumular una segunda derrota consecutiva. La suerte de Juntos por el Cambio parece echada en la Provincia ante el peronismo unificado. Si bien la carta ganadora del oficialismo para imponerse en ese distrito es bastante perezosa (la simple suma matemática de casi todas las tribus peronistas, con la única excepción de Florencio Randazzo), ese dato podría resultar suficiente. Por más que María Eugenia Vidal lograra una caída digna y por escaso margen contra el Frente de Todos, perder es perder. Y Vidal corría un riesgo extra: apagar definitivamente su buena estrella, magullada tras la derrota por más de 14 puntos contra Axel Kicillof en 2019. 

Ante ese peligro, Mariu optó por mudarse al distrito en el que había empezado en la política de la mano de Horacio Rodríguez Larreta. A fines de 2013, el plan de Vidal era ir por la sucesión de Mauricio Macri en la Capital. Ministra de Desarrollo Social porteña desde 2008 y vicejefa de gobierno desde 2011, ese era un camino mucho más asfaltado que el de pelear por la Provincia, donde mandaba el peronismo desde 1987. Pero ante la negativa de Gabriela Michetti a encarar el estrés de la excursión bonaerense, Vidal fue la siguiente opción. Y aceptó el desafío. 

Previamente, su primera coronación en un cargo de cierto peso se dio en el 2000. A los 27 años, Vidal tenía oficina propia y un sueldo envidiable de 2.500 pesos. Era subgerenta de Recursos Humanos del PAMI, dentro del gobierno de La Alianza. Rodríguez Larreta era uno de los tres interventores de la obra social de los jubilados y pensionados. El actual alcalde porteño entró al PAMI como parte de un guiño de alto vuelo de Fernando de la Rúa al PJ bonaerense. Porque por entonces, aunque hoy suene inverosímil, Larreta (y Vidal, por default) era visto como parte de la tropa peronista de Eduardo Duhalde. 

Larreta fue y sigue siendo el padrino político de Vidal. Pero la candidata a diputada por la Capital ya no le reconoce una jefatura automática. A Macri, menos. Poco antes de que el expresidente viajara hacia Madrid, donde selló a fuego su afinidad con el Partido Popular y la derecha española, Mariu lo desairó. Y lo hizo cara a cara. En el caserón que el expresidente tiene en Acassuso, Macri le pidió que encabece la boleta de diputados bonaerenses. Ayer, Vidal hizo pública su respuesta negativa. La dirigente de 47 años nacida en el barrio de Flores escenificó su apuesta por sí misma en un salón de Palermo. 

“Más allá de la General Paz, de un lado y del otro, somos argentinos defendiendo a los argentinos. La inflación y la falta de trabajo nos afecta a todos”, afirmó. Así justificó su regreso a un distrito electoralmente amigable para el PRO, que gobierna la Capital desde hace 14 años. Pero de esa forma también blanqueó su ambición de máxima: mantenerse en el pelotón de los presidenciables para el 2023. Para moderar las ambiciones tendrá tiempo. 

Su presentación como candidata apuntó a dar una imagen de unidad amplia. La postal incluyó a los beneficiados por la maniobra catastral de Vidal. Principalmente, a Rodríguez Larreta, quien pretendía una cabeza de lista moderada para la Ciudad. El evento convocó a su vez a los perjudicados por la reporteñización de Mariu. ¿Quiénes? Patricia Bullrich, forzada a dar de baja su candidatura para evitar una PASO contra Vidal; y el senador Martín Lousteau, quien prefería marchar hacia la sucesión de Rodríguez Larreta en 2023 sin la sombra de la exgobernadora dando vueltas por la Capital.

Con su cadencia discursiva habitual, Vidal les agradeció a todos: a los beneficiados y a los heridos por su movida, a los presentes, a los ausentes y a los enojados con su mudanza, a los habitantes de CABA, del AMBA y de la Argentina.  

AF/WC

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