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Gracias al G-20, Dujovne encontró socio mexicano y juntos aconsejan dónde invertir

Nicolás Dujovne cuando era ministro de Macri.

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Nicolás Dujovne conoció a su actual socio en julio de 2018. Fue durante uno de los encuentros previos a la cumbre central del G-20 realizada en Buenos Aires. Cuatro meses antes del arribo de los veinte presidentes más poderosos del mundo, con Mauricio Macri en el papel de anfitrión orgulloso, se juntaron los Ministros de Finanzas y presidentes de bancos centrales del G-20. 

El macrismo ya había pedido el auxilio desesperado del FMI, en lo que sería el principio del fin, pero todavía sostenía su pretensión de encarnar un gobierno moderno, liberal y perfectamente integrado al tablero mundial. La organización del G-20 en la Capital potenciaba esas ínfulas. 

Dos meses más tarde, en septiembre de 2018, el ministro de Hacienda y Finanzas Dujovne y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagard, anunciarían la aprobación de un crédito por 57.100 millones de dólares. Era el préstamo más alto en la historia del FMI.

En la cita porteña de julio, se multiplicaban las conferencias y los intercambios protocolares. En las charlas de los funcionarios dedicados a la administración de la economía, se debatió sobre la arquitectura financiera internacional y las regulaciones financieras. Dujovne y el secretario de Hacienda y Crédito Público de México, José Antonio González Anaya, coincidieron en la necesidad de profundizar la apertura de la economía internacional.

Conocido como Pepe Toño, González Anaya era el delegado del por entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto, del histórico PRI. Dujovne y Pepe Toño se entendieron rápidamente. Los unió una especie de flechazo ideológico. El secretario de Hacienda de México se había doctorado en la Universidad de Harvard y tenía facilidad para entender la dinámica financiera global. Dujovne, también. Previo a su salto a la política, tentado por Macri, había sido economista jefe del Banco Galicia y había fundado y manejado una consultora financiera.

Dos años y medio después de aquel cruce en el G-20, Dujovne y González Anaya están alejados del poder político. Le sacan el jugo a sus contactos y expertise desde otro ámbito: son socios en un fondo de inversión que se especializa en los mercados emergentes. En concretísimo, le manejan la plata a distintas personas (millonarias) y compañías. 

Los exfuncionarios tienen clientes en Nueva York, Montevideo, México DF y Buenos Aires. Los aconsejan sobre dónde y cuándo invertir, especialmente en los llamados países emergentes. Por ejemplo, Colombia, Chile y Perú. Y ambos se llevan un porcentaje de las ganancias. Dujovne aprovecha su red de contactos con el establishment financiero de los Estados Unidos: desde el tiburón Larry Fink, fundador de BlackRock, el administrador de fondos más importante del mundo, hasta el exsecretario del Tesoro demócrata Larry Summers. Republicanos y demócratas por igual, en ese punto donde las diferencias y matices entre los representantes del poder permanente se vuelven intrascendentes. 

Pese a las restricciones impuestas por la pandemia, Dujovne no tiene inconvenientes para entrar y salir de Uruguay. El exministro tiene cédula uruguaya. ¿Motivo? Tiene una casa en José Ignacio, cerca de Punta del Este. Hijo de los reconocidos arquitectos Silvia Hirsch y Berardo Dujovne, la casa de “Nico” no es un chalet más. Tiene dos pisos y una terraza; está construida en madera y cuenta con detalles de diseño, como sus esquinas curvadas. La imaginó el arquitecto argentino Martín Gómez, creador de las mejores casas de Punta del Este. Valuada en más de un millón de dólares, está ubicada a tres cuadras de uno de los paradores más exclusivos, La Huella. La obra finalizó en 2017. Si bien circularon rumores sobre una supuesta mudanza a Uruguay, con el objetivo de pagar menos impuestos, cerca del economista lo negaron rotundamente. Dujovne sigue haciendo base en el Bajo Belgrano. Pero viaja habitualmente por el mundo para encontrarse con sus clientes. 

La sociedad Dujovne y González Anaya cuenta con una tercera pata: un exbanquero del grupo estadounidense Goldman Sachs. A diferencia de la relación reciente que tiene con el mexicano, Dujovne conocía al banquero de su vida previa como consultor y dueño de su empresa financiera. Casualmente, una de las últimas tareas de Dujovne como ministro de Macri fue encontrarse con inversores de Goldman Sachs en Nueva York. En junio de 2019, les prometió aplicar dos medidas en la Argentina: una reforma laboral y una quita del impuesto a las exportaciones. La única condición previa era que Macri consiguiera la reelección. 

El expresidente mantiene un contacto habitual con Dujovne. Su exministro participa de una mesa de economistas que todavía lo asesora. Son cuatro varones: Dujovne, su sucesor en el ministerio Hernán Lacunza, el ex presidente del Banco Central Guido Sandleris y el diputado Luciano Laspina. El equipo comparte un grupo de WhatsApp, y además realiza teleconferencias con Macri para debatir sobre coyuntura y desgranar los números de la economía argentina. 

Ex columnista de Carlos Pagni en TN, donde nunca le faltaba un pronóstico agorero ni un comentario socarrón, ahora Dujovne prefiere el perfil bajísimo. No da entrevistas, ni acepta charlas off the récord. Su plan es ser la antítesis de otros economistas que pasaron por el Estado y sostienen una hiperpresencia mediática, sin resignar un tono sabiondo, como Carlos Melconian y Martín Redrado. 

Según los macristas que todavía lo tratan, Dujovne guarda cierto respeto por el actual ministro Martín Guzmán. Pero a la vez asegura que el acuerdo con los bonistas privados y el FMI se podría haber concretado de forma más rápida. Sobre la marcha general del gobierno, es previsiblemente pesimista. 

Respecto a los frentes judiciales abiertos durante su gestión, sus amigos aseguran que está tranquilo. Especialmente, después de que la Cámara Federal porteña anulara su procesamiento en septiembre pasado. Poco antes de jubilarse, Rodolfo Canicoba Corral lo había procesado junto a los ex funcionarios macristas Guillermo Dietrich, Bernardo Saravia Frias y Javier Iguacel. El juez investigaba maniobras que beneficiaron a la empresa de peajes Abertis, vinculada al Grupo Macri. Para Dujovne era injusto emparejar sus responsabilidades con las de los otros excompañeros de gabinete. Y así lo dejó explicitado en la causa.

El exministro declaró por zoom ante Rodolfo Canicoba Corral. Antes de presentar un escrito preparado por sus abogados, aseguró: “No tuve ninguna participación en el tema de la renegociación de contratos de concesión de autopistas, que es objeto de investigación en la presente causa. Ello, por la sencilla razón de que se consideró que la ley vigente al momento en que se requirió la participación del Ministerio de Hacienda, no le otorgaba intervención a dicha cartera, cosa que sí sucedía hasta diciembre de 2107. El Ministerio que yo dirigía no emitió ningún juicio de valor, ni tampoco opinó si estaba bien o mal, porque no le correspondía hacerlo, nada más”. Así, se despegó de una de las investigaciones que más preocupan al macrismo.

En su última declaración jurada, Dujovne dijo tener un patrimonio de 275,7 millones de pesos. Era el ministro más rico de la era Macri. Su fortuna incluía 56,5 millones en “títulos y acciones en el exterior”. Una de ellas, Florentine Global, fue registrada en las Islas Vírgenes Británicas. En el 2017 eran $20,6 millones.

La mayor parte de su fortuna estaba registrada en el exterior: dos inmuebles en Uruguay por $37 millones y depósitos en ese país por $ 3,8 millones; $ 56 millones en depósitos en los Estados Unidos y $ 39 millones en el fondo Florentine Global, radicado en las Islas Vírgenes Británicas.

En marzo del 2018, en un seminario realizado en Madrid, Dujovne había pasado un momento incómodo. Fue cuando el moderador del encuentro lo sorprendió con una pregunta que encerraba una crítica apenas solapada: “¿Cómo espera que vayan las inversiones a Argentina si usted mantiene su patrimonio offshore?”. 

Ahora, ya no cuenta con obligaciones legales ni éticas de traer su patrimonio a la Argentina. Si bien no le cierra definitivamente la puerta a la actividad política, prefiere quedarse en las bambalinas de Juntos por el Cambio. El economista asesora de forma part-time Macri, sin desatender su actividad principal: el fondo de inversión que armó tras su excursión por la Rosada.

AF

Esta nota fue actualizada el domingo 10 de enero a las 11.30hs.

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